21/11/24: Ni desarrollo ni democracia: La “promesa peruana” incumplida

DESARROLLO Y DEMOCRACIA: La “promesa peruana” incumplida

Efraín Gonzales de Olarte

Las relaciones entre crecimiento económico y democracia se fundan en las correspondencias entre economía y política. Por un lado, la economía de mercado se caracteriza por su desigualdad intrínseca y el crecimiento económico tiende a mantener o incrementar dichas desigualdades, a menos que el Estado intervenga para reducirlas. Por otro lado, en la democracia todos somos iguales: un ciudadano un voto.

Estamos, pues, frente a un sistema dual, en el que la economía capitalista se basa en la desigualdad de capitales, de productividades, de ingresos y de oportunidades. Y el Estado democrático, que nos representa como sociedad, se convierte en un igualador de capacidades y oportunidades para poder garantizar viabilidad y sostenibilidad social.

Veamos qué factores generan crecimiento económico y los que generan democracia. El crecimiento económico depende del ahorro/inversión, las innovaciones tecnológicas, la mejora del capital humano (educación, salud, cultura y experiencia), de las productividades y de la demanda efectiva. La democracia depende del pasado histórico (Path dependency) de cada país, de clases medias robustas, desigualdades moderadas, instituciones políticas estables, Estado de Derecho, políticas públicas inclusivas. Se trata de un complejo conjunto de componentes que históricamente se han ido constituyendo, aunque con variados resultados tanto en el crecimiento como en la democracia.

El crecimiento económico es una condición necesaria para la democracia, pero no es suficiente, se requiere que el crecimiento sea distribuido equitativamente a la población, ya sea porque el modelo económico es intensivo en capital humano y genera una clase media robusta o ya sea porque el Estado interviene a partir de sus políticas sectoriales y sociales para generar oportunidades de desarrollo tanto para emprendedores como para trabajadores. Es aquí, en la mezcla de una economía inclusiva y un estado redistribuidor, donde el crecimiento se convierte en desarrollo económico, que es la condición sine quanon para una democracia estable. Esta combinación ha sido exitosa en los países europeos y algunos países latinoamericanos como Uruguay y Costarrica.

En América Latina el desarrollo económico ha sido intermitente e inestable, razón por la cual también sus democracias han sido también perturbadas y frágiles. Sin embargo, existen dos enemigos de la consolidación democrática y del desarrollo: las desigualdades productivas y sociales persistentes en el tiempo y las democracias delegativas y las populistas.

Las desigualdades persistentes de las productividades, de la riqueza y de los ingresos generan, desaliento, incertidumbres y a menudo conflictos sociales, que no abonan a la consolidación social y económica. La igualdad democrática choca con las desigualdades socioeconómicas y generan inestabilidad económica y política, que impide construir modelos o procesos de desarrollo inclusivos con los cuales la gente se identifique y los haga suyos. Es decir, si el crecimiento macroeconómico no genera desarrollo humano de todas las personas, la democracia resulta siendo un cascarón sin sustancia.

Las democracias delegativas -analizadas por el politólogo argentino Guillermo O’Donell)- son la deformación de la democracia representativa, pues genera concentración de poder en el ejecutivo, debilita las instituciones, reduce los mecanismos de rendición de cuentas (accountability horizontal), se basan en el plebiscitarismo y desprecia los límites legales. Al cabo de un tiempo generan gobiernos autoritarios, como es el caso de Venezuela. Finalmente, sus resultados son negativos tanto en la economía como en la política.

Los gobiernos populistas, según el historiador francés Pierre Rosanvallon, son una respuesta a las crisis de legitimidad y representatividad de las democracias modernas, y considera al populismo como una forma empobrecedora de la democracia, aunque reconoce que surge de problemas reales, como el desencanto con las democracias representativas. Los populismos plantean soluciones simplistas que a menudo llevan a crisis fiscales e inflación, además son peligrosos porque eliminan el pluralismo, destruyen las instituciones democráticas y producen gobiernos autoritarios.

En América Latina y en particular en el Perú, hemos tenido democracias delegativas y populistas como las de Alberto Fujimori que siguiendo la ideología neoliberal, generaron crecimiento económico con desigualdades socioeconómicas y regionales, con alta informalidad laboral, lo que debilitó las representaciones políticas y al cabo de algunos años generó una crisis de representación y atomización política, que hace difícil aspirar a la “promesa peruana” de construir un país con desarrollo y con democracia.

11/06/24: Dictadura congresal y centralización del poder en el Perú

DICTADURA CONGRESAL Y CENTRALIZACIÓN DEL PODER

Efraín Gonzales de Olarte

Por definición, las dictaduras son centralistas y desdeñan el carácter democrático de la descentralización del Estado. Lo que está sucediendo en el Perú es un proceso de reducción de la democracia y el crecimiento paralelo de una dictadura del Congreso y la subordinación del gobierno a dicho poder. En consecuencia se está creando un poder centralizado basado en la eliminación o modificación de cualquier atisbo de equilibrio de poderes, de funcionamiento de instituciones importantes como el Jurado Nacional de Elecciones, de la ONPE, o la  JNJ, la modificación de la Constitución con el propósito de cambiar las reglas para impedir la alternancia política, la creación del Senado para que los actuales congresistas creen que pueden ser senadores, y últimamente la prohibición de movimientos regionales para aumentar sus chances de ser elegidos como autoridades en los diferentes niveles de gobierno, pero sobre todo para obligar a los electores regionales que voten por la gavilla de mediocres, cacasenos y cínicos que hoy están en el Congreso, sobre todo APP y FP.

Obviamente, esto es claro proceso de concentración del poder, propio de las dictaduras. El problema es que se trata de una dictadura bastante extraña pues no hay un dictador personificado, no hay un partido con poder político y con ideas de qué hacer con el poder, sino una agrupación de rufianes con angurria de poder, lo que significa que las posibilidades de la arbitrariedad, el desorden y la anarquía están a la vuelta de la esquina. Es una dictadura basada en intereses personales de gente que ha visto en la debilidad de nuestras instituciones y en una ciudadanía asustada, la posibilidad de medrar de los recursos del Estado, algunos para enriquecerse de manera ilícita, otros para usar el poder para dar empleo a sus parientes y amigos. En consecuencia, es una dictadura que es y será incapaz de pensar en la tremenda crisis de pobreza, desigualdad, informalidad y de la creciente incapacidad de las reparticiones del Estado para cumplir sus funciones con eficacia y honradez.

Lo poco que habíamos avanzado en estabilidad jurídica, expectativa de crecimiento económico, reducción de la pobreza y cierta esperanza de un futuro mejor, está siendo destruido por esta dictadura distópica, cuyos integrantes han perdido la vergüenza, la dignidad, los mínimos códigos morales que hacen funcionar a los países civilizados. Nos están llevando a la barbarie y a la destrucción del país.

De esta situación se han dado cuenta los jóvenes, por ello se están yendo o se quieren ir del país (ver encuesta del IEP), personas y empresas con recursos financieros también se están yendo. Para ellos el Perú no tiene futuro con este gobierno, con este congreso y con la sociedad civil que se ha quedado paralizada. Es decir, estamos perdiendo el futuro.

