“La (nueva) normalidad es una misión por cumplir”
11:00 a.m. | 27 nov 20 (VN).- Francisco ha concedido dos entrevistas importantes en las últimas semanas. En el diario serbio Politika contó cómo se gestó el sorpresivo y simbólico viaje a Lampedusa -acceso de inmigración irregular a Europa-, al inicio de su pontificado y que marcó intenciones claves de su pontificado: denunció la “globalización de la indiferencia” y pidió una Iglesia cercana con los más vulnerables. También se refirió a la pandemia, al resaltar que “la (nueva) normalidad es una misión a cumplir” y debe priorizar la dignidad de las personas. En una segunda entrevista comentó su actual relación con el papa emérito Benedicto XVI, y también reflexionó sobre la lucha contra la corrupción vaticana: “me siento solo porque los que deben colaborar no colaboran”.
——————————————————————————————–
“Un día, entre la correspondencia, llegó una carta del párroco de Lampedusa en la que me contaba la historia de los sobrevivientes del Mediterráneo que llegaban a la isla y las dramáticas situaciones que tenían que enfrentar en la mayor de las vulnerabilidades: despojados de todo su último recurso era un aliento vital que se volvía clamor por una vida digna de llamarse humana. Leyendo esa carta algo se movió internamente. Sentí la presencia del Señor que me indicaba el camino: allí tienes que ir, escuchar y unirte al clamor de estos hermanos”, comentó Francisco en una entrevista publicada a inicios de noviembre en el diario serbio Politika, asegurando que, en cierta forma, fue Lampedusa la que “me eligió a mí”.
El Papa profundizó en la entrevista en los motivos de su opción preferencial por los márgenes de la sociedad al comentar que “si no queremos ir por la vida deshilachándonos, fragmentándonos en la búsqueda vana de la felicidad… el camino a las periferias nos puede regalar un horizonte de plenitud”. También aclaró que prefiere viajar a países que antes no hayan recibido la visita de un Papa o donde los cristianos sean pocos y estén perseguidos. “Vivir la fe en contexto de persecución o de minorías se vuelve un testimonio digno de valorar”.
Peores o mejores, nunca iguales
En su conversación con el diario serbio, Bergoglio habló de la pandemia y volvió a insistir en que ante esta crisis “podemos salir mejores o peores, pero nunca iguales”. En este contexto que el mundo afronta por el coronavirus se pueden presentar dos actitudes, la de los “auténticos héroes urbanos” y la de los “especuladores que sin piedad sacaron rédito de la desgracia ajena”. La Iglesia debe moverse en esa encrucijada para “generar e impulsar procesos a largo plazo”.
En este sentido, Francisco lanza una convocatoria para “crear una (nueva) normalidad”. “Me gusta pensar la normalidad como una misión a cumplir más que como un dato de hecho o una realidad fáctica e incuestionable”, expresa el Papa, que llama a asumir ” comunitariamente la fragilidad de nuestros pueblos”.
Para el sucesor de Pedro, desde ahí surgirá “una (nueva) normalidad donde la dignidad de las personas no sea una declaración de principios sino una convicción que se traduce en prácticas y estilos de vida bien concretos”. Más bien, el Papa aprecia que esta “normalidad no será la mera continuación del pasado como tampoco la cancelación de este duro momento sino una puesta en juego de todos nuestros recursos y creatividades para transformar el presente en el eslabón de una nueva oportunidad: las cosas pueden cambiar”.
En esta misma línea, divide la sociedad entre los “auténticos ‘héroes urbanos’ armados con la solidaridad y la entrega silenciosa” para socorrer al prójimo, frente al “crecimiento de especuladores que sin piedad sacaron rédito de la desgracia ajena o de aquellos que pensaban sólo a sí mismos, protestaban y se lamentaban de determinadas medidas restrictivas incapaces de asumir que no todos tienen las mismas posibilidades y recursos para enfrentar la pandemia”.
“Nunca me he peleado con Benedicto XVI”
“Benedicto XVI para mí es padre y hermano, por carta le escribo ‘filial y fraternalmente’. Lo visito a menudo en el monasterio Mater Ecclesiae y si recientemente lo veo un poco menos es solo porque no quiero cansarlo. La relación es muy buena, muy buena, estamos de acuerdo en qué hacer. Benedicto XVI es un buen hombre, es santidad hecha persona. No hay problemas entre nosotros, así que todos pueden decir y pensar lo que quieran. Creo que incluso dijeron que nos peleamos por qué tumba me pertenecía y cuál a él”. Así de clara se expresa el papa Francisco sobre su relación con el papa emérito en una entrevista a Gian Marco Chiocci para la agencia italiana Adnkronos.
