Obispos alemanes y píldora del día después: ¿Una nueva reflexión en moral sexual?
6.00 p m| 6 mar 14 (MENSAJE).- Hace algunos meses los obispos de Alemania aprobaron por unanimidad el uso, en caso de violación, de la anticoncepción de emergencia en los hospitales católicos. Esta noticia fue muy comentada en el mundo, pero en nuestro país fue apenas informada.
Esta resolución resulta extraordinariamente significativa, pues sería la primera vez que una Conferencia Episcopal acepta oficialmente un tipo de píldora anticonceptiva (en este caso, el preparado de emergencia) usada expresamente con el fin de prevenir un embarazo.
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Conviene leer atentamente la resolución de los obispos alemanes sobre la píldora del día después ya que, en nuestra opinión, puede estar inaugurando, si bien de modo discreto, una reconsideración de la doctrina acerca de la anticoncepción establecida por el Papa Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae, en 1968. El punto 8° del documento de la Conferencia Episcopal alemana lleva como título “Cuestiones teológico-morales en casos de violación (‘Píldora del día después’)” y dice lo siguiente:
La Asamblea se ha ocupado -llevada por los últimos acontecimientos- de los aspectos teológico-morales de la administración de la llamada “píldora del día después” a mujeres víctimas de una violación. El cardenal Karl Lehmann (Maguncia), en su calidad de presidente de la Comisión Doctrinal de la Conferencia Episcopal Alemana, ha presentado, una vez constatada la disponibilidad de nuevos preparados con principios activos alterados, la evaluación teológico-moral del empleo de la llamada “píldora del día después”. El cardenal Joachim Meisner (Colonia) explicó su declaración del pasado 31 de enero de 2013 -de acuerdo con la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Academia Pontificia-, así como el trasfondo de la cuestión, que tiene como punto de partida el rechazo de asistencia a una víctima de violación por parte de dos hospitales de Colonia.
La Asamblea reitera que las mujeres que son víctimas de una violación han de recibir, por supuesto, asistencia humana, médica, psicológica y espiritual en los hospitales católicos. Esto puede incluir la administración de la “píldora del día después”, partiendo de la base de que sus principios sean no abortivos, sino anticonceptivos. No se pueden aplicar métodos médicos o farmacéuticos que conlleven la muerte del embrión. Los obispos alemanes confían en que las instituciones de sello católico se atendrán a su aplicación práctica, siguiendo este requisito teológico y moral.
En cualquier caso, ha de respetarse la decisión de la mujer afectada. La Asamblea reconoce la necesidad de, paralelamente a los primeros posicionamientos ante la “píldora del día después”, profundizar en otras cuestiones sobre el asunto -también en contacto con quien competa en Roma- y desarrollar las distinciones que sean necesarias. Los obispos mantendrán las correspondientes conversaciones con hospitales y ginecólogos católicos, así como con consejeros y asistentes sociales.
Contexto histórico
Antes de comentar esta declaración, conviene situarla en su contexto inmediato. Los mismos obispos reconocen que su reflexión sobre el preparado de emergencia “tiene como punto de partida el rechazo de asistencia a una víctima de violación por dos hospitales de Colonia”. Efectivamente, a una mujer abusada de 25 años de edad se le había negado la atención en dos centros católicos, siendo atendida finalmente en un hospital no católico de la ciudad.
Las doctoras responsables del rechazo admitieron que tenían miedo de ser despedidas en caso de realizar la atención pues, por contrato, debían respetar los principios de la Iglesia. Las protestas públicas frente a lo acontecido movieron al arzobispo de Colonia, cardenal Joachim Meisner, a afirmar que una asesoría con expertos le permitió llegar a la convicción de que hay medicamentos solo de efecto anticonceptivo y no abortivo, y que, “si tras una violación se aplica un medicamento cuyo efecto es evitar una fecundación, entonces, desde mi punto de vista, es justificable”.
La Conferencia Episcopal Alemana se pronunció con posterioridad de modo concordante. Los obispos obviamente conocen la condena anterior de la anticoncepción de emergencia, pero aquí proponen una reconsideración, lo que es muy significativo:
La Asamblea reconoce, paralelamente a los primeros posicionamientos ante la “píldora del día después”, la necesidad de profundizar en otras cuestiones sobre el asunto… y desarrollar las distinciones que sean necesarias. Los obispos mantendrán las correspondientes conversaciones con hospitales y ginecólogos católicos.
Finalmente, anotan una idea significativa sobre la forma de atención: “En cualquier caso, ha de respetarse la decisión de la mujer afectada”. Entendemos que se trata de respetar la voluntad de la víctima tanto de recurrir a este fármaco, como de no hacerlo.
Señales de un nuevo abordaje
Destaquemos algunas palabras de la declaración episcopal que son reveladoras, en nuestra opinión, de un nuevo espíritu en la forma de abordar este tema moral: las posturas previas de la autoridad son consideradas “primeros posicionamientos ante la píldora del día después”, lo que implica un reconocimiento de que aquellas no serían definitivas, pudiendo ser revisadas con nuevos antecedentes. Llaman a “profundizar… y desarrollar las distinciones necesarias”, términos que son sinónimos de estudiar, pensar y discernir. Los obispos “mantendrán conversaciones” con los expertos y los profesionales. Y se reafirma el respeto a la decisión en conciencia de la persona afectada, un valor cristiano de siempre.
La encíclica Humanae Vitae había rechazado en toda circunstancia la intervención artificial para evitar un embarazo. Cuarenta y cinco años después, los obispos alemanes declaran aceptable el uso de un fármaco anticonceptivo en casos de violación. Con esto, nos parece que el antiguo rechazo ha perdido su carácter absoluto en la enseñanza episcopal. Si algo es posible en algunos casos, es que no se trata de algo intrínsecamente malo.