Para las regiones y las poblaciones del Perú profundo la inconstitucional supresión de los movimientos regionales es un arma de doble filo. Por un lado, ha de crear mayor animadversión al Congreso y al gobierno, que puede terminar en violencia, por otro lado, podría ser aprovechado por la treintena de partidos y “partiduchos” que quieren participar en las elecciones del 2026, siempre que la gente recuerde quién es quién. La pulverización de la política terminará en la elección de personas ávidas de medrar del Estado y no por opciones políticas. Es decir, se está generando una dinámica social, que los actuales congresistas creen que los podría favorecer.

Pero lo más terrible de este conjunto de normas aprobadas en el último año es la legalización de actividades delincuenciales como la minería ilegal, la tala de bosques, y la posibilidad de favorecer a los delincuentes comunes al no permitir allanamientos de sus antros y moradas. Claramente una confesión de parte de los que quieren aprobar el proyecto de ley.

Sin embargo, hay pequeñas posibilidades de cambio si la ciudadanía se sacude del marasmo y del miedo. Una posibilidad es la desobediencia civil a varias de las normas aprobadas, lo que podría generar una toma de conciencia sobre lo que viene. Otra es el derecho a la insurgencia dado el carácter dictatorial que ha asumido el Congreso. La otra es volver a las calles, para pedir empleo, mayor lucha contra la pobreza y la derogatoria de todas las “reformas” constitucionales hechas sin referendo y todas las leyes que están acabando con el futuro de los peruanos, sobre todo de los jóvenes. Felizmente, hay movimientos regionales que reaccionarán sobre esta medida anticonstitucional (art 2°) de impedir la libertad de asociación y participación política.

Lima, junio 2024

 

09/04/24: Micro economía y política: como se jodió el Perú

MICRO ECONOMÍA Y POLÍTICA: CÓMO SE JODIÓ EL PERÚ

Efraín Gonzales de Olarte

Nunca pensé que el mercado llegaría a la política, hoy la crisis política peruana se debe a que los políticos, los funcionarios, los gobernantes, han convertido su accionar en un mercado de prebendas, de intercambio de favores monetarios o de puestos de empleo o de poder. Por ello, es más fácil entender lo que está pasando en el Perú con un análisis microeconómico que con los modelos de la Ciencia Política. Cada cual trata de maximizar sus ingresos, sus ganancias, sus rentas y su estabilidad laboral. Desgraciadamente, el papel del político y del gobernante se ha degradado a sólo sus apetitos e intereses personales, no hay ideología política (votan juntos los que se denominan conservadores, izquierdistas, liberales e incluso los independientes) sólo hay intereses económicos particulares.

Estos comportamientos mercantiles de políticos y funcionarios están siendo posibles gracias al monopolio del poder en dos sentidos: Por un lado, tienen la capacidad de arreglar las normas a su conveniencia y no tienen competencia ni control, en la medida que prácticamente ha desaparecido el balance de poderes, al ejecutivo no le conviene fiscalizar al legislativo, porque de hacerlo sería vacado y viceversa, el poder judicial está disminuido y tiene poca capacidad de control y no digamos el penoso Tribunal Constitucional y el Defensor del Pueblo. Por otro lado, al haber cambiado la Constitución y otras normas importantes han concentrado el poder en el Congreso, cuyo poder es ahora monopólico. Como es conocido, el monopolista tiene el poder de fijar precios, salarios y ganancias, sin que nadie pueda competir con él.

¿Cómo llegamos a esta situación? Hay cuatro grandes factores: la degradación de las instituciones políticas y sociales, la irrupción del predominio de la economía de mercado y la reducción del Estado impulsada por la ideología neoliberal, la estructura política definida por la Constitución de 1993 y como resultado de fondo el debilitamiento progresivo de los principios éticos en todos los niveles de la sociedad.

La hiperinflación del primer gobierno de Alan García debilitó la mayor parte de instituciones políticas, sindicales, empresariales y sobre el Estado, generando una profunda crisis que dio lugar a la devaluación de los partidos políticos y a la proliferación de movimientos electorales, uno de los cuales dio pase al gobierno de Alberto Fujimori, quien se dio maña para hundir a los partidos políticos doctrinarios llamándolos “mazamorra negra”, hoy no hay una sola agrupación política que podamos llamar partido. Sin partidos políticos y sin organizaciones laborales y sociales la política se va convirtiendo en una carrera para llegar al gobierno y medrar y corromper. Prueba de ello es que todos nuestros expresidentes están investigados o encarcelados por actos de corrupción y más 1300 (de un total de 1800) gobernadores alcaldes están siendo investigados por actos de corrupción.

Los treinta años de neoliberalismo le dio al mercado y al sector privado toda la responsabilidad de desarrollar al país y al Estado de hacer solo lo mínimo en un país con desigualdades históricas, el resultado es que hubo crecimiento sin redistribución, las ganancias subieron por el ascensor y los salarios por las escaleras y se generó una informalidad laboral que alcanza al 70% de la PEA. La macroeconomía anduvo bien, pero la microeconomía (las economías de las familias peruanas) no. Obviamente, un país con desigualdades sociales, con informalidad y con una gran pobreza rural es un caldo de cultivo para movimientos electoreros populistas y clientelistas y para la corrupción.

La Constitución de 1993 y las normas electorales fueron causantes de la inestabilidad de los gobiernos desde el 2002, pues la elección simultánea de ejecutivo y legislativo no aseguraba la gobernabilidad, pues casi siempre el nuevo presidente no tenía mayoría en el Congreso y tenía que negociar mayorías para llevar a cabo sus políticas y, en el caso de PPK y Castillo, la oposición simplemente no los dejó gobernar y se planteaba claramente las posibilidades de negociaciones turbias. Si se eligiera primero al presidente y luego al congreso, las posibilidades de gobernabilidad serían mayores, pues el gobierno ganador podría tener mayoría en el Congreso. Adicionalmente, el voto preferencial ha sido obviamente el mecanismo generador del mercado político, pues para tener un cargo político (presidente, congresista, gobernador, alcalde) es necesario invertir o tener quien financie la campaña (no olvidar que en las últimas elecciones hay evidencias claras que varios candidatos fueron financiados por narcotraficantes, mineros ilegales), que luego tienes que recuperar la inversión o pagar la deuda. En consecuencia, el marco jurídico es, en parte, el origen del mercado político actual.

Cuando todos estos procesos se fueron combinando se fue creando progresivamente una cultura proclive a la corrupción, en la medida que los propios presidentes (Fujimori, García, Toledo, PPK, Castillo) dieron el ejemplo de cómo aprovechar el poder para fines propios. Ejemplo que fue seguido en todos los niveles de gobierno y, en casi todas las reparticiones del Estado, es evidente que la ética pública se perdió casi totalmente, y la mejor expresión son los congresistas actuales y varios funcionarios investigados por la Fiscalía y por el Poder Judicial. Cuando la crisis llega al nivel ético y moral es muy difícil, aunque no imposible, recuperar los códigos morales mínimos: no mentir, no robar, no engañar, no matar. Creo que en el Perú hay mucha gente que no ha perdido la moral, pero que están asustados por la delincuencia convertida en política.

