Venía la primavera con un poco de lluvia y las primeras flores. París lucía bien como para darle la contra a lo que pasaba en el resto del mundo de 1995.
Lúcidos funcionarios de UNESCO, entre los que con seguridad había un peruano, tomaban café en le Piquet pensando en cuál podría ser la varita mágica para asegurar a todos la mejor educación posible, y claro Pinky.. ¡salvar al mundo!
Ayudados por un Pernot Ricard, pensaron como lo hacen los grandes estadistas, preguntándose por la calidad educación que sus hijos recibían en Francia. En 20 minutos todos concordaron que con cambios más, cambios menos, el francés era sin duda uno de los mejores sistemas educativos del mundo.
– Y, cuánto gasta el estado Francés en educación. Pregunta Ricardo Buenasperas.
– Pues 6% del PBI, le responde Antoine, un funcionario francés que llegaba y al mismo tiempo pedía un Irish.
Solo falta ver cuánto destinan otros países como Alemania, Holanda, o Bélgica, pensó Ricardo. Ya sabía que hacer al día siguiente en su oficina de Paris.
Temprano como a las 10 am. uno de estos pensadores caminó cerca de la calle Lowendal, miró el obelisco de la plaza, y sintió que de algún modo el monumento ” a la mémoire des officiers sous officiers et soldats francais .. tombes … pour la defense de la patrie” tenía que ver con la misión que tenía entre manos.
Y así llegó la hora del café. Se sentó a la mesa y con una sonrisa dijo:
– 6%, s -e -i -s por ciento, six, sojta, es el número mágico. Si alcanzan esa cifra tendrán la mejor educación posible.
Luego de un breve silencio. El más experimentado,
– Hay que llamar a Jacques
– ¿Chirac?
– No! Delors. Le falta un dato para su “isla del tesoro de la educación” o algo así. El Minitel de France Télécom comenzó a operar de un lado a otro.
Claro nadie podía entonces recordar a los precursores de tan noble causa del 6%. Hacía ya muchos años, 15 tal vez, en los tiempos del General Guabloche, en que los ministros de educación se habían reunido en México. Lamentablemente no sabemos quién, pero casi podemos asegurar que José en un arranque de artillería y despertando a los asistentes de su somnolencia, elevó la voz para decir “… dedicar el 7%, y porque no el 8% del PNB a la educación”.
En fin. Desde el 96 en adelante a nadie le preocupó cómo se calculó el guarismo, y menos importó cómo llegar al 6% del PBI; y claro, a quién podía preocuparle cómo habría de utilizarse la lámpara maravillosa del tesoro de Delors. Total si se duplica o triplica el presupuesto, todo se multiplicará por la misma cifra, salvo por supuesto las capacidades pedagógicas que para mejorar requieren de inversión adicional por más tiempo.