Primeros días del castellano en el Perú

Debe haber sido un asunto fantástico el del encuentro de lenguas que se hablan, construyen y escriben distinto. Me imagino a Marco Polo como una especie de superdotado para poder relacionarse con tantas lenguas con la sola ayuda de su insaciable curiosidad e increíble sentido para la comunicación. Cierto es también que los comerciantes habían ya hecho su trabajo, y ellos lo eran, el lenguaje del comercio, de la compra y venta, del pago en oro o en especies; podemos imaginar a Polo como una mercancía, o una moneda que recorre las tiendas en el gigantesco espacio entre Venecia y Pekin, primero cambiando dos palabras, para luego cambiar miles.
Pero durante la conquista del Perú, o de la guerra de resistencia de los pueblos andinos, según desde donde se mire, el asunto parece algo más complicado. Pero, ¿cuánto más? ¿Cuán distinto? Ciertamente no había intercambio comercial sobre el que pudiesen caminar las palabras, objetos en los que pudieran posarse y menos ideas para llevarse. Pero no es que tampoco hubiese nada, los rumores del imperio habían llegado a oídos de los españoles, las balsas de los pueblos Chimú, Moche y Tallán navegaban desde chile hasta Colombia, y hay quienes aseguran que conocían la ruta a la polinesia. De hecho los trece se encontraron con algunas de estas naves, y por supuesto las asaltaron. De otro lado debe considerarse la enorme fuerza de atracción que para la ideología religiosa prehispánica tuvo la presencia de un imperio tan vasto y poderoso como el incaico, y que se manifestaba en la importancia de sus templos y de sus peregrinos. Hay quienes también narran que Atahualpa sabía que venían estos personajes extraños, con objetos nunca vistos en el reino del dios hombre. Y Pizarro tenía espías y hasta un traductor de medias palabras. El lenguaje no solo son las palabras, sino también los gestos, las formas, los tonos, los colores que acompañan, los momentos en los que se hacen las cosas; y éstos también eran leídos de manera distinta con códigos inapropiados, significando a veces lo correcto, y las más lo incorrecto.
En poco tiempo sin embargo, los españoles se hicieron de aliados suficientes para vencer a sus enemigos, antes de voltearse contra sus amigos. La nobleza india rápidamente intercambió idioma dotándose de intérpretes que en otros tiempos sirvieron para hablar con Huancas, Chankas, Moches, Chibchas, Aymaras, etc. Los españoles hicieron lo propio y es seguro que muchos de los primeros terminaron hablando quechuañol. Los curas se empeñaron en elaborar diccionarios, hacer escuelas para nobles indios, el pueblo siempre puede esperar. Algunos generales del Imperio acompañaron a Almagro en su viaje a chile y prestaron guías y tropa para varias expediciones.
Conforme se fue asentando la conquista y apareciendo el virreinato, el castellano se convirtió en el idioma de la élite india, criolla, así como de los españoles que dejaron atrás el gallego, catalán, y aragonés. Si una torre no se puede construir con muchas lenguas, menos puede construirse un imperio. El castellano fue así la lengua que unía la república de indios con la de españoles.
FFR

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