Para salir de este atolladero habría que pensar cómo hacemos para atacar los orígenes de esta crisis: reinventar los partidos políticos, mejorar el modelo económico, rehacer la Constitución recientemente manipulada y buscar liderazgos institucionales y personales basados en la recuperación de la moral pública y pensar seriamente en el “bien común” como meta de la política y de la gobernanza.

Abril 2024

 

30/03/24: El modelo de Washington y el desarrollo económico

EL MODELO DE WASHINGTON, EL NEOLIBERALISMO Y EL DESARROLLO ECONÓMICO. El caso peruano 1990-2020

Por Efraín Gonzales de Olarte

Editorial. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Año: octubre 2023

En estos tiempos de problemas muy coyunturales, hemos perdido la visión de largo plazo, la visión del desarrollo económico, y nos olvidamos del modelo económico “primario-exportador y de servicios” generado en el Perú durante los últimos 30 años. Este modelo ha tenido un período de gran auge seguido de la crisis actual, sin embargo, no ha resuelto los problemas de las desigualdades sociales y regionales, la informalidad, las bajas productividades y el acceso a oportunidades para todos. Lo que ha repercutido en un lento desarrollo humano.

En este libro he abordado el análisis del ciclo económico y político reformista neoliberal que se inició en 1990 y ha llegado a su fin. El Perú aplicó de manera drástica las recetas neoliberales propuestas por los organismos de Washington en los años 90s para superar la profunda crisis heredada del gobierno de Alan García. El principal resultado fue crecimiento sin redistribución, con gran informalidad y con grandes desigualdades. Es decir, “El modelo de Washington” basado en la ideología neoliberal, ha sido otro de los modelos de desarrollo aplicados en el Perú, que no ha llegado a convertir el crecimiento en desarrollo, capaz de resolver los principales problemas de la mayoría de peruanos.

En el libro se ha analizado los distintos modelos de desarrollo aplicados en todo el mundo y muestra porqué algunos países lograron construir modelos exitosos –por ejemplo: los países del sud-este asiático- y otros no -buena parte de los países latinoamericanos y particularmente el Perú-. Las principales características de los modelos exitosos de desarrollo han sido: construyeron procesos de crecimiento basados en la industria exportadora, el principal factor de crecimiento fue el capital humano, todo ello basado en el establecimiento de instituciones económicas y políticas estables y en un entendimiento del Estado con el sector privado empresarial por largo plazo.

Una conclusión importante es que no es posible copiar modelos de desarrollo, cada país debe construir su propio modelo en función de sus experiencias anteriores, tratando de superar los factores que impidieron el éxito de uno u otro modelo. Para ello, obviamente se requiere de acuerdos políticos, económicos e institucionales duraderos, en democracia. Es decir, la polarización y fragmentación social y política no puede llevar al desarrollo.

Hoy tenemos el desafío de recuperar la institucionalidad para recuperar la capacidad de pensar en un modelo de desarrollo integrador y sostenible.

07/03/24: LA QUIMERA DEL DESARROLLO ECONÓMICO EXITOSO

¿Cuándo un modelo desarrollo económico es exitoso?

Efraín Gonzales de Olarte

En el Perú y en buena parte de América Latina hasta ahora no se ha encontrado el modelo de desarrollo económico capaz de resolver los principales problemas de sus habitantes: ingresos y empleo decentes, satisfacer las necesidades básicas y sociales de cada familia, acceso a servicios educativos, de salud e infraestructura básica, asegurar pensiones para la vejez, y la posibilidad de integrarse fácilmente a la sociedad del conocimiento, todo ello manteniendo un medio ambiente saludable. Es verdad que los estándares del desarrollo van aumentando constantemente, en la medida que aumenta el conocimiento, aparecen nuevas tecnologías, la constante expansión de la sociedad de la información y las aspiraciones crecientes de todos para alcanzar mayores niveles de vida y de cultura.

En América Latina se ha ensayado varios modelos de crecimiento: primario-exportador, primario-exportador y semi-industrial, industrialización por substitución de importaciones, primario-exportador y de servicios. En cada tipo de modelo la intervención del Estado ha sido variable, en el primero y el último su presencia ha sido limitada y la iniciativa privada ha constituido el motor del crecimiento, mientras que en los otros el Estado fue el promotor. Además, todos estos modelos han sido impulsados por gobiernos democráticos o alternativamente por gobiernos autoritarios, sino dictatoriales. Es decir, no ha habido estabilidad en los modelos de crecimiento por largas décadas y tampoco democracias duraderas, salvo excepciones como Costa Rica y hasta cierto punto Uruguay. Después de la segunda guerra mundial, el resto de países ha tenido períodos de crecimiento seguidos por etapas de crisis, pero la tendencia del crecimiento promedio ha sido bastante modesta en comparación con los países asiáticos, especialmente los del sud este.

El denominador común de estas tendencias ha sido la inestabilidad económica y política, que no ha permitido generar consensos nacionales para buscar el modelo de crecimiento económico que lleve al desarrollo social y humano. Obviamente, la pregunta que se plantea es: ¿por qué? No es fácil responder a esta pregunta, pero hay varios factores que pueden explicar este fenómeno tan complejo.

En primer lugar, hay factores históricos como la herencia colonial que generó la continuidad de economías primario exportadoras y Estados centralistas. El atraso económico de España y Portugal frente a los países que iniciaron la revolución industrial, impidió algún tipo de industrialización en el siglo XIX, la industrialización de varios países de América Latina sólo comenzó a raíz de la crisis de 1929, generándose la primera ola de industrialización para substituir los productos que ya no se podían importar. Luego vendría la industrialización por substitución de importaciones (ISI), posterior a la segunda guerra mundial, promovida por la CEPAL, que tuvo una década de auge y después entró en crisis, En todo caso fueron procesos de industrialización tardía, cuya principal característica fue producir para el mercado interno y no como los países asiáticos cuyos modelos de crecimiento fueron de industrialización para la exportación.

En segundo lugar, ninguno de los modelos de crecimiento logró resolver el problema de la desigualdad en la distribución de la riqueza y de los ingresos, al contrario, en cada fase de crecimiento económico las desigualdades se incrementaron. El problema central de las desigualdades de ingresos es que generan estructuras de demanda también desiguales, es decir, los que tienen altos ingresos tienen capacidad para importar los bienes industriales y servicios que deseen, en cambio los de bajos ingresos, que son la mayoría, sólo pueden comprar los productos nacionales como alimentos, ropa y algunos servicios y como su demanda agregada es relativamente pequeña no constituye una base para alentar el incremento de las inversiones para aumentar la oferta. De otro lado, las desigualdades son un freno para el desarrollo de los mercados de trabajo y capitales, que se desprende de la baja tasa de inversión. Además, las desigualdades generan tensiones sociales entre los que tienen mucho y los que tienen poco o nada. Ningún modelo de crecimiento y ningún gobierno ha logrado resolver este gran problema. Por ello, cada vez que hay una crisis de crecimiento, salen propuestas políticas de signo contrario para corregirlas, en consecuencia, se genera un péndulo entre políticas pro-mercado y políticas estatistas, generando una inestabilidad que hace perder el norte del desarrollo de largo plazo.