“Al comienzo de mi pontificado fui a ver a Benedicto XVI. Mientras pasaba las órdenes me dio una caja grande y me dijo: ‘Aquí están las actas con las situaciones más difíciles, llegué hasta aquí, intervine en esta situación, empujé a esta gente y ahora… te toca a ti’. Aquí no he hecho más que recoger su testigo, continué su obra”, continúa el Pontífice.
El Papa se ha sentado nuevamente con un periodista en una entrevista en la que han reflexionado sobre la corrupción vaticana tras el escándalo del caso Becciu, pese a que no lo nombran en ningún momento. “Lamentablemente, la corrupción es una historia cíclica, se repite, luego viene alguien a limpiar y ordenar, pero luego vuelve a empezar esperando que venga alguien más y ponga fin a esta degeneración”, explica.
Y continúa: “La Iglesia siempre ha sido una casta meretriz, una pecadora. Digamos mejor: una parte de ella, porque la gran mayoría va en dirección contraria, sigue el camino correcto. Pero es innegable que personalidades de diversa índole y profundidad, eclesiásticos y muchos falsos laicos amigos de la Iglesia, han contribuido a disipar el patrimonio móvil e inmóvil no del Vaticano sino de los fieles”. “Mi abuela, que no era teóloga, siempre nos decía a los niños que el diablo entra por los bolsillos. Tenía razón”, añade.
Sobre si se siente solo en su lucha contra la corrupción, Francisco reflexiona así: “¿Si estoy solo? Lo pensé. Y llegué a la conclusión de que hay dos niveles de soledad: se puede decir que me siento solo porque los que deben colaborar no colaboran, porque quienes deben ensuciar sus manos por otros no lo hacen, porque no siguen mi línea o algo así, y esto es una soledad digamos… funcional. Luego hay una soledad sustancial, que yo no siento, porque he encontrado mucha gente que se arriesga por mí, su vida está en juego, luchan con convicción porque saben que estamos en lo correcto y que el camino recorrido, a pesar de mil obstáculos y resistencias naturales, es el correcto”.
En el mismo sentido, el Papa agrega: “Sé que tengo que hacerlo, fui llamado para hacerlo, entonces el Señor dirá si lo hice bien o mal. Honestamente, no soy muy optimista –sonríe– pero confío en Dios y en los hombres fieles a Dios”. “No creo que pueda haber una sola persona, dentro y fuera de aquí, que se oponga a erradicar la mala planta de la corrupción”, continuó.
¿Tiene miedo el Papa?
El periodista de Adnkronos le pregunta si tiene miedo. “¿Y por qué debería tenerlo? No temo consecuencias contra mí, no temo nada, actúo en nombre de nuestro Señor. ¿Soy un inconsciente? ¿Me falta un poco de prudencia? No sé qué decir, el instinto y el Espíritu Santo me guía. Y luego oro, oro mucho, todos nosotros en este momento difícil debemos orar mucho por lo que está pasando en el mundo”, advierte.
Sobre las habladurías sobre su sucesor, reconoce que no le preocupan. “Yo también pienso en lo que pasará después de mí, soy el primero en hablar de ello. Recientemente me sometí a exámenes médicos de rutina, los médicos me dijeron que uno de estos se podía hacer cada cinco años o cada año, se inclinaban hacia el quinquenio. Yo dije que lo hagamos año tras año, nunca se sabe”, afirma con una sonrisa.
En relación a las críticas a su pontificado también responde. “No diría la verdad, y haría mal a su inteligencia, si le dijera que las críticas te dejan bien. A nadie le gustan, especialmente cuando le dan una bofetada, cuando duelen si se habla de mala fe y con malicia. Con igual convicción, sin embargo, digo que la crítica puede ser constructiva, y luego lo tomo todo porque la crítica lleva a examinarme a mí mismo, para hacer un examen de conciencia, para preguntarme si me equivoqué, dónde y por qué me equivoqué, si lo hice bien, si hice mal, si podría hacerlo mejor. El Papa escucha todas las críticas y luego ejercita el discernimiento, comprendiendo qué es bueno y qué no. Ciertamente no puedo dejarme llevar por todo lo poco positivo que escriben sobre el Papa”, subraya.
Fuente:
Revista Vida Nueva / Foto: Getty Images