Las claves para el Jubileo 2025 y una mirada a sus raíces

1:00 p.m. | 16 may 24 (LOR/VN).- El 2025 los católicos vamos a vivir un Jubileo, también llamado Año Santo, que se celebra cada 25 años. Es un tiempo que nos invita a restablecer una correcta relación con Dios, con las personas y con la Creación, guiados con el mensaje (bula) del Papa y que se manifiesta con peregrinaciones e iniciativas que nos encaminan hacia la oración y reflexión. Con la esperanza en el centro de la convocatoria de Francisco, en este tiempo de preparación fuentes vaticanas examinan las raíces del Jubileo en las Escrituras, desde el Antiguo Testamento hasta la vida de Jesús, revelando una dimensión ética-social aplicable a nuestros días.

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El 9 de mayo, fiesta de la Ascensión, el Papa entregó Spes non confundit (La esperanza no defrauda), la bula de convocación del Año Santo 2025. La esperanza es el mensaje central de este decreto de 8.400 palabras -que en algunas partes evoca una encíclica social- en el que lanza llamamientos en favor de los presos, los enfermos, los ancianos y los jóvenes presos de la droga y de las prevaricaciones, y resalta la necesidad de la diplomacia para resolver las guerras y los conflictos armados en todo el mundo. El Pontífice anuncia que abrirá una Puerta Santa en las cárceles, pide la condonación de la deuda de los países pobres, el aumento de la natalidad, la acogida de los emigrantes y el respeto a la Creación.

Además, el Jubileo es un año especial de perdón, en el que la Iglesia católica ofrece la posibilidad de pedir la indulgencia plenaria a los fieles, que es la remisión de todos los pecados de uno mismo o de los familiares muertos. Siguiendo una tradición que tiene orígenes bíblicos, el primer Jubileo en la Iglesia católica fue proclamado en el año 1300 por el papa Bonifacio VIII, quien además fijó el plazo de 100 años entre cada uno. A raíz de una petición de fieles romanos hecha al papa Clemente VI (1342), el periodo se redujo a 50 años. Finalmente, el papa Pablo II determinó que el Jubileo tendría que celebrarse cada 25 años, de modo que cada generación pudiera vivir al menos un año Santo (1475).

Este es el segundo jubileo de Francisco, ya que decretó un Año Jubilar extraordinario de la Misericordia y lo inauguró en la República Centroafricana, devastada por la guerra, en noviembre de 2015. El Jubileo 2025 arrancará el 24 de diciembre próximo, Nochebuena, con la ceremonia solemne de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y se extenderá hasta el 6 de enero de 2026, cuando se clausurará. Como indica la convocatoria, el Año Santo también podrán vivirlo quienes no pueden llegar hasta Roma y se celebrará también en las iglesias del resto del mundo.

A continuación un análisis difundido por el medio oficial de la Santa Sede examina las raíces bíblicas de la celebración del Jubileo. Muestra su origen tradicional judío y una dimensión ético-social como inspiración para encarar las problemáticas actuales, a partir del paradigma de Jesús. Luego, las claves de la bula, doce “mensajes de esperanza”, presentados por la revista Vida Nueva, a modo de síntesis de los llamados de la convocatoria del papa Francisco.

VIDEO. Francisco anuncia oficialmente la bula y fechas para el Jubileo de 2025

Jubileo, historia y raíces en la Sagrada Escritura

Es costumbre rastrear la realidad germinal del “jubileo” hasta el sonido del cuerno de un carnero: el eco procedía de Jerusalén, atravesaba el aire y saltaba de pueblo en pueblo. Ahora bien, en el texto hebreo de todo el Antiguo Testamento, el término jobel aparece veintisiete veces: seis veces no hay duda de que significa cuerno de carnero, mientras que las otras veintiuna se refiere al año jubilar. El pasaje fundamental de referencia es el capítulo 25 del libro del Levítico. Se trata de un texto complejo, incluido en el libro de los hijos de Leví, por tanto, de los sacerdotes, un libro ceremonial de regulaciones minuciosas y meticulosas relativas a la ritualidad propia del templo de Jerusalén.