En tercer lugar, dada la discontinuidad de los modelos de crecimiento y las desigualdades inmanentes, la construcción de instituciones económicas, políticas y sociales ha tenido las mismas tendencias: han sido cambiantes frente a cambios en las coyunturas económicas y políticas, no han logrado reducir las desigualdades, por ejemplo: a partir de políticas sociales con metas de largo plazo en educación, salud, infraestructura básica y cultura. Sin embargo, las instituciones económicas (BCRP, SUNAT, SBS, etc.) han sido más estables que las instituciones que manejan las políticas sociales y las instituciones políticas, lo que muestra que los intereses económicos predominan sobre las necesidades sociales. Por otro lado, los partidos políticos, se han ido debilitando y se han ido desconectando de las necesidades de sus electores y del carácter igualador de las políticas estatales, es decir, las preferencias colectivas han perdido sus representantes al llegar al gobierno, con resultados económicos y sociales inciertos para todos.

Frente a este panorama complejo e inestable, uno se pregunta ¿qué se puede hacer para buscar un modelo de desarrollo capaz de resolver los principales problemas de las personas y de la sociedad? Además, ¿Quién debe o podría promover los cambios en base a propuestas que sean convincentes para los electores y los ciudadanos?, pero sobre todo que tengan credibilidad que lo que se promete se ha de realizar. La debacle en América Latina comenzó cuando los partidos que ganaban las elecciones con promesas populistas, al llegar al poder se convirtieron en neoliberales, este fue el caso de Menem en la Argentina y de Fujimori en el Perú. Es decir, se rompió la esencia de un pacto electoral: la credibilidad que progresivamente fue decreciendo y también el rol de los políticos en la promoción del desarrollo.

Las experiencias internacionales de éxito en el desarrollo han tenido varios ingredientes: 1. Mantener una estabilidad política e institucional por largo tiempo. 2. La generación de confianza en el modelo de desarrollo, cualquiera que sea, basado en que sus resultados favorezcan a las mayorías. Uno apoya lo que le favorece. 3. Construir un modelo de crecimiento capaz de aumentar constantemente las productividades, en base a la innovación tecnológica y al empuje del capital humano, acompañado de un Estado capaz de asociarse con el empresariado y, al mismo tiempo, tener una robusta política redistributiva apoyada tanto por el empresariado como por la sociedad civil. Crecimiento con redistribución es la fórmula, es decir una economía mixta en la empresariado y Estado cooperan y que se asocia a un modelo político democrático, con instituciones fuertes y descentralizado.

Obviamente, cada país debe buscar de construir su propio modelo de desarrollo, pero para ello se requiere de consensos, confianza y estabilidad política por 30 o 40 años, es decir por dos generaciones por lo menos. Todo un desafío para la América Latina tropical.

6.03.2024

22/02/24: A dónde nos lleva la inteligencia artificial (IA)

A DÓNDE NOS LLEVA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Efraín Gonzales de Olarte

Nos hemos preocupado por las potencialidades y amenazas de la inteligencia artificial (AI), pero no estamos tomando en cuenta que sus posibilidades serán aprovechadas por quienes están más equipados: los ricos, los de mayor educación, los países más desarrollados, las grandes empresas y el resto probablemente no tendrá las mismas oportunidades. En consecuencia, la mayor amenaza de la IA es que, con seguridad, va a incrementar las desigualdades entre personas, regiones y países, o sea que en el futuro habría un incremento de las divergencias en el desarrollo en el mundo, en los países y las regiones, que llevarán a un dualismo, de pronto insalvable.

Según Google “La inteligencia artificial (IA) es un campo de la informática que se enfoca en crear sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción”. Es decir, es una tecnología que busca emular la inteligencia y la acción humana, que requiere de conocimientos de informática, que pueden ser aplicados tanto a la construcción de un robot, como a la producción de teléfonos celulares y a la posibilidad de realizar cualquier tarea a pedido, tal es el caso de ChatGPT, que no sólo es capaz de responder cualquier pregunta, escribir un poema, pintar un cuadro, escribir una tesis  universitaria e, incluso, ayudar a resolver problemas científicos complicados. Es decir, es capaz de ir reemplazando a nuestro cerebro o acelerando sus potencialidades.

Sin embargo, las múltiples aplicaciones de la IA nos vienen desde fuera y nos convierten en usuarios pasivos de sus avances. Por ejemplo: el uso masivo de los celulares y sus programas prefabricados nos han hipnotizado y nos hemos convertido casi en sus esclavos. El efecto de estas nuevas tecnologías, basadas en la IA, están cambiando las relaciones sociales, antes teníamos los amigos del barrio a quienes conocíamos y nos juntábamos para departir o hacer deporte, hoy tenemos amigos virtuales de todo el mundo, que son imágenes y voces que no sabemos si son reales o artificiales. Estamos perdiendo, pues, el contacto humano tan necesario para vivir en sociedad. Aunque es obvio que las siguientes generaciones serán muy diferentes y serán dependientes de las innovaciones tecnológicas, de manera permanente. Es decir, habrán perdido mucho de la libertad y de la iniciativa personal

Es evidente que habrá muchos que utilizarán la IA para progresar, dentro de los parámetros que se están estableciendo en un mundo crecientemente dominado por la IA, esos serán los que tienen recursos para comprar las tecnologías, recursos para tener mayores niveles educativos y obviamente, aparecerán muchas empresas nuevas nacidas de esta matriz. Claro está que son y serán las grandes empresas las que liderarán las transformaciones e innovaciones, que nos las irán transfiriendo constantemente y, nosotros, como usuarios no sólo no tendremos opción, sino que estaremos excitados en cada aparición de algo nuevo, es decir, estaremos yendo apresuradamente a una nueva clase de alienación, de la cual será difícil salir y recuperar la libertad de pensar y actuar por uno mismo.

Pero aquellos que no tienen los recursos financieros y tienen bajos niveles de educación, obviamente se quedarán atrasados y no podrán hacer parte de la “modernidad y potencialidad de la IA” y serán los nuevos omitidos de la sociedad de la IA.

Las preguntas que me hago son: ¿quién será más libre? y “la libertad tendrá una nueva connotación? en un mundo compuesto por los que producen nuevas tecnologías, mercancías y servicios y los consumidores incapaces de revelar sus preferencias. En verdad, el capitalismo ha sido siempre así, los productores de todas las innovaciones industriales y culturales han condicionado nuestras canastas de consumo con los nuevos productos y servicios que aparecen. El capitalismo de la IA será, obviamente, mucho más innovador de innumerables nuevas tecnologías, que nos alinearán sin remedio, pero también marcará nuevos criterios de desigualdad.

Estamos advertidos.

