Urge repensar el negocio notarial y evaluar si aporta valor a las transacciones, sostiene Santiago Dávila Philippon, Editor Central de Economía del diario El Comercio.
La actividad principal del negocio notarial consiste en “dar fe” de un acto jurídico, por ejemplo, de la compra-venta de un auto o de una casa. Aunque a algunos notarios les desagrada que su actividad sea comparada con un negocio, lo cierto es que no difiere mucho de cualquier otra actividad económica en la que el consumidor o usuario debe pagar por un producto, que en este caso, es un servicio intangible.
Para “dar fe” los notarios argumentan que no debe haber muchos notarios compitiendo por ofrecer este servicio a los ciudadanos, porque de ser así, no podrían controlar la “calidad” del mismo. Incluso, aplicando una suerte de regla de tres simple, esquivan el hecho de que hay notarios que prestan un mal servicio o están envueltos en casos de corrupción, para indicar que si hoy, con pocos notarios hay casos de corrupción, con el ingreso de más notarios, ¡la situación empeoraría!