La FIFA y el abuso laboral

Por: Lucy P. Marcus / Publicado en Project Syndicate – Mayo 2015

La detención de los ejecutivos de la FIFA en medio de una serie de cargos de fraude y corrupción, ha sido noticia de primera plana en los últimos días. Pero los cargos presentados por las autoridades suizas y estadounidenses se centran en el soborno y la malversación de fondos, y no se ocupan de otra injusticia atroz: el tratamiento de los trabajadores migrantes en Qatar que están construyendo los estadios para la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA 2022.

Amnistía Internacional publicó recientemente un informe sobre las pésimas condiciones en Qatar. Los trabajadores están sujetos a sitios inseguros de construcción, existen firmas de reclutamiento explotador, y pocos recursos asignados a la justicia formal. Recientemente, el ministro de Trabajo de Nepal habló públicamente sobre el gobierno de Qatar por no permitir que los trabajadores migrantes de su país puedan volver a casa a llorar a sus parientes que murieron en el terremoto de abril del 2015.

Como señala Amnistía Internacional, la responsabilidad recae principalmente en las autoridades de Qatar. Pero la FIFA tenía -y todavía tiene- la responsabilidad de actuar. También ha habido llamadas para los patrocinadores, incluyendo a McDonalds, Visa, Coca Cola, Adidas, Budweiser, Gazprom, KIA y Hyundai, para presionar a la FIFA y Qatar para mejorar las condiciones de trabajo.

FIFA

Situaciones similares han surgido en los últimos años en otros sectores también. En abril, Human Rights Watch publicó un informe sobre el trato de los trabajadores de la confección en Bangladesh. El informe, impulsado por el colapso el 2013 del Rana Plaza, en la que más de 1.100 personas murieron y más de 2.000 resultaron heridas, ha destacado las pésimas condiciones de trabajo, inspecciones inadecuadas de construcción, débiles leyes laborales, y la necesidad de prácticas de salarios más justos y beneficios legales.

Más allá de estos ejemplos, se han producido muchos otros. En la tecnología, Apple y Foxconn han enfrentado críticas por las condiciones de trabajo en sus plantas de producción de China. Incluso las instituciones educativas, como el nuevo campus de la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi, se han contaminado por episodios de explotación y abuso laboral.

Estos no son casos aislados. Por cada desastre y caso de alto perfil que impacta los titulares, hay muchos más de los que nunca oímos hablar.

No obstante, se espera que el tratamiento de los que fabrican los productos, producen los servicios, y construyen las cosas que nos hacen felices y productivos -de la ropa y la tecnología a los estadios deportivos y los campus universitarios- continúe bajo escrutinio. La globalización debería obligar a los administradores -y todos nosotros- a pensar seriamente sobre las prácticas laborales alrededor del mundo.

Aquí es donde se torna complicado. ¿Qué cuenta como fuerza de trabajo de una empresa? ¿Son “sus” trabajadores sólo las personas en su propia nómina? ¿Son las empresas responsables de la totalidad de las cadenas de suministro de sus productos? ¿Hasta qué punto puede -y debe- una compañía tener en cuenta las decisiones de aquellos que pueden ser descartados? Cuando un problema grave ha sido puesto en conocimiento de la empresa, ¿sus gestores están obligados a hacerle frente, incluso si se trata de la subcontratista de un subcontratista?

Mientras más grande y más compleja es la empresa, más difícil le resulta hacer un seguimiento de todas las empresas con las que desarrolla su actividad, las empresas que luego subcontratan a otras, y así sucesivamente. Las empresas, como es lógico, afirman que su responsabilidad se extiende solamente a lo lejos. Pero esa no es una respuesta; se trata de una elección. Las organizaciones pueden decidir ampliar su alcance. Incluso pueden decidir que quieren saber la procedencia completa de todos los materiales y componentes de sus productos, y que mantendrán sus cuentas con sus proveedores.

En este sentido, mientras mayor sea la empresa, mayor es su responsabilidad. Pero las compañías más grandes también tienen una capacidad más grande para convertirse en una fuerza para el bien, tanto a nivel local como global. Si una empresa del tamaño de la minorista estadounidense Wal-Mart decide que no va a permitir los envases antieconómicos, su poder de compra dará lugar a cambios en los envases para todo el sector minorista. Lo mismo puede decirse de los salarios y las prácticas laborales.

Cuando las compañías más grandes del mundo y las marcas más reconocidas toman en serio su responsabilidad como compradores, vendedores y fabricantes, y hacen un compromiso firme de actuar en base a valores fundamentales, los demás tienden a seguirlos -o arriesgar a quedarse atrás. Los que operan éticamente y buscan mejorar la vida de todos los involucrados con la fabricación, comercialización y distribución de sus productos, se benefician del prestigio, mayores negocios, o simplemente no ser señalado como un mal actor.

Por el contrario, las empresas cuyos gerentes creen que un mercado competitivo no es lugar para un comportamiento ético, sufrirán cuando los consumidores trasladen sus negocios a otra parte; la regulación gubernamental y las multas les obligarán a actuar; o serán incapaces de atraer una fuerza laboral educada y cada vez más exigente. Todo ello -el escrutinio constante, la prensa dura, la reputación manchada- afectará su existencia en el largo plazo.

Lo mismo es cierto para las organizaciones como la FIFA. Cuando los patrocinadores, como Coca-Cola o Adidas, creen que su reputación se ve empañada por su alianza con una organización comprometida con prácticas corruptas, trasladarán el dinero con el que la apoyan hacia otros lugares.

Las empresas están formadas por personas. El pago de salarios justos, la adopción de prácticas éticas y la defensa de la dignidad de los trabajadores debe ser parte de la forma en que calculan su éxito. Los que ellos mismos se separan de la suerte de los demás, actúan sin conciencia o sentido de lo correcto o incorrecto, y desprecian la común decencia humana, no tienen lugar en el funcionamiento ni asiento en la empresa. Las cosas que nos hacen felices no deben llegar a un precio imperdonablemente elevado.

 

FUENTE: Artículo «The FIFA Syndrome», escrito por © Lucy P. Marcus y publicado en © Project Syndicate el 28/05/2015.

EDICIÓN: Francisco Córdova Sánchez

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