22.02.2024

15/01/24: DESCENTRALIZACIÓN PASMADA. Cómo desbloquearla

LA DESCENTRALIZACIÓN PASMADA 2003-2023[1]

Efraín Gonzales de Olarte

Acabo de publicar el libro del título. Las principales conclusiones a las que llegué son las que siguen. Nuestra intención es volver a poner en agenda la descentralización como reforma del Estado con el objetivo de promover el desarrollo regional y local, la democracia y el desarrollo humano. En esta primera parte veremos los resultados del proceso de descentralización 2003-2023, en la segunda presentaré la propuesta para relanzar la descentralización pasmada.

  1. LOS RESULTADOS.

La búsqueda del desarrollo regional integrado, convergente, equitativo y equilibrado sigue siendo un objetivo de largo plazo en el Perú. El crecimiento económico, en el período 2003-2018, ha sido positivo de manera agregada, pero bastante desigual a nivel regional. Los principales factores de crecimiento han sido la inversión privada en primer lugar, los precios internacionales de las exportaciones peruanas y la inversión pública, que se vinculan el ciclo internacional expansivo. Dentro de este contexto, la descentralización se conectó sobre este ciclo económico, ha sido la primera vez que se lleva a cabo un proceso de descentralización don una economía en crecimiento.

La descentralización iniciada en el 2003 ha contribuido con un pequeño avance en el plano económico, ciertamente ha sido un  modestísimo factor de crecimiento regional o local, en la medida que ha mejorado la integración física, estatal y económica. La descentralización del poder de decisión hacia los gobiernos locales y regionales sobre las decisiones de inversión ha contribuido a esta tendencia, sin embargo no podemos afirmar que la descentralización haya sido, hasta ahora, un importante factor de desarrollo regional.

El mayor impacto de la descentralización ha estado en el plano político, en la medida que ha permitido la reforma de un Estado demasiado centralista y la transferencia de competencias y presupuestos a los gobiernos regionales y locales. Pero, aún en este tema, la descentralización careció de un plan de largo plazo y de una concertación amplia entre el Estado, los empresarios y la sociedad civil en cada región, provincia y distrito. Lo que no ha logrado generar una vigorosa adhesión al proceso de descentralización por las sociedades regionales y locales.

Hay cinco factores que han limitado la capacidad desarrollista de la descentralización: a. el pequeño tamaño del Estado, tanto presupuestalmente como en sus funciones, burocracia poco calificada y capacidad de gestión; b. los vaivenes en su aplicación en cada cambio de los cuatro gobiernos (2002-2020) c. la falta de un plan que orientara, coordinara y ordenara el proceso de descentralización; d. la persistente corrupción, e. fue una descentralización sin regionalización.

Un Estado que recauda apenas el 15% a 16% del PBI y gasta alrededor de 21% del PBI, en un país con grandes desigualdades regionales y locales, es insuficiente para acometer objetivos de promoción del crecimiento económico (inversión pública) y de redistribución (gasto social) de manera simultánea. En estas condiciones, la descentralización solo pudo aspirar a una mayor eficiencia en la asignación de la inversión y del gasto público, sin embargo, el Estado peruano no tiene una buena capacidad de gestión, no hubo coordinación entre niveles de gobierno y, sobre todo la corrupción se hizo dramáticamente creciente durante el período de aplicación. En consecuencia, no hubo más eficiencia en el gasto público descentralizado.

Una política de Estado como la descentralización tuvo que haber tenido un plan de largo plazo y una hoja de ruta que fuera cumplida por cada nuevo gobierno. La ausencia de metas intermedias en la descentralización ha sido notoria. Además, cada nuevo gobierno ha tenido una apreciación diferente de las potencialidades de la descentralización. Tampoco desde la sociedad y desde los sectores productivos ha habido una participación comprometida e interesada con el proceso.

La ausencia de un plan de descentralización se ha hecho patente en la forma como se ha llevado a cabo el proceso. Las etapas aconsejadas por la experiencia internacional (1. descentralización política, 2. descentralización administrativa, 3. descentralización del gasto, 4. descentralización tributaria) no fueron tomadas en cuenta. La descentralización política tuvo como falla de origen el no definir una nueva regionalización. la descentralización administrativa fue descoordinada y desfinanciada, la descentralización tributaria, que se supone es la última etapa de este proceso, se dio desde el inicio del proceso debido al incremento sustantivo del canon, las regalías mineras y de otros recursos, para cuyo manejo y asignación no estaban preparados los gobiernos regionales y locales, por lo que no se aprovechó adecuadamente de estos recursos, la única que funcionó fue la descentralización del gasto.

Estas son las razones por las cuales la descentralización a la peruana de los últimos casi 20 años, ha tenido un desempeño bien modesto y, sobre todo, ha entrado en una etapa de somnolencia.

Quizás el aspecto más negativo de este proceso ha sido la descentralización de la corrupción, hay suficiente evidencia judicial y de la procuraduría anticorrupción sobre la profundidad de este problema. El inédito ciclo de crecimiento económico, durante los diez primeros años del proceso de descentralización generó recursos fiscales mayores a los de décadas anteriores y, en la medida que los mecanismos de fiscalización por parre de la Contraloría han sido muy débiles, la corrupción ha crecido y prácticamente se ha institucionalizado en todos los niveles de gobierno. Así, la carrera política se ha convertido en una meta de enriquecimiento ilícito para quienes son elegidos alcaldes, gobernadores, presidente y otros funcionarios del Estado.

La corrupción ciertamente reduce las posibilidades de brindar mejores servicios públicos, de realizar inversiones con mayor beneficio social e incrementa la asimetría de la información pública. Se trata de una redistribución de los recursos del Estado de manera delincuencial y que favorece la concentración del ingreso en los partícipes de la corrupción. Este es, a todas luces, uno de los problemas más difíciles de resolver para la continuidad de la descentralización.

En suma, las grandes expectativas puestas en la descentralización como promotora del desarrollo regional y local han sido puestas en su real dimensión: un país económicamente concentrado espacialmente (ciudades y Lima), con un Estado pequeño y con poca claridad sobre las metas de la reforma, solo ha avanzado en una mayor democratización de la sociedad y de manera modesta en la descentralización política. En su dimensión económica, la descentralización no ha logrado reducir las desigualdades regionales, la divergencia en el crecimiento, aunque sí ha avanzado en la integración física, económica y estatal.

 

  1. LA PROPUESTA.

Pese a los modestos resultados de la descentralización, ésta continúa siendo una posibilidad –quizás la única- para reformar el Estado y para encaminar a la sociedad y a la economía a una senda distinta de desarrollo regional y local, impulsada por una democracia robusta. El hecho de haber distribuido el poder en los cuatro niveles de gobierno es un avance en sí y debería retomarse, pero requiere de un balance y, probablemente, de un relanzamiento con un plan que tenga objetivos de mediano y largo plazo para el desarrollo territorial y, en consecuencia, para el desarrollo humano. Los pasos que habría que seguir son los siguientes:

El primer paso es rehacer la descentralización política con un pacto entre el Estado, los empresarios y la sociedad civil (que debe incluir a los gremios, entidades de la sociedad civil y ONGs) también de manera descentralizada, es decir un “pacto descentralista para el desarrollo”. La verdadera reforma del Estado descentralizado debe partir de un acuerdo social y político en el que intervengan estos tres grandes estamentos de la sociedad.