El término jobel resuena principalmente en ese texto, pero también se encuentra en el capítulo 27. La antigua versión griega de la Biblia, tradicionalmente conocida como Septuaginta, al enfrentarse a esta palabra –jobel– en lugar de traducirla con el recursivo “jubileo”, año jubilar, la tradujo según un canon interpretativo: áphesis, que en griego significa “remisión”, “liberación” o incluso “perdón”. Esta palabra será muy importante para Jesús porque -como veremos- no habla de jubileo, sino que utiliza en el griego de Lucas precisamente el término áphesis.

En efecto, en el Nuevo Testamento nunca aparece la palabra “jubileo”. Los Setenta, estos antiguos traductores de la Biblia, han pasado pues de un dato cultual exquisitamente sacral (la celebración del año jubilar que comienza con el toque del cuerno de carnero en una fecha muy concreta, en relación con la solemnidad del Kippur) a un concepto ético, moral, existencial: la remisión de las deudas, la liberación de los esclavos (que era el contenido del jubileo). El tema del jubileo se desplazó, por tanto, del lenguaje y del acto litúrgico al lenguaje y a la experiencia ético-social. Este elemento también es relevante hoy en día para no reducir el jubileo cristiano sólo a la basilar celebración o ritual, sino para transformarlo en un paradigma de la vida cristiana.

Es interesante observar que, en la lengua fenicia, en cierto modo hermana mayor del hebreo, la misma raíz, es decir, las tres consonantes subyacentes a la palabra jobel, es decir, jbl, denota la “cabra”, un componente significativo del propio Kippur. No cabe duda, pues, de que el sonido del cuerno, su marcación de un tiempo sagrado, está en la base del término “jubileo”, pero no hay que olvidar la tensión que conduce al otro polo, el de la traducción griega: no se trata sólo de un ritual, es un elemento que debe afectar profundamente a la existencia de un pueblo. Tras esta introducción, tratemos de recoger e ilustrar algunos temas jubilares fundamentales que aparecen en cierto modo entrelazados.

VIDEO. Orígenes del Jubileo

 

La condonación de las deudas y la restitución de las tierras

Un primer tema es la remisión de las deudas y la restitución in pristinum (al propietario original) de las tierras enajenadas y vendidas. Desde el punto de vista bíblico, la tierra no era una posesión del individuo, sino de las tribus y clanes familiares, cada uno de los cuales tenía su territorio particular. Se había otorgado durante el famoso reparto de la tierra tras la conquista de Canaán, como leemos en el libro de Josué (cc. 13-21). Cada vez que, por diversas razones, el clan perdía su tierra, estaba, en cierto sentido, fallando en la división querida por Dios. Con el jubileo, es decir, cada medio siglo, se reconstruía el mapa de la tierra prometida, tal como Dios lo había querido, mediante el don divino de la división de la tierra entre las tribus de Israel.

Todo seguía siendo común y se distribuía según las distintas tribus. Cada familia recuperaba así sus bienes, sus tierras y todos sus hijos. En un llamamiento del libro del Deuteronomio, esta renovación social se propone continuamente al judío para que la considere como el modelo social que debe vivir, aunque a sabiendas de que se trata de un proyecto ideal nunca plenamente realizable.


La liberación de los esclavos

Otro tema estructural del jubileo bíblico es igualmente incisivo y desafiante. El jubileo era el año de la condonación no sólo de las deudas, sino también de la liberación de los esclavos. El libro de Ezequiel (46:17) habla del jubileo como el año de la liberación, de la redención, el año en que los que habían ido a servir para sobrevivir a la miseria regresaban a sus hogares, con sus deudas perdonadas y sus tierras y libertad recuperadas. Volvían a ser el pueblo del éxodo, el pueblo libre de la capa de plomo de la esclavitud y la discriminación.

De nuevo, se trataba de una propuesta ideal, destinada a crear una comunidad que ya no tuviera en su seno lazos de prevaricación de unos con otros, que ya no tuviera grilletes en los pies y que pudiera caminar unida hacia una meta. Es evidente cómo su pertinencia se aplica también a nuestra historia en la que existe un número exterminado de formas de esclavitud: la drogadicción, el tráfico de prostitutas, la explotación infantil con fines laborales o sexuales y la pornografía infantil, y tantas otras formas feroces de sometimiento.

