Hoy llegaba a mi pensión en Pando a las 7 a.m. Regresaba de Trujillo, después de ocho horas de viaje en la empresa de bus El Sol. Enciendo la radio. En RPP, el carismático y bozarrón periodista Raúl Vargas, conversaba con el Presidente de la ANR, profesor Orlando Velásquez. La frase que le había espetado, que más o menos llegué a escuchar era: ¡La burocracia no puede combatir a la ciencia señor Presidente! El Presidente, rector de la UNT, balbuceando mas o menos trató de articular una respuesta, para salir del paso dijo: voy a hacer las averiguaciones, se trata de mi universidad, … no hay convenio… tengo entendido…. Pasó como una película por mi mente las acciones de este rector y la imagen del alma de la universidad. El problema que Raúl le impetraba, era de un graduado en una Univesidad Checa, según el graduado que estaba en la línea telefónica, la universidad en la que había estudiado era de las primeras en el ranking europeo, y que no podía lograr el reconocimiento de su grado académico, solicitud denegada por varias universidades peruanas.
Yo pensaba ante la pregunta y la respuesta ¿Es problema de burocracia? La gente con un poco de sentido común, entiende que burocracia, se trata de empleados con terno del sistema universitario y no de los profesores principales, que son los que en realidad deciden la vida en una Universidad. Por eso, la forma de pregunta, es una elegante manera periodística, la pregunta en si, parece frontal y acusadora, pero es obvio, da pie para evadir responsabilidades en una entrevista. Pues, el interlocutor, hábil en la respuesta, apelando a medias verdades, pudo tapar y evitar la evidencia de la chamuscada, corrompida académicamente y destruida alma de la universidad.
¿De qué se trata y cuál es la solución? El graduado que denuncia por la radio, es uno más de las decenas de académicos que por décadas, casi tres de la vigencia de la ley universitaria 23733, vienen siendo maltratados por el sistema de la ANR, con el cuento de los convenios y otros artilugios leguleyos, que por un lado permite a la corrupción académica valorar diplomillas sin valor en el extranjero y rechazar a los que si tienen el verdadero valor. Son pocos los que han denunciado, y los que lo han hecho, se han vuelto involucrados en engorrosos procesos judiciales, pues los tentáculos del pulpo de la corrupción académica está muy adherida en el poder judicial. Téngase en cuenta que son los abogados formados en las universidades, los que copan dicho poder, y los procesos concluyen en sentencias absurdas y no resisten ni el sentido común, en contra de la universidad, la ciencia y el desarrollo de la investigación en el país. Por eso, la mayoría de investigadores, si sienten que no “caen bien” en los primeros días ante las “Autoridades Académicas” prefieren irse del país, al constatar que en las universidades, principalmente las nacionales, no tendrán condiciones para investigar, no por la falta de recursos económicos, sino por la falta de alma de universidad.
En el rectorado del profesor Velásquez (fue vicerrector administrativo y ahora rector de la UNT) se promovió el legicidio del Reglamento de Capacitación de Profesores. Resultado de las exigencias de varios académicos, se logró reglamentar que los profesores tengan licencia con goce de haber para hacer maestrías y doctorados en universidades reconocidas y sean los Departamentos Académicos quienes asuman el dictado de su carga lectiva. Sin embargo, los empleados de la Oficina de Personal, en contra del Reglamento, exigían que los profesores solicitantes de licencia (se sabe que la mayoría de empleados en la universidad son marionetas o “chupes” de los profesores principales de turno en el poder), presentaran cartas de otros profesores que se comprometían a dictar la carga horaria del beneficiario. Obviamente, los Jefes de Departamento, para “salvar la formalidad” recibían dichas cartas, pero no la hacían efectivo porque no estaban estipuladas en el Reglamento y la carga lectiva era asumida por el departamento en su totalidad. Ocurre que, llegado como Jefe de Departamento de Física, el profesor Antolín, integrante del grupo de poder del profesor Orlando (promovió como miembro de la Asamblea Universitaria para elegirlo rector), hizo efectiva la asignación de carga lectiva. Entonces, de 16 horas, al profesor que firmaba una carta de compromiso, le asignaba 5 horas adicionales, sumando 21 horas o más. En esas condiciones, nadie ya quizo firmar cartas de compromiso.