Un tema esencial del relanzamiento de la descentralización es reinstaurar la reelección de autoridades regionales y locales. La no reelección ha sido un factor muy dañino para el desarrollo regional y ha promovido la corrupción

Pacto descentralista de largo plazo.

El segundo paso, es establecer una política de desconcentración económica territorial a partir de planes concertados de inversión definidos en el pacto, en los tres tipos de inversión: capital humano, capital físico y capital institucional, en cada región. Es imprescindible establecer metas de mediano y corto plazo en un plan concertado. La asociación y cooperación entre la inversión pública y privada es un tema central, para lograr el desarrollo desconcentrado de regiones. Es necesario generar incentivos para que la inversión desconcentrada tenga tasas de crecimiento bastante mayores que las de Lima. El efecto adicional de este proceso es generar una desconcentración de la base fiscal que fortalecería la descentralización del Estado. Desconcentrar para descentralizar y descentralizar para desconcentrar

Tercero, es necesario incrementar el tamaño del Estado en términos fiscales y a mejorar su calidad de gestión. La descentralización y el desarrollo regional no tendrán éxito si la presión tributaria no llega por lo menos a 20-22% y el gasto público a 25-26% sobre el PBI. Es imprescindible la ampliación de la base tributaria[2] y disminuir la dependencia de la economía fiscal los precios de las exportaciones. Es necesario que la mayor parte de los impuestos -generados regional y localmente- provengan de los sectores productores para el mercado interno: agricultura, agroindustria, industria y servicios, en las distintas regiones- y una mayor diversificación de las exportaciones internacionales. Con un Estado chico la descentralización no tendrá éxito.

Cuarto. Es necesario precisar el rol subsidiario de un Estado descentralizado. En un país con desigualdades regionales y locales, es necesaria la presencia activa del Estado en aquellos lugares (provincias, distritos o regiones) en los que el sector privado o es débil o sus negocios no son viables. Esto sucede, sobre todo, en aquellas poblaciones pequeñas, relativamente aisladas y con escasos recursos naturales, donde el Estado debería asumir el rol de productor de bienes y servicios. El Estado y el sector privado deberían cooperar para incrementar la integración económica, física y estatal, base del desarrollo territorial y para desconcentrar la inversión productiva a regiones fuera de Lima sobre la base de la acción subsidiaria del Estado en las regiones más débiles. Redefinir el rol subsidiario del Estado descentralizado

Quinto. Es preciso definir un modelo de desarrollo económico regional que debería ser Desconcentrado, Integrado y Exportador, tanto al exterior como entre regiones (DIDE). La desconcentración es en el fondo un proceso acelerado de incremento de la división del trabajo a nivel regional y de aumentos sustantivos de la productividad.

Sexto. La regionalización. Un tema que ha quedado de lado es la conformación de macrorregiones. E     sta ha sido una falla de origen del actual proceso de descentralización y no será fácil volver a procesarlo. Este problema está vinculado a dos temas: el tamaño de la “región óptima” y los intentos de crear mancomunidades regionales o regiones integradas. El tamaño de las economías regionales es importante, porque permiten activar los beneficios de las economías de escala y las externalidades, que son factores probados de mayor desarrollo.

Las mancomunidades no deberían reducirse a la coordinación de la inversión, el gasto público y las propuestas de proyectos inter gubernamentales de desarrollo, debería incluirse la integración económica como meta de largo plazo. Lograr que las regiones actuales se integren económicamente –aunque no tengan gobiernos macrorregionales- es una necesidad para el desarrollo regional y para el fortalecimiento de la democracia. Es imprescindible  establecer algún sistema de premios para promover la inversión y el gasto público por macrorregiones o mancomunidades. La descentralización “recargada” y la cooperación entre departamentos para conformar macrorregiones.

Séptimo. Un aspecto no menor y que a menudo se soslaya es el poder de la ideología descentralista, que ha decaído y debería volver a ser parte del proceso de descentralización. El conjunto de ideales sobre cómo la descentralización puede ser una vía efectiva de desarrollo regional Las ideologías, son parte del capital inmaterial que pueden movilizar las voluntades, a los ciudadanos, a los empresarios y a la sociedad civil. El poder de la ideología descentralista.

Finalmente: ¿qué hacemos con la corrupción? Tema complejo y de difícil solución, pero que es necesario acometer. Proponemos un conjunto de soluciones jurídicas, institucionales y éticas para enfrentar este corrosivo problema: 1. Crear un sistema judicial especial para el juzgamiento rápido de los delitos de corrupción, de manera descentralizada. 2. Descentralizar la contraloría de manera efectiva, que las oficinas regionales cuenten con cierta autonomía. Hacer transparentes los procesos de licitación, concesión, compras y adquisiciones, a través de plataformas informáticas, interactivas. 3. Incorporar códigos éticos y conformar liderazgos éticos a nivel de regiones y localidades. Realmente se necesita una cruzada anticorrupción. 4. Mejorar la vigilancia ciudadana ampliando las funciones de los foros para los presupuestos participativos, dándoles la función de fiscalización de los presupuestos aprobados y en ejecución. 5. Crear incentivos para premiar las buenas prácticas limpias de corrupción. 6. Hacer que los acuerdos de los presupuestos participativos sean vinculantes, lo que permitiría la fiscalización ciudadana de las ejecuciones presupuestales.

Concluimos. Para generar desarrollo humano el crecimiento económico tiene que estar en función de las personas. Para ello, la condición necesaria es la desconcentración de la inversión privada en coordinación con la inversión pública. La condición suficiente es que la inversión debe ser hecha en las tres formas de capital: humano (educación), físico (infraestructura básica y productiva) e institucional (normas simples y claras y buen gobierno) y debe generar desconcentración económica. La condición sostenible es la conversión imperativa del capital natural en capital humano y en capital físico. La condición imprescindible es la aprobación de un “pacto social” para descentralizar para desconcentrar y desconcentrar para descentralizar entre: empresariado, Estado y sociedad civil. Una descentralización sin una participación política institucionalizada y activa no tendrá los resultados que se esperan.

Lima, enero 2024

 

[1] LA DESCENTRALIZACIÓN PASMADA. Desconcentración y desarrollo regional en el Perú 2003-2020, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima diciembre 2023.

[2] Hay dos caminos para lograr este objetivo: una agresiva campaña para reducir la elusión y la evasión tributaria y un cambio progresivo de la estructura económica hacia sectores que produzcan con mayor valor agregado dirigidos al mercado interno y al externo.

10/11/23: Adolfo Figueroa Arévalo recordado en el SEPIA XX

ADOLFO FIGUEROA HOMENAJE EN EL SEPIA

UNALM 8 de noviembre 2023

Efraín Gonzales de Olarte

 

Es un honor para mí haber sido invitado para homenajear a Adolfo Figueroa Arévalo, al año de su partida. Recordar su vida y obra es tenerlo siempre presente entre nosotros y sentirnos iluminados por su legado académico y personal.

