Esperamos que el INEI ponga al servicio de quienes pagamos sus salarios la base de datos del censo universitario para poder analizar y discutir con información la política sobre la educación superior. Por ahora nos contentamos con comentar las migajas de una presentación en la ANR.
El Perú tiene 100 universidades y aumentando, al cierre de esta nota hemos detectado tres más. Solo tres o cuatro tienen acreditación institucional (4%), y no más de seis tienen alguna carrera acreditada. Hoy todos, o casi todos, los planes de gobierno hablan de la acreditación. Si creemos en ello el próximo gobernante tendrá un gran problema, éstos procesos no son rápidos y requieren de experiencia inexistente en el país. Creo que hay qué se prácticos, y en lugar de crear una aparato “que no sea calco ni copia” abramos la puerta a la acreditación internacional y pongamos plazos para que nuestra universidades y carreras se adecuen. Nuestro vecino del sur, tan mentado, tiene poco más de 60 universidades, casi tantas como Francia. Son muchas si, casi tantas relativamente como nosotros. La diferencia es que solo 12 (20%) no están acreditadas. No he querido revisar la situación colombiana que debe ser similar, ni la mexicana.
Los primeros resultados del Censo nos dicen varias cosas interesantes. Primero ya hay tantas mujeres como hombres estudiando. Caminamos en el sentido de muchos países que ya tienen más mujeres en la educación superior que hombres, después de todo la final de la secundaria ya hay más mujeres que hombres. ¿Qué pasa? Será que el actual contexto de crecimiento económico en el Perú los jóvenes prefieren salir a ganar dinero más temprano en actividades de baja calificación; o que los padres prefieren invertir en mejorar –y ampliar- la educación de las hijas porque así aseguran su vejez. No lo sabemos, pero una cosa parecida está ocurriendo en muchas partes del mundo.
Otro dato es que seis universidades (6%) forman a más de la cuarta parte de estudiantes (27%), y que el patrón organizativo de las universidades está cambiando, puesto que dos de ellas (ambas privadas) tienen como estrategia ir hacia los alumnos, en lugar de esperar que vengan a ellas: más locales, más educación a distancia es la fórmula. Curiosamente ocurre lo mismo que con el tránsito, las líneas de transporte público, deben ser lo más largas y sinuosas posibles, de modo que el pasajero salga de su casa y sin caminar más de 50 metros tome un micro.
Qué nos dice el que la mitad de los estudiantes universitarios hayan pasado por una pre, y la otra mitad no. Se me ocurre que los que no van a las academias no son los más capos, sino los más vivos, los que optan por las universidades fáciles; de modo que los que van a las pre son los que quieren ir a un lugar donde la exigencia será mayor que la tuvieron en el colegio.
Finalmente hay una especie de ranking de carreras, las ingenierías han aumentado su presencia con la reaparición, luego de décadas, de la carrera de agronomía, que seguramente tiene que ver con el desarrollo agroindustrial costeño principalmente. Y la otra novedad es la desaparición de la carrera de Educación, resultado de la saturación del mercado de trabajo, también una buena noticia que incidirá, esperamos en una mayor competitividad en el futuro, sobre todo si se maneja bien el tema de incentivos salariales.