También se puede pensar en todos aquellos pueblos que son prácticamente esclavos de las superpotencias porque con sus deudas son absolutamente incapaces de ser árbitros de su propio destino; las actividades de ciertas multinacionales son a menudo una verdadera forma de tiranía económica que oprime a ciertas naciones y sociedades. Por tanto, la resonancia de la palabra jubilar de la libertad tiene un gran significado incluso en nuestro tiempo, al igual que la llamada a la liberación interior. En efecto, se puede ser exteriormente libre pero interiormente esclavizado por ciertas cadenas invisibles, como los condicionamientos sociales de la comunicación de masas, de la superficialidad, de la vulgaridad y de las adicciones a la infoesfera.


El jubileo de Jesús

Al comienzo de su predicación pública, según el Evangelio de Lucas, Cristo había entrado en la modesta sinagoga de su pueblo, Nazaret. Aquel sábado, se había leído un texto isaiano (c. 61) y le había correspondido proclamarlo y comentarlo. Con esas palabras, se había presentado como enviado del Padre para inaugurar un jubileo perfecto que se extendería a lo largo de los siglos siguientes y que los cristianos debían celebrar en espíritu y verdad: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año de gracia del Señor”(Lc 4,18-19).

Esta es la otra raíz -además del Antiguo Testamento- del jubileo cristiano. En palabras de Jesús, el horizonte del año santo se convierte en el paradigma de la vida del cristiano, que se ensancha y abarca todos aquellos sufrimientos que son el programa de la misión de Cristo y de la Iglesia. El “año de gracia del Señor”, es decir, de su salvación, incluye cuatro gestos fundamentales. El primero es “evangelizar a los pobres”: el verbo griego es justamente en la base de la palabra evangelio, la “buena nueva”, la “buena nueva” del Reino de Dios. Los destinatarios son los “pobres”, es decir, los últimos de la tierra, aquellos que no tienen la fuerza del poder político y económico, pero cuyos corazones están abiertos a la adhesión a la fe. El jubileo pretende volver a poner en el centro de la Iglesia a los humildes, a los pobres, a los miserables, a los que externa e internamente dependen de las manos de Dios y de sus hermanos.

La libertad es el segundo acto jubilar, un acto que -como hemos visto- ya estaba en el jubileo de Israel. Sin embargo, Jesús se refiere también a los prisioneros en un sentido estricto y metafórico, y aquí se anticipan las palabras que repetirá en la escena del juicio al final del relato: “Estuve preso y vinisteis a verme”(Mt 25,36). El tercer compromiso es devolver “la vista a los ciegos”, un gesto que Jesús realizó a menudo durante su existencia terrena: pensemos sólo en el famoso episodio del ciego de nacimiento (Juan, 9). Éste era, según el Antiguo Testamento y la tradición judía, el signo de la llegada del Mesías. De hecho, en la oscuridad en la que está envuelto el ciego, no sólo está la expresión de un gran sufrimiento, sino también un símbolo. Hay, en efecto, una ceguera interior que no coincide con la física y es la incapacidad de ver en profundidad, con los ojos del corazón y del alma.

Finalmente, como cuarto y último compromiso, se propone la liberación de la opresión, que no es sólo la esclavitud mencionada anteriormente a propósito del jubileo judío, sino que incluye todo el sufrimiento y el mal que oprimen el cuerpo y el espíritu. Es lo que atestiguará todo el ministerio público de Cristo. La meta ideal del auténtico jubileo cristiano es, pues, esta tetralogía espiritual, moral y existencial.

