De la misma forma que han ido cambiando las ciencias políticas, también han ido apareciendo y modificándose las propuestas de evaluación de las políticas educativas. Las políticas han buscado crecientemente ser más eficientes y creíbles, no solo para mostrar la capacidad de sus gestores y asegurar su influencia futura, sino que también ha permitido colocar los debates políticos sobre lo que es posible, lo que funciona o no funciona en la sociedad.
El primer test de inteligencia fue elaborado en 1905 por los psicólogos franceses Alfred Binet y Théodore Simon, quienes desarrollaron una serie de pruebas para identificar qué niños de las escuelas de París necesitaban de una educación especial. Estas experiencias dieron pie a un conjunto de investigaciones sobre la medición de la inteligencia, que luego llegó a ser usado como justificación de la eugenesia y mecanismo de control de la inmigración a los EE.UU.
Según Tiana y Santángelo, ya hace casi 150 años se “instauró un sistema de retribución a los maestros que tenían en cuenta los resultados alcanzados por sus alumnos”. Sin embargo, estos intentos fueron pasajeros.
Piaget en su libro Psicología y pedagogía (1969) señalaba, haciendo una evaluación de los avances en la pedagogía entre 1935 y 1965, que “La primera y sorprendente constatación que se impone en el intervalo de treinta años es la ignorancia en la que hemos permanecido en cuanto a los resultados de las técnicas educativas. En 1965, tanto como en 1935, desconocemos lo que queda de los diferentes conocimientos adquiridos en las escuelas de primero y segundo grado después de 5, 10 ó 20 años…”; y al mismo tiempo señalaba que los economistas “que han colaborado con el Plan General del estado francés han exigido que se realicen controles de rendimiento de los métodos pedagógicos”, todo esto –entre otras cosas- con la finalidad de conocer el impacto de la educación sobre las personas y sobre la sociedad, así como de aumentar la eficiencia de la gestión pública. Pero, no fue sino hacia mediados del siglo pasado cuando la educación se relaciona con la teoría del capital humano, que se le vincula de manera más directa a los procesos de desarrollo. De esta forma, el interés por los resultados educativos se convierte en un asunto de necesidad pública, dando lugar a un movimiento de reforma educativa que se expande por pulsos hasta el presente.
FFR