La resolución de los obispos nos parece un paso inicial de apertura en el tema de la anticoncepción. El lenguaje utilizado por ellos es expresivo de una nueva actitud. En vez de dictar normas desde un lugar de autoridad absoluta -lo que ha ocurrido habitualmente en el pasado en moral sexual-, aquí los obispos se expresan de manera dialogante y respetuosa ante lo que puedan expresar otras personas. Esto es innovador en el tratamiento de la moral sexual.
La moral sexual puede aprender de la moral social
En la historia de la moral católica hay antecedentes para comprender esta resolución en un marco más amplio. Algunos autores nos habían dado pistas sobre los caminos que podría recorrer la renovación del pensamiento moral en sexualidad. El cambio podría seguir el camino ya recorrido en los últimos cincuenta años por la renovación de la moral social, o Doctrina Social de la Iglesia.
El cambio de método ya realizado en la moral social puede esquematizarse así: se privilegia la enseñanza de valores y criterios, y se renuncia a ordenar y prohibir conductas precisas dejando que sean las personas y pueblos los que disciernan las acciones adecuadas, orientándose por dichos valores y criterios. Se han de proteger los valores de siempre, la justicia, la solidaridad, el respeto a las personas, la vida y la paz, pero son las personas quienes deben juzgar, tomar sus decisiones y asumir sus responsabilidades.
Según teólogos, como Jean-Yves Calvez, esta es la nueva postura que la Iglesia ha tomado en moral social, lo que resulta muy claro en las últimas encíclicas sociales y en la parte social del Catecismo. En el Sínodo de la Familia de 1980 el obispo Ernst, de Breda, anticipándose, sugería seguir precisamente este enfoque en la moral sexual: “¿No podrá ser deseable que el Magisterio proponga su enseñanza moral sobre matrimonio y familia del mismo modo que lo hace con la doctrina social, a saber, mostrándose reservado, en la medida de lo posible, en las aplicaciones concretas y ayudando a los cristianos a encontrar la verdad moral concreta por medio del examen de la realidad a la luz del Evangelio y de la enseñanza de la Iglesia?”.
Un enfoque renovado
Observamos en esta resolución de los obispos alemanes una nueva actitud en un problema preciso de moral sexual. Este nuevo enfoque nos recuerda rasgos del método ya aceptado en moral social: 1) se valora la asesoría de los expertos y se asume el aporte de la ciencia (de la medicina, en este caso, que propone medicamentos de emergencia sin efectos abortivos), 2) se respeta el juicio en conciencia de las personas, en este caso de la víctima y los profesionales, 3) se entregan criterios que iluminen la evaluación (como el respeto a la vida expresado en el rechazo de la utilización de medicamentos que quitaran la vida a un embrión; también el derecho de la víctima a ser atendida), dejando la decisión final a las personas.
Se renuncia a condenar una conducta específica en sexualidad de modo autoritario, como se hizo en el pasado, y, en cambio, se pide a los profesionales brindar una ayuda respetuosa y abierta al arsenal terapéutico disponible. No se prohíbe una determinada técnica, sino que se abren posibilidades según lo exija la situación (“Esto puede incluir la administración de la píldora del día después…”). Esta es, justamente, el tipo de actitud que ha adoptado la Iglesia en moral social desde hace decenios: señalar criterios morales y dejar la decisión a las personas.
Difícil relación de la fe con la medicina moderna
Lamentablemente, debemos reconocer que, en temas relacionados con el cuerpo y la sexualidad, la Iglesia ha sido renuente a ponerse al día con la ciencia, lo que ha ocurrido desde los siglos XIX y XX. Recordemos técnicas que fueron inicialmente rechazadas: la vacuna, los transplantes, la incineración de los cuerpos, si bien después de largos años la Iglesia suele aceptar esas opciones. También cuando la anestesia se comenzó a usar en Inglaterra fue cuestionada por algunos teólogos.
Creemos que hoy el rechazo de una cultura tradicional a los nuevos descubrimientos se concentra en los temas de sexualidad y del comienzo de la vida. Los anticonceptivos comunes fueron condenados por Pablo VI en 1968, contrariando la recomendación de su propia Comisión asesora. También hasta hoy se condenan las técnicas de fertilización asistida, aunque cinco millones de personas viven gracias a ellas; se condena también el uso del preservativo para disminuir la difusión del Sida. Muchos médicos percibimos que esta es un área compleja y desafiante para el pensamiento religioso tradicional.
Importancia de la resolución alemana
Si hemos comprendido bien a los obispos alemanes, pensamos que aquí hay una importante novedad en la manera de abordar la moral sexual, es decir, en el método de reflexión, lo que puede tener repercusiones más amplias en caso de mantenerse y extenderse a otros temas de moral sexual. Creemos percibir aquí una incipiente y puntual señal de renovación en el pensamiento oficial, realizada por una importante asamblea nacional de obispos, efectuada en el interregno entre dos papados.
Ampliando la mirada, ha llegado recientemente la noticia de que el Papa Francisco lanzó una amplia consulta a la Iglesia con el fin de recibir las opiniones de la comunidad sobre varios puntos de moral sexual y familiar. Estas señales pueden constituir el inicio de una reflexión nueva sobre estos delicados temas, tan importantes en nuestra sociedad moderna. Entre otras cosas, ¿será posible un desarrollo de la doctrina sobre anticoncepción? Muchos así lo esperan.
Fuente:
Texto de Cristián Barría Iroumé. Publicado en la revista Mensaje.
Evidenciar esta noticia, el día previo al Día Internacional de la Mujer, resulta como un homenaje a ellas. Salud por ellas, Derechos para ellas!