Misa Rockera
Aprendí de mi Maestro la “encarnación”: Él hizo un largo viaje del cielo a la tierra y se encarnó en nuestro mundo, en una cultura y una sociedad, con unas costumbres y una lengua. Así, siendo uno más, excepto en el pecado, nos mostró su Reino y el camino para llegar a Él. En las parábolas, ponía ejemplos de la vida cotidiana para que lo entendieran: semillas, levadura, monedas, red, bandidos, cimientos, malas hierbas, banquetes…
Aprendí del Vaticano II a estar abierto a los signos de los tiempos, a sentir los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de mi tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, a ser sensible a las culturas de nuestra sociedad, para transmitir a las nuevas generaciones el mensaje de Jesús de manera adecuada.
Aprendí cada domingo que la Misa es una fiesta, ya que celebramos lo más grande: la resurrección de Jesús, nos alimentamos de su Palabra y de su Cuerpo. Pero, a veces, me encuentro con personas que vienen a las celebraciones en la iglesia pendientes del reloj y otras que salen disparadas antes de acabar. Esto puede influir para convertirlo en una rutina o en un cumplimiento desconectado de la vida.
Algunas veces me preguntan si vienen muchas personas a las Misas que celebro, pero eso no es importante para mí. Esto no me interesa. Lo que me preocupa es cómo salen de la Eucaristía los que han acudido. Si han vivido lo que hemos celebrado, si se han encontrado con Dios, si realmente salen con esperanza e ilusión, con un corazón lleno, con ganas de amar, ayudar, compartir, perdonar… y trabajar por un mundo mejor.
Cuando la Corte de honor de la Virgen de la Cinta, con motivo de su centenario, me pidió celebrar una Misa para los más jóvenes, tuvimos una reunión donde me explicaron que todas tienen hijos y nietos y ven cómo necesitan que alguien les hable en sus lenguajes, que alguien celebre la fe de manera que la puedan entender y vivir, que alguien les acerque la devoción a la Virgen de manera adecuada. Por eso confiaron en mí para celebrar esa Misa en la Catedral de Tortosa, dirigida, sobre todo, a los más jóvenes, ya que sabían que tenía experiencia en este tipo de celebraciones. La Misa rockera celebrada tiene las partes y elementos de la Misa, con cantos, luces, símbolos e imágenes más propios de los lenguajes juveniles.
La música juega un papel muy importante para los más jóvenes; para algunos, es lo máximo. Hay que cuidar muchísimo la música para que sea vehículo adecuado de expresión. En este caso, sobre todo, hubo rock y rap. Fue una Misa festiva, pedagógica y participada, donde los jóvenes se pudieron expresar a su manera y les llegó el mensaje en su lenguaje. Creo que nuestros jóvenes necesitan impactos de fe. Muchos jóvenes tienen inquietudes espirituales, pero no pueden expresar su fe de manera adecuada. Y a otros muchos no les llega una celebración tradicional de la Eucaristía: les resulta pesada y aburrida, cosa de otra época. Allí donde voy me comentan que la gran mayoría de iglesias de España están semivacías y el más joven tiene 50 años. Creo que Jesús es para todos, y no tan sólo para unos pocos. También es para los más jóvenes, para los rockeros, para los raperos, etc. Y creo que la Iglesia está al servicio del mundo. Si no se transmite el mensaje de Jesús en un lenguaje adecuado a lo que hoy se está viviendo, no está llegando a las personas y la Iglesia no cumple su misión. Y una Iglesia que no sirve adecuadamente a la sociedad, al mundo… no sirve para nada. Como la sal que deja de ser salada y ya no sirve para nada. Ya lo dijo Jesús: “Vosotros sois la sal de la tierra… y la luz del mundo” (Mt 5, 13-14).
El Padre Jony ha producido 2 discos y varios videoclips que se pueden ver en su página web
Mejor una misa desordenada y alegre, que una misa ordenada y triste