VIDEO. Así fue el primer jubileo romano

VIDEO. El papa Francisco explica el origen del Jubileo en la Biblia

 

Las 12 claves de la bula que convoca el Jubileo 2025

1. Una Palabra de esperanza

“Sabemos que la Carta a los Romanos marca un paso decisivo en su actividad (de San Pablo) de evangelización. Hasta ese momento la había realizado en el área oriental del Imperio y ahora lo espera Roma, con todo lo que esta representa a los ojos del mundo: un gran desafío, que debe afrontar en nombre del anuncio del Evangelio, el cual no conoce barreras ni confines”, recuerda Francisco. En este sentido, el Papa señala que “San Pablo es muy realista. Sabe que la vida está hecha de alegrías y dolores, que el amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento”.

Y eso lleva a desarrollar una virtud “estrechamente relacionada con la esperanza: la paciencia”. Esto, “en la era del Internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el ‘aquí y ahora’, la paciencia resulta extraña”. Así, “si aun fuésemos capaces de contemplar la creación con asombro, comprenderíamos cuán esencial es la paciencia”. Por ello, “la paciencia, que también es fruto del Espíritu Santo, mantiene viva la esperanza y la consolida como virtud y estilo de vida. Por lo tanto, aprendamos a pedir con frecuencia la gracia de la paciencia, que es hija de la esperanza y al mismo tiempo la sostiene”.


2. Esperanza en los signos de los tiempos

Francisco recuerda en el documento que “estamos llamados a redescubrir la esperanza en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece”. Por ello, “es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia. En este sentido, los signos de los tiempos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios, requieren ser transformados en signos de esperanza”. El mensaje pide “que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el mundo, el cual vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra (…) la humanidad, desmemoriada de los dramas del pasado, está sometida a una prueba nueva y difícil cuando ve a muchas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia”.


3. Esperanza en el futuro

“Mirar el futuro con esperanza también equivale a tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás”, apunta el Papa. Sin embargo, “debemos constatar con tristeza que en muchas situaciones falta esta perspectiva”. Explica que la primera consecuencia de ello es la pérdida del deseo de transmitir la vida. “A causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, de modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones, se asiste en varios países a una preocupante disminución de la natalidad”. En la bula se recuerda que es “urgente que, además del compromiso legislativo de los estados, haya un apoyo convencido por parte de las comunidades creyentes y de la comunidad civil tanto en su conjunto como en cada uno de sus miembros, porque el deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hijas, como fruto de la fecundidad de su amor, da una perspectiva de futuro a toda sociedad y es un motivo de esperanza”.


4. Esperanza para los que no la tienen

En el Año jubilar, apunta Francisco, “estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria”. Por ejemplo, para “los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto”. Por ello, en la bula el Papa propone a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo “se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes”.


5. Esperanza para los enfermos

“Que se ofrezcan signos de esperanza a los enfermos que están en sus casas o en los hospitales”, pide Francisco. “Que sus sufrimientos puedan ser aliviados con la cercanía de las personas que los visitan y el afecto que reciben. Las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud. Que esa gratitud llegue también a todos los agentes sanitarios que, en condiciones no pocas veces difíciles, ejercitan su misión con cuidado solícito hacia las personas enfermas y más frágiles”. Además, subraya la necesidad de que “no falte una atención inclusiva hacia cuantos hallándose en condiciones de vida particularmente difíciles experimentan la propia debilidad, especialmente a los afectados por patologías o discapacidades que limitan notablemente la autonomía personal”.


6. Esperanza para los jóvenes

“También necesitan signos de esperanza aquellos que en sí mismos la representan: los jóvenes. Ellos, lamentablemente, con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir”, dice el Papa. “Es hermoso verlos liberar energías, por ejemplo cuando se entregan con tesón y se comprometen voluntariamente en las situaciones de catástrofe o de inestabilidad social”, añade. Sin embargo, “resulta triste ver jóvenes sin esperanza”. Por otra parte, “cuando el futuro se vuelve incierto e impermeable a los sueños; cuando los estudios no ofrecen oportunidades y la falta de trabajo o de una ocupación suficientemente estable amenazan con destruir los deseos, entonces es inevitable que el presente se viva en la melancolía y el aburrimiento”. Por eso, “que el Jubileo sea en la Iglesia una ocasión para estimularlos. Ocupémonos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones. ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!”.