El objetivo era impedir que los profesores que aspiraran a hacer maestrías o doctorados en universidades de Lima o el extranjero cumplan el “requisito” de marras. Ante la denuncia en el poder judicial, el juez ordenó a la UNT que se otorgue las licencias, porque en el Reglamento de Capacitación no había tal requisito, pero, el profesor Orlando, no hizo caso, y su asesoría jurídica procedió a apelar a la Sala, en la cual, extrañamente, obtienen una resolución en los mismos términos que él plantea, y ocurrió despues que varios vocales se abstuvieron, por motivo que dictaban horas en el posgrado de la UNT, motivo por el cual el derecho a licencia está debatiéndose en la Sala de la Corte Suprema de Lima (los que decidieron acaso no le ofrecería horas en postgrado para después? y; en el vano intento de acallarlo , procedieron a expulsar de la UNT, al profesor ordinario denunciante, con 19 años de servicios, por “revoltoso”, a pesar que cumplió con obtener el grado de magíster y, por el contrario, taparon a otros profesores que gozaron por dos años de licencia, no cumplieron con graduarse y se dedicaron a trabajar en otras universidades.
Lo que ocurrió posteriormente, sin embargo, debe llamar la atención. Después que el juez, en sentencia limpia, trasparente y justa, invocando el derecho legal estipulado en la Ley, el Estatuto y el Reglamento, e incluso yendo más allá, al señalar que la universidad se rige por el principio de investigación y enseñanza, y que el primero es requisito para el segundo, no le da la razón al rectorado. Entonces, éstos, para no dar pie que otros profesores, hagan uso del derecho a licencia sin condicionamientos a grupos de poder, que se hace con las cartas de compromiso, plantean al Consejo Universitario, la derogatoria del Reglamento de Capacitación y, aprueban otro, donde estipulan el requisito deleznable e ilegal que, “para tener licencia por maestría o doctorado deben presentar las cartas de compromiso de los profesores que le dictarán la carga lectiva”.
Un colega a media voz aducía que, no hay que hacerse problemas, que en su periodo durante sus estudios en el extranjero les traía regalos de ropa costosa, les invitaba almuerzos, cenas, y les reconocía “los pasajes” de sus “amigos” que firmaban las cartas, y además se comprometía a cambio “apoyarlos” a su regreso. Yo le decía, que ese es un mecanismo que promueve la corrupción académica, el facilismo, la compra de votos, los profesores se convierten en esclavos porque tienen que pagar el “favor” a como de lugar, la universidad se va quedando sin alma y es condenable. ¿Quién te otorga la licencia? le decía ¿la institución o tus “amigos”?
El periodismo debe indagar esas historias de maltrato a los egresados y a profesores que se dedican a la investigación y a la ciencia, que con la mas clara muestra de sacrificio, logran obtener resultados, los mismos que quieren volcarlos al desarrollo del país, pero que el sistema de corrupción académcia que impera en las universidades nacionales, los impide. Se trata de una forma muy perniciosa de MAL USO DE RECURSOS DEL TESORSO, de corrupción, por quienes ocupan el cargo de profesor principal, que han llegado a dicho cargo sin cumplir el requisito que estipula la ley universitaria 23733, que es el de haber hecho investigación.
Esta corrupción académica, que ha convertido a las plazas de profesor universitario en sinecuras y prebendas, viene destruyendo generaciones de profesionales, que al recibir una pobre formación académica, sin conocer lo que realmente es hacer investigación en la universidad, sin disciplina y verdadera especialidad, sin responsabilidad y sin práctica de valores, egresan, reproduciendo comportamientos corruptos; pues, “los grupos de poder de profesores principales” en el colmo del cinismo, han convertido las universidades como si fueran centros de formación en la mentira, ya que pretenden que les consideren como hacer investigación cualquier cosa, y que entre ellos lo hacen pasar como tal, como es plagiar, traducir, datear; y son estas personas quienes, sin entender o desconocer o hacerse que desconocen lo que significa hacer investigación en la universidad, que se sabe consiste en descubrir, inventar, innovar con reconocimiento por publicaciones en revistas arbitradas internacionalmente, se han dedicado a impedir que los verdaderos investigadores ingresen a la docencia e investigación en la universidad peruana.
Si los verdaderos investigadores ocuparan los cargos de PROFESOR PRINCIPAL, tal como estipula la ley 23733, la universidad nacional fuera otra. La universidad, si tendría alma de universidad.
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