Es muy significativo que el Seminario Permanente de Investigación Agraria, recuerde a su fundador, demostrando que su espíritu dedicado a la investigación para mejorar la vida de las personas, sobre todo los que viven del campo, sigue vigente y lo sobrevive, espero que por muchos años más. Felicitaciones y agradecimiento a los directivos de SEPIA.

Pero: ¿quién fue Adolfo Figueroa? Fue un ancashino de origen rural, nació en el pequeño pueblo de Shilla del Callejón de Huaylas, estudió la primaria en la escuela rural cercana a su casa y fue enviado por sus padres a estudiar la secundaria a Lima, donde estuvo los dos primeros años en el Colegio Guadalupe, siendo el alumno más destacado de su promoción, y terminó la secundaria en el Colegio Militar Leoncio Prado. Luego estudió Ciencias Económicas en la Universidad Mayor de San Marcos y gracias a una beca de una organización internacional fue a hacer sus estudios de posgrado en la exclusiva Universidad de Vanderbilt en los Estados Unidos, donde obtuvo su doctorado con una tesis sobre la distribución del ingreso en el Perú. Paralelamente, formó una entrañable familia con Yolanda su esposa y sus dos hijos: Rocio e Iván aquí presente.

Cuando volvió al Perú, fue invitado por los profesores Máximo Vega Centeno y Richard Webb a unirse a ellos para la creación de la carrera de Economía en la Pontificia Universidad Católica del Perú, dentro de la nueva facultad de Ciencias Sociales. En la PUCP enseñó, investigó y fue autoridad durante más de cuarenta años, antes de jubilares. Además, fue consultor de casi todos los organismos internacionales. Fue un ejemplo del economista comprometido con su realidad y su sociedad, la cual conocía desde sus orígenes, los del Perú profundo y llegó a ser un reconocido profesor visitante en universidades estadounidenses y latino-americanas. Durante su vida, transitó desde el estudiante de origen rural hasta el economista cosmopolita, sin perder su autenticidad de ancashino y de peruano.

Adolfo Figueroa Arévalo fue uno de los raros economistas peruanos que elaboró una teoría axiomática sobre los modelos de desarrollo, a la cual llegó después de un vasto trabajo de investigación empírica. Estudió desde las economías campesinas, los problemas del empleo, la desigualdad distributiva, la educación, mercados laborales, las políticas redistributivas, los regímenes de políticas económicas, hasta el uso y abuso de los recursos naturales no renovables y los problemas ambientales.

En su obra culminante: “Una teoría unificada del desarrollo capitalista” (2009) en la cual propone tres tipos de sociedades capitalistas: 1. la sociedad Epsilon correspondiente a los países de desarrollo capitalista temprano, 2. la sociedad Omega correspondiente a los países de menor desarrollo capitalista y 3. la sociedad Sigma, correspondiente a los países latino-americanos. La esencia de su teoría sobre el desarrollo económico se centra en la capacidad de inclusión o exclusión que tienen los países, dadas las desigualdades iniciales, que pueden llevar a la divergencia o a la convergencia económica y social en función de los procesos tecnológicos. Sostiene que en los países latinoamericanos, la sociedad sigma no ha logrado resolver los problemas de la inclusión y la desigualdad, debido a la escasez de los agentes de cambio, como el empresario schumpeteriano, siendo esta la principal limitación del desarrollo económico.

En el fondo su preocupación fue desentrañar los meandros de las desigualdades económicas y sociales, sus orígenes, sus procesos y sus impases. Nos demostró que, para proponer teorías, el camino comienza viendo cómo es la realidad, viajando a los lugares de estudios, caminando los largos recorridos de la pobreza campesina y urbana, es decir, ensuciándose los zapatos, luego construyendo la información estadística y cualitativa, para finalmente comprobar las hipótesis de inicio. Por ello, sus teorías no nacieron de la imaginación del economista sentado frente a su computadora, sino de la observación de la compleja y a veces elusiva realidad peruana y latinoamericana.

Pero, Adolfo no sólo fue un gran académico, fue también un constructor de instituciones. Fue clave en la creación y desarrollo del Departamento de Economía de la PUCP, en la posterior creación de la Maestria en Economía que al día de hoy está entre las 10 mejores maestrías en Economía en América Latina, fue varias veces jefe del Departamento de Economía, también fue Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, fuera de la universidad fue uno de los fundadores de la rama latinoamericana de la Sociedad Econométrica, fue miembro del Consejo Ejecutivo de LASA, fue miembro del comité editor de varias revistas internacionales entre ellas  World Development, estableció convenios de cooperación con las Universidades nacionales de Piura, Cusco, Arequipa y Huamanga, con el propósito de mejorar la enseñanza y la investigación. Y fue el primer presidente del Seminario Permanente de Investigación Agraria en 1985-86. Estaba convencido que la construcción institucional es una de las claves para el desarrollo de los países, pero sobre todo para la mejora de la calidad de la enseñanza e investigación en economía, sobre todo aquella que promueva la inclusión y la igualdad.

Su temprana partida es una pérdida para la comunidad académica, pues, aún esperábamos más de sus luces y de su encantadora persona.  Pero se fue dejando un acervo de conocimientos, que no existía antes de él, se fue enseñando cómo enseñar economía de manera rigurosa, explicando los problemas más complicados con el lenguaje del “canillita”. Tenía un raro e innato talento para enseñar y, sobre todo, lograba que sus alumnos aprendieran, prueba de ello es las centenas de exalumnos suyos que ponderan hasta hoy sus cualidades de “maestro”.  En otras palabras, creo que logró lo que se propuso, tanto como investigador, teórico y como profesor. En este sentido tuvo una vida completa, que hay que celebrar, aunque él nos haga falta físicamente.

Pero quizás el rasgo más destacable de Adolfo Figueroa fue su personalidad magnética y su genuina convicción de que el Perú sería mejor si se conociera mejor sus insondables problemas y la mejor manera de lograrlo es formando buenos economistas comprometidos e identificados con los problemas que genera el subdesarrollo.

Ahora que no está ya con nosotros físicamente, estará siempre presente a través de su obra, de sus enseñanzas y de su espíritu. Quienes lo conocimos y compartimos la enseñanza y la investigación, podemos decir que Adolfo mejoró nuestras vidas.

 

Lima, noviembre 2023

 

17/09/23: La importancia de ser “caviar” en el Perú

LA IMPORTANCIA DE SER “CAVIAR”

Efraín Gonzales de Olarte

Estoy seguro de que la mayor parte de quienes usan la palabra caviar y sus derivados en el Perú no saben que se trata de los huevos del esturión, pez que no existe en nuestro país. Como apelativo político, comenzó a usarse en París en mayo de 1968 cuando estudiantes de sectores acomodados, acostumbrados a consumir productos de lujo en ocasiones importantes como el caviar, fueron actores de manifestaciones estudiantiles y sindicales apoyando cambios radicales en la política y sociedad francesas. A ellos los denominaron caviares.

En el Perú de los últimos años se ha generalizado su uso tanto por políticos tanto derechistas como izquierdistas que tienen en común ser sectarios y profundamente ignorantes, con el fin desacreditar, estigmatizar o denigrar a personas que no comulgan con sus ideas y que,  proviniendo de clases medias  promueven la democracia, los derechos humanos, la separación de poderes, la justicia social, inclusión y la tolerancia y que se caracterizan por tener niveles educativos e intelectuales bastante mejores que sus detractores.