VIDEO. Estudio 9: Comentario sobre la bula Spes non confundit

 

7. Esperanza para los migrantes

“No pueden faltar signos de esperanza hacia los migrantes, que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias”, apunta el Papa. “Que sus esperanzas no se vean frustradas por prejuicios y cerrazones; que la acogida, que abre los brazos a cada uno en razón de su dignidad, vaya acompañada por la responsabilidad, para que a nadie se le niegue el derecho a construir un futuro mejor. Que a los numerosos exiliados, desplazados y refugiados, a quienes los conflictivos sucesos internacionales obligan a huir para evitar guerras, violencia y discriminaciones, se les garantice la seguridad, el acceso al trabajo y a la instrucción, instrumentos necesarios para su inserción en el nuevo contexto social”.


8. Esperanza para los ancianos

“Signos de esperanza merecen los ancianos, que a menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono. Valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristiana y para la sociedad civil, llamadas a trabajar juntas por la alianza entre las generaciones”, asevera.


9. Esperanza para los pobres

“Imploro, de manera apremiante, esperanza para los millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir”, continúa el Papa. “Frente a la sucesión de oleadas de pobreza siempre nuevas, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse. Pero no podemos apartar la mirada de situaciones tan dramáticas, que hoy se constatan en todas partes y no sólo en determinadas zonas del mundo. Encontramos cada día personas pobres o empobrecidas que a veces pueden ser nuestros vecinos”, explica.


10. Esperanza para la tierra

“Haciendo eco a la palabra antigua de los profetas, el Jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos”, apunta. “Es necesario que cuantos poseen riquezas sean generosos, reconociendo el rostro de los hermanos que pasan necesidad. Pienso de modo particular en aquellos que carecen de agua y de alimento”. Luego se dirigió a los gobernantes de las naciones más ricas, pidiendo que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas (…) antes que tratarse de magnanimidad es una cuestión de justicia, agravada hoy por una nueva forma de iniquidad de la que hemos tomado conciencia”.


11. La esperanza cristiana

“¿Cuál es el fundamento de nuestra espera? Para comprenderlo es bueno que nos detengamos en las razones de nuestra esperanza”, dice Francisco. “En virtud de la esperanza en la que hemos sido salvados, mirando al tiempo que pasa, tenemos la certeza de que la historia de la humanidad y la de cada uno de nosotros no se dirigen hacia un punto ciego o un abismo oscuro, sino que se orientan al encuentro con el Señor de la gloria. Vivamos por tanto en la espera de su venida y en la esperanza de vivir para siempre en Él”, explica.

Con respecto al Juicio al final de los tiempos, “se refiere a la salvación que esperamos y que Jesús nos ha obtenido con su muerte y resurrección. Por lo tanto, está dirigido a abrirnos al encuentro definitivo con Él. Y dado que no es posible pensar en ese contexto que el mal realizado quede escondido, este necesita ser purificado, para permitirnos el paso definitivo al amor de Dios”. Así, la oración y el sacramento de la Penitencia “nos asegura que Dios quita nuestros pecados”.


12. Esperanza como la de María

“La esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto”, concluye el Papa. “En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida. Como toda madre, cada vez que María miraba a su Hijo pensaba en el futuro, y ciertamente en su corazón permanecían grabadas esas palabras que Simeón le había dirigido en el templo. Por eso, al pie de la cruz, aun atravesada por un dolor desgarrador, repetía su ‘sí’, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor”. Por ello, el Papa invita a los peregrinos que irán a Roma para el Jubileo “a detenerse a rezar en los santuarios marianos de la ciudad para venerar a la Virgen María e invocar su protección. Confío en que todos, especialmente los que sufren y están atribulados, puedan experimentar la cercanía de la más afectuosa de las madres que nunca abandona a sus hijos”.

LEER. Bula Spes non confundit (La esperanza no defrauda) – Texto completo

VIDEO. Lectura de algunos pasajes importantes de la bula

 

VIDEO. ¿Qué es el jubileo al que nos invita el Papa?

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Fuentes

L’Osservatore Romano / Revista Vida Nueva / Vatican News / America Magazine / Videos: Vatican Media – Rome Reports / Foto: Vatican Media

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