La socioneurociencia, un nuevo campo de estudio.

El cerebro no funciona de manera aislada, al menos no el de los humanos. Somos, después de todo, criaturas sociales.

Un nuevo campo ha surgido a partir de esta idea: la neurociencia social o socioneurociencia, que trata de asuntos como el estudio de los mecanismos neurales, hormonales, celulares y genéticos que definen a las especies sociales.

Durante 40 años, la neurociencia tradicional consideró al sistema nervioso como una entidad aislada carente de influencias significativas del entorno social. Cuando a fines de los 90 comenzó el debate en torno a las células espejo quedo claro el papel del entorno en la construcción de la mente.

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Estos cambios vinieron de la convergencia de datos de los estudios de la psicología y la biología utilizando modelos animales tradicionales. Por ejemplo, el conocimiento acerca de la interacción social (los vínculos, el altruismo, la confianza) avanzó desde el descubrimiento de que la oxitocina y los receptores de la vasopresina están localizados en regiones diferentes de los cerebros del ratón de la pradera -más social- frente al de las montañas -más solitario. Debido a esta investigación, los estudios clínicos están surgiendo investigar la oxitocina intranasal como tratamiento para el autismo. “La socioneurociencia tiene una aplicación para diversos trastornos mentales, por ejemplo, la depresión y el autismo, ya que todos ellos tienen un componente social”, afirma Cacioppo.

El campo se basa en numerosas técnicas neurobiológicas tales como la resonancia magnética funcional (fMRI), la estimulación magnética transcraneal, electrocardiogramas y estudios de pacientes con lesiones cerebrales focales.

“La socioneurociencia es cada vez más un peso pesado en la ciencia, ahora que tenemos las herramientas, teorías, y un lenguaje común para comunicarnos entre nosotros”, dice Greg Norman, un postdoctorado en el laboratorio de Cacioppo. “Esta es la ciencia de la mente, no sólo la psicología, no sólo la biología, pero la integración de la condición humana. Que abarca muchos campos. Usted puede ser un genetista o un sociólogo y aún así ser un neurocientífico social. “

“Es un reto tratar de conseguir que la gente use un lenguaje común en lugar de tener diálogo de sordos. Y al mismo tiempo tratar de entender cómo encajan todas las piezas en un todo es muy difícil “, añade Norman. “Nuestro campo de estudio abarca desde la genética hasta el estudio de las sociedades. Puede estar en este campo 100 años y todavía no comprender su alcance.”

Para más detalles pueden consultar el artículo de Cacioppo et.al “Multilevel Integrative Analyses of Human Behavior: Social Neuroscience and the Complementing Nature of Social and Biological Approache” (2000)

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