El crédito de un abogado no viene de los juicios que gana, sino de los que evita, porque «la abogacía moderna, como la medicina, se va haciendo cada día más preventiva que curativa»; resultando necesaria una mayor capacitación y perfeccionamiento a fin de agudizar la inteligencia en la comprensión de los problemas que se presenten y en la búsqueda de posibles soluciones.
En ese sentido, las universidades deben proporcionar un muy buen nivel en la preparación académica de los profesionales, en el caso de los abogados, un mayor empleo de la oralidad, siendo necesario recurrir a la retórica y a la oratoria para obtener el conocimiento de técnicas específicas a fin de hablar con propiedad y argumentar debidamente lo que se sostiene.
El abogado, por su mismo nivel de formación, debe tener una filosofía social propia y sobre todo ser muy culto, más aún, debe «saber mucho de todo». En cuanto se refiere al derecho, éste debe ser constante en sus estudios y actualizarse siempre sobre nuevas leyes, decretos y reglamentos, además dominar las leyes sustantivas procesales y especiales, utilizar lenguaje forense en sus escritos, ser amable con sus clientes y tener un amplio dominio de las relaciones humanas.
Sin embargo, toda la ciencia no será suficiente si se pierde de vista lo esencial: el amor a la justicia, el respeto por las personas, honestidad intelectual y honestidad en el ejercicio de su profesión, sin renunciar al ideal de buscar una sociedad más justa y más armoniosa, donde reine la concordia, entendida como una virtud social que alude al buen entendimiento en el orden.
Por eso quiero concluir estas líneas con un deseo y una invocación, anhelando que nunca pierdan las ganas de estudiar y de ser mejores; y en virtud de ello, invoco como lo hacía Bachelar frente a los libros que estaban en su mesa de trabajo: «el hambre nuestra de cada día dánosla hoy», puesto que éste es el único apetito que la humanidad no debiera saciar jamás.■
Texto del artículo «El desafío del abogado», de © JUDITH CUEVA CALLE*, publicado en el diario El Tiempo, el 1 de octubre de 2009.
* Abogada, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Alas Peruanas. Especialista Legal del Juzgado de Trabajo Transitorio de Piura.