La descalificación proviene de que alguien con un nivel acomodado de vida no puede ser progresista ni debe preocuparse políticamente por los pobres o por los excluidos. Se niega la posibilidad de tener sensibilidad social y promover la solidaridad. Como si estuviera prohibido pensar en el bienestar de quienes pertenecen a una clase o grupo social distintos del propio. Se trata pues de un pensamiento profundamente reaccionario.

Así, los “caviares” y el “caviarismo” se han convertido en un fantasma al cual tanto la derecha bruta y achorada como la izquierda bruta e ignorante le atribuyen todos los males del Perú, a tal punto que el “anti-caviarismo” se ha convertido en una muletilla, que cualquier político o ciudadano que tiene un problema cuyo origen no sabe explicar, utiliza para descalificar a cualquiera que tenga una explicación lógica y coherente y, especialmente, progresista y democrática. .

Es interesante cómo “los caviares” -que no tienen organización, tampoco líderes, no tienen militantes, ni financiamiento- han sido construidos como enemigo político por los seudo políticos que, identificándose a sí mismos como “de derecha” o “de izquierda” sin ideología ni doctrina política claras, coinciden en algunas cosas importantes: en primer lugar, en su afán por gobernar promoviendo sus intereses particulares o corporativos, sin preocupación por el bien común. En segundo, en sus esfuerzos por corromper o destruir todo vestigio de institucionalidad en el país que pudiera ser obstáculo para sus intereses. En tercero, en sus ataques para hacer retroceder todo logro en términos de derechos y justicia social que se haya podido alcanzar hasta ahora. Como no son capaces o no les interesa justificar o siquiera debatir las ideas, todo se reduce a adjetivos, insultos y prepotencia.

En la práctica, los ataques de derecha e izquierda están configurando a los “caviares” como una opción de centro que, interesantemente, se va ampliando tanto hacia la izquierda como hacia la derecha menos radicales que conservan convicciones democráticas. Y ése es quizás el mayor temor de los extremos, pues estas alturas del proceso político peruano, los políticos que están en el Congreso casi todos ellos “anti-caviares” y el gobierno, tienen más de 90% de rechazo de la ciudadanía.

Quizás sea el momento propicio para conformación de un partido o un frente de centro que el Perú está reclamando para volver a dialogar, a buscar salidas conjuntas a la crisis, rescatar las instituciones que han sido objeto de cambios que las desnaturalizan y, sobre todo volver a pensar en el bien común de los peruanos.

Lima, septiembre 2023

07/06/23: ¿Quo vadis Perú? El incierto futuro de un país que no vale un Perú

¿QUO VADIS PERÚ? El incierto futuro de un país que ya no vale un Perú.

Efraín Gonzales de Olarte

El divorcio entre la economía y política en el Perú, relievada hace poco por varios analistas, tiene su origen en las reformas neoliberales que realizara el gobierno de A. Fujimori hace treinta años, tal como analizamos en el “Neoliberalismo a la peruana” (IEP 1998). Para algunos analistas económicos, esta situación significa que cualquier decisión política no ha de afectar el proceso económico y se alegran que sea así. Sin embargo, este divorcio no es para regocijarse, pues el Congreso puede, como lo está haciendo, destruir una serie de instituciones estatales que garantizan el equilibrio de poderes y el respeto a los derechos humanos, sin que la actividad económica sea afectada. Es decir, gracias a este divorcio se puede destruir la democracia sin que esto afecte la economía, la inflación y el empleo, obviamente hasta cierto punto y por cierto tiempo.

Lo peor de esta situación es que los congresistas de extrema izquierda, extrema derecha y los sin partido que no tienen quien los fiscalice, toman decisiones para limitar el poder de control y fiscalización de algunas instituciones con el propósito de quedarse hasta el 2026, es decir para seguir cobrando sus sueldos y gozando de las prebendas del poder. Frente a estas decisiones congresales el gobierno de D. Boluarte no hace nada para impedirlo, por las mismas razones y aún más. Ante un Congreso no sólo mediocre sino mercantilista y sobre todo destructor de lo poco de institucionalidad que tiene el Perú, la respuesta debería ser disolverlo, lo que sería el preludio de “nos vamos todos”. Pero la Presidenta Boluarte no lo puede hacer porque inmediatamente que deje el cargo tendrá que responder ante la justicia por los más de 60 muertes acaecidas entre diciembre y enero pasado. En consecuencia, no sólo no observa las leyes debilitantes del estado de derecho, sino que está de acuerdo con los congresistas de ir hasta el 2026.

En buena medida el Perú tiene una dictadura de la mediocridad, en la cual el Congreso es quien tiene la iniciativa para todo tipo de cambios, están reemplazando al ejecutivo y al poder judicial en varios aspectos. Lo que es inverosímil es que esta dictadura se está ejerciendo no por algún partido o coalición de partidos, pues no existen como tales, sino por grupos de congresistas que lo hacen para salvaguarda sus intereses particulares. Estamos frente a la dictadura de congresistas de una mediocridad nunca antes vista, de izquierda y derecha que, deliberadamente o no, están llevando al establecimiento de un régimen político autoritario. Es decir, el Perú se está convirtiendo en una republiqueta informal y corrupta. Una pena.

Pero: ¿cuál ha de ser el efecto de este “estilo” de gobernanza para el Perú? Por un lado, la economía seguirá dependiendo de los precios internacionales de las exportaciones y del manejo del BCRP, por otro lado, las decisiones políticas que se están tomado, dado el Estado chico que tiene el Perú y la ineficacia del aparato del estado, el efecto en la actividad económica será mínimo. Sin embargo, la reputación internacional que tiene el Perú y su Estado –crisis política, derechos humanos, abuso del poder- no es un buen aliciente para la entrada de nuevos capitales, salvo los chinos cuya estrategia geopolítica es invertir en el Perú, que es considerado el Hub de América del Sur.

La creciente presencia china en el Perú, cuyos estándares democráticos son inexistentes, está congeniando con el tipo de gobierno actual. No nos sorprenderá en el futuro que varias inversiones chinas hayan pasado por las puertas de la corrupción, con la ayuda del ejecutivo y legislativo. Parafraseando a Den Siao Ping, “no importa cuán democrático sea el Estado peruano, lo importante es que nos deje invertir”.

De aquí al 2026, la economía peruana tendrá un crecimiento mediocre, dependiente de la coyuntura internacional, que hoy por hoy está sujeta a incertidumbre, dada la invasión de Rusia a Ucrania, las elecciones americanas, la derechización de la política, casi a nivel planetario. El efecto será que probablemente baje la inflación, los niveles de pobreza no se reducirán mucho, pero la informalidad seguirá explicando el 75% del empleo y menos del 20% del PBI. Más de lo mismo.

Bajo este escenario tendremos dos años de empeoramiento de la democracia, y la probable exacerbación de conflictos sociales. Ese será el panorama en el cual se llevarían a cabo las próximas elecciones. ¿Quo Vadis Perú?