Parroquias en salida: cómo evangelizar sin recetas
8:00 a.m. | 18 mar 23 (VN/ED).- Una reciente investigación coordinada por la Universidad Católica de Valencia analizó las buenas prácticas de una muestra significativa de lo que han denominado como “parroquias evangelizadoras”, esto es, templos que han dado el salto de una dinámica de mantenimiento, centrada en servicios confesionales propios de un contexto católico por tradición, a una pastoral misionera encarnada en una sociedad secularizada. El estudio acumula más de dos años de trabajo en un esfuerzo interdisciplinar, y el informe, que fue presentado ante más de 400 personas, sugiere y describe 57 buenas prácticas.
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Sin querer presentar un modelo paradigmático ni recetas mesiánicas de conversiones a mansalva, en su estudio, el equipo de investigadores hace hincapié en algunos aspectos vinculados directamente con la apuesta sinodal que articula el actual pontificado. Por un lado, la imprescindible conversión personal, tanto del párroco como de los laicos, para vivir con una renovada pasión el discipulado misionero. Este cambio no se materializa de inmediato, sino que exige un proceso artesanal para configurar una comunidad real de seguidores de Jesús de Nazaret, que irá conformando equipos operativamente saludables y eficaces. Solo así se moldeará una sana corresponsabilidad y complementariedad, que supere “los modos de actuar autónomamente o en vías paralelas que no se encuentran nunca”.
Si el celo apostólico verdaderamente está atravesado por el Espíritu a través de la oración, la eucaristía y el discernimiento compartido, por añadidura llegará una reestructuración del organigrama y proyectos pastorales frescos, integrados e integradores. De lo contrario, se caerá en la tentación de querer solapar la aplicación de métodos de importación de primer anuncio y campañas de neoconversión tan efectistas como contraproducentes. De la misma manera, también se puede caer, bien en una deriva de clericalización de los seglares o de reducirles a funcionarios de una empresa con aderezos eclesiales.
Si algo tienen en común estas parroquias evangelizadoras es que, una vez que se ha consolidado la conversión pastoral, lejos de anclarse en “grupos estufa” militantes, su compromiso más allá de los muros de la iglesia se ha multiplicado, hasta convertirse en uno de los agentes dinamizadores de los barrios y los pueblos de los que se sienten parte. Es decir, dejan de ser el espacio donde solo se administran los sacramentos o se da una ayuda asistencial, para convertirse en alma y corazón de sus vecinos, a los que acogen y abrazan sin exclusiones desde la escucha. Así, se configura una Iglesia en salida que se sabe familia de familias, que abre sus puertas para ser casa samaritana, para ser hogar donde compartir misa, mesa y misión.
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¿Cómo se trabajó la investigación?
Se trata de un proyecto interdisciplinar e interuniversitario pionero y aterrizado en estos dos últimos años que, de la mano de un equipo de ocho investigadores, ha intentado destapar las parroquias que, tal y como expresan ellos mismos, “tienen el centro claro”, o dicho en otras palabras, “parroquias católicas sin complejo de serlo, en las que hay vida y vida en abundancia”. A pesar de lo atrayente de la iniciativa, se han topado con alguna que otra resistencia. Para muestra, solo contestaron diez de los 70 vicarios generales a los que contactaron para un rastreo inicial de parroquias.
Tras este bache sorteado con pericia, contactaron con más de 200 parroquias que apuntaban maneras. Alternando lo cuantitativo y lo cualitativo, la investigación ha extraído “aquellas prácticas que hacen que esas parroquias sean referentes en el campo de la conversión pastoral”. Para ello se desarrolló una herramienta, en colaboración con la Fundación SM y el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA), para detectar la capacidad innovadora de estas iglesias.
Con el objetivo de otorgarle un mayor empaque científico, mantuvieron reuniones desde la metodología DELPHI con catorce especialistas en nueva evangelización (de obispos a docentes pasando por agentes de pastoral). Fue así como se llegó a configurar el concepto de “parroquia misionera”, como aquella que “dispone de unas características y estructuras que facilitan cumplir su misión de engendrar discípulos misioneros”.
Presentación del estudio
Para darle difusión, se organizó la primera edición del congreso “Buenas prácticas en parroquias” en el que participaron diferentes especialistas, entre ellos representantes del equipo de investigadores que realizó el estudio y otros líderes de la Iglesia, además de congregar cerca de 400 personas, convirtiéndolo en un evento de importancia en la Iglesia española. Durante el acto de clausura y la misa, ambos actos presididos por el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent recordó que la parroquia no puede ser una “mera estructura administrativa, sino un lugar de vivencia de la fe” y ha afirmado al respecto que ésta debe “ser también un espacio acogedor en el que los que se acerquen encuentren una comunidad abierta”, un lugar donde la Iglesia “muestre su rostro amable”.
“El estudio muestra lo que está pasando, qué se hace y qué resultados se obtienen en parroquias concretas”, explicó durante la presentación del mismo Santiago Pons, investigador principal del proyecto y Decano de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer (Universidad Católica de Valencia). “El cambio del que estamos hablando nos tiene que afectar; no hay conversión pastoral sin conversión personal”, insistió. “No hemos identificado un modelo de parroquia, sino un conjunto de buenas prácticas” que se hacen efectivas según las necesidades y los recursos de cada comunidad, “pero que les otorga un aire de familia”.
