Entrevista hecha por RAFAEL MÉNDEZ – Madrid – 23/05/2010. Publicada en El País
En esta entrevista previa a la reunión de Bonn (preparatoria a la cumbre de Cancún para fin de año) Christiana Figueres se mostraba cautelosa, pero optimista respecto de la posibilidad de un acuerdo. Al parecer ningún político cree que la velocidad del cambio climático sea la que postulan los científicos, y negocian a su favor como si se tratase de la compra de una alfombra en un mercado persa. Para otros el tema está en la distribución de los esfuerzos, las medidas deben afectar a los más ricos y favorecer a los más pobres. Finalmente está en discusión el patrón de mundial de desarrollo que pone énfasis en la necesidad de esfuerzos globales en pos de una tecnoeconomía verde. Todo esto ocurre por su puesto en medio de un enorme clima d desconfianza entre los líderes políticos. Las esperanzas de acuerdos vinculantes parecen aún vanas.
Pregunta. Su tarea parece condenada al fracaso.
Respuesta. Es una tarea complicada, pero es a la vez el reto más inspirador que tiene la humanidad. Ni más ni menos está en juego el patrón económico del mundo en los próximos 20, 30 o 40 años. Por eso la negociación es complicada y va pausada y mesuradamente avanzando. Tengo muchísima confianza en que esto va a seguir adelante y es natural que a veces haya pasos de gigante y a veces pasos más lentos pero vamos en la dirección correcta.
P. ¿El de Copenhague fue un paso lento o un paso atrás?
R. Fue un paso muy grande para los países, pero un paso pequeño para el planeta. Los países se pusieron de acuerdo en pilares muy importantes que vamos a usar para construir el régimen de cambio climático, pero el nivel de ambición fue insuficiente para garantizar la supervivencia de las poblaciones más vulnerables.
P. ¿No va la negociación demasiado lenta y corre el riesgo de aburrir al mundo a base de dar vueltas sobre lo mismo?
R. No estamos dando vueltas sino avanzando. Es cierto que desde la perspectiva de la ciencia y, sobre todo, desde la perspectiva dolorosa de los habitantes de las pequeñas islas y de África, vamos demasiado despacio. La lentitud en la negociación contra el cambio climático es irresponsable. Pero esa velocidad es consecuencia de las realidades políticas y económicas del mundo.
P. ¿Esa realidad es incompatible con el recorte de emisiones?
R. Estamos muy lejos de un acuerdo con el suficiente nivel de ambición. El acuerdo de Copenhague fija que hay que limitar a dos grados el aumento de la temperatura. A la vez, los compromisos de reducción de emisiones que han puesto sobre la mesa los 70 países implicarían un aumento de temperatura de entre 3 y 3,9 grados, que es inaceptable y muy peligroso. E incluso esos dos grados no son suficientes para muchas pequeñas islas.
P. Además de la falta de ambición, en Copenhague se vio que el sistema de negociación, con posibilidad de veto por cualquiera de los 192 países y negociaciones a puerta cerrada, no funciona.
R. El procedimiento fue inaceptable y no puede volver a suceder. Necesitamos transparencia y que todos los países se sientan incluidos. Allí, 25 jefes de Estado llegaron a un acuerdo, pero nunca fueron consultados el resto de países. Venezuela y Bolivia no se sintieron representados. Es normal que al final de una negociación así se reúna un grupo de países, pero han de representar a todos.
P. China, India, Brasil y EE UU cerraron el pacto por su cuenta.
R. Las negociaciones entre los más poderosos son inevitables y no hay que sorprenderse. Lo que es inaceptable es que no consultaran el acuerdo al que llegaron. br/>
P. China no aceptará limitar sus emisiones.
R. Los países en desarrollo están firmes porque su primera obligación es luchar contra la pobreza. A su vez tienen el reto de elegir un desarrollo verde. No están en una situación fácil y su postura es muy entendible. Su preocupación es que un acuerdo limite su desarrollo económico y es lógica.
P. Entonces, la Cumbre de México, en noviembre, se presenta muy negra.
R. No. Soy muy optimista. Es una oportunidad dorada para que los países comprueben la credibilidad de las promesas hechas en Copenhague.
P. ¿Y conseguir un acuerdo?
R. No se trata de alcanzar este año un acuerdo, sino de recobrar la confianza y retomar el diseño del régimen de cambio climático para tener un pacto en 2011.
P. En 2012 acaba el primer periodo del Protocolo de Kioto y no habrá tiempo para crear un nuevo tratado. ¿Está ya todo decidido hacia planes voluntarios?
R. Aún no está sobre la mesa. Unos pedirán compromisos voluntarios y otros vinculantes. Es muy temprano.
P. Mientras la negociación se estanca crece el escepticismo sobre la influencia humana en el cambio climático.
R. Los efectos y las consecuencias nocivas no van a disminuir sino que aumentarán. Y esos efectos llamarán más la atención que la película de Al Gore.