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En el estudio ha participado un grupo interdisciplinar de investigadores y especialistas aportando un enfoque desde diferentes perspectivas como la Filosofía, la Teología, la Psicología con una organización y estructura metódica que ha posibilitado un analista de datos exhaustivo. El congreso ha servido para presentar los resultados del mencionado estudio: 57 buenas prácticas que pueden poner en el camino correcto a las comunidades parroquiales que quieren comenzar su transformación pastoral. Para facilitar el trabajo, el equipo investigador también ha preparado una herramienta de “autoevaluación” en la que las parroquias pueden determinar en qué momento del proceso de conversión pastoral se encuentran.
Cada parroquia tiene que buscar su propio camino “apoyándose en la experiencia de otros”, por ello se necesita formar una gran red, “crear un tejido y apoyarnos los unos en los otros”. Se trata de “generar esperanza y contagiar” a las parroquias que se encuentran cerca. Y una idea principal básica: “Todas las actividades de la parroquia deben tener como prioridad la misión y ser un espacio de acogimiento e integración”.
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“Soñamos con una Iglesia renovada, con una Iglesia distinta”, señaló mons. Javier Salinas, obispo auxiliar emérito de Valencia. Añadió un llamamiento a los asistentes: “Hay que tener el coraje y la confianza para salir de ese torbellino del siempre ha sido así. Puede ser de otra manera, aunque los pasos que demos sean tan humildes que parezcan invisibles”. Esta iniciativa “aborda un tema crucial como el de la evangelización” porque “hoy, más que nunca, es fundamental que salgamos al encuentro del otro y que demos razón de nuestra esperanza”, señaló el rector José Manuel Pagán. “Urge una pastoral misionera que supere aquella pastoral de conservación dirigida en exclusiva a quienes frecuentan la Iglesia”, añadió.
Uno de los momentos importantes del primer día fue escuchar a Armando Matteo, secretario de la Sección doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede. El profesor de la Universidad Urbaniana es una referencia en el diálogo de la Teología con la Posmodernidad de las actuales generaciones. Con un estilo cercano, lleno de interacción con los presentes, ofreció la conferencia “Perfil del sujeto posmoderno a evangelizar”.
“Peter Pan es el nuevo adulto al que tenemos que evangelizar”, dijo Matteo. La sociedad actual “impone una adoración de la juventud, el cuerpo joven es el símbolo de este nuevo culto” y, desde la Iglesia se debe ser consciente de que “una buena práctica es acoger al sujeto adulto moderno” que se ve claramente influenciado por dicha cultura de la eterna juventud.
Uno de los hitos del congreso que se ha vivido este fin de semana ha sido contar con la presencia de William E. Simon que ofreció a los congresistas una intervención virtual desde California. Simon es fundador y presidente de Parish Catalyst, una de las organizaciones católicas más importantes del mundo, y autor del best seller pastoral “Grandes parroquias católicas: cuatro prácticas pastorales que las revitalizan” (liderazgo compartido entre párroco y laicos; madurez espiritual y discipulado con la oración y la unidad de la comunidad como base; el domingo como eje central en lo sacramental y en la hospitalidad; y una conciencia realmente evangelizadora). Presentó su experiencia personal en la ponencia Aprendizajes desde Parish Catalyst: metodología basada en datos y su impacto en el tiempo. Es un trabajo fruto del análisis desarrollado sobre comunidades parroquiales de Estados Unidos.
Insertos en el barrio
Agustín Domingo Moratalla, catedrático en filosofía moral y política de la Universitat de Valencia, está convencido de que “no tiene sentido la misma estructura parroquial cuando las coordenadas sociales han cambiado”.
“El Espíritu Santo está suscitando diferentes formas y líneas de acción. No se trata de eventos y actividades sino un cambio profundo, que exige una vida orgánica en las comunidades. Por eso no se puede hablar de un único modelo de parroquia”, detalla Cristian Camus, el consultor y analista de datos del equipo, que sí ve en común en todas las experiencias analizadas su capacidad para ahondar en el autoconocimiento y en la búsqueda de la identidad parroquial en ese barrio o pueblo concreto: “Son comunidades muy capilares, donde los seglares y los consagrados se relacionan con confianza y humildad, generando estructuras que son más horizontales que verticales”.
Y es ahí donde Moratalla ahonda en el rasgo definitorio de estos espacios renovados y renovadores: son comunidad. “En la medida en la que se genera un vínculo social y se tiene una memoria de vínculo, se crea esa conciencia de ser parroquia, un valor clave en medio de una sociedad líquida, dispersa e individualista”. Ese sentirse en casa solo es posible para el filósofo si “se forjan unas relaciones y un compromiso desde la libertad”.
Información adicional
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Fuentes
Revista Vida Nueva (2) / El Debate / Universidad Católica de Valencia / Videos: Arquidiócesis de Valencia / Foto: Iglesia Santa Cruz