Francisco sobre minería: Mercado no garantiza desarrollo humano integral
8:00 a m| 17 may 19 (SIG/VATN).- En un encuentro con participantes de la reunión-diálogo sobre “Minería para el bien común” (realizada en el Vaticano), el Papa insistió en la necesidad de cambiar de “paradigma en todas nuestras actividades económicas, incluida la minería”. Recordando su encíclica Laudato Si, Francisco remarcó que el mercado “por sí solo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” y la protección del medio ambiente “no se puede garantizar únicamente sobre la base del cálculo financiero de costos y beneficios”.
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El pontífice comenzó su discurso profundizando en la Encíclica Laudato Si e invitando a los participantes en el encuentro a “dialogar con todos sobre nuestra casa común” (LS. 3). Necesitamos un diálogo que responda eficazmente tanto al grito de la Tierra como al grito de los pobres (cf. ibid., 49)”, insistió.
Luego, invitó a los asistentes a ver la situación en que se encuentra nuestro hogar común, y la calificó de “precaria”. Esto, porque el modelo económico actual está orientado solo al beneficio y basado en la ilusión de un crecimiento económico ilimitado. También invitó a fijar la mirada en lo que hacen las grandes potencias:
“Las potencias económicas siguen justificando el actual sistema mundial, en el que prevalecen la especulación y la búsqueda de ingresos financieros, que tiende a ignorar todos los contextos y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente” (ibíd., 56).
El Papa subrayó: “el mercado por sí solo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” (ibíd., 109) y “la protección del medio ambiente no puede garantizarse únicamente sobre la base del cálculo financiero de los costos y beneficios” (ibíd., 190). Necesitamos un cambio de paradigma en todas nuestras actividades económicas, incluidas las actividades mineras”.
-Dialogar con pobladores originarios
En este contexto, el Papa consideró pertinente el título de la reunión: “Minería para el bien común”. De esta manera, anima a juzgar lo relacionado con la actividad minera desde tres perspectivas. En primer lugar, “la minería, como cualquier actividad económica, debe estar al servicio de toda la comunidad humana”. La realización de este servicio debe tomar en cuenta a las comunidades locales en todas las etapas de los proyectos mineros.
El Papa afirma: “Pero en el debate, la población local debe tener un lugar privilegiado, que se pregunte qué es lo que quiere para sí misma y para sus hijos, y que pueda tener en cuenta los objetivos que trascienden el interés económico inmediato” (LS, 183). De esta manera, “las comunidades de la Amazonia deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo cuando se trata de grandes proyectos que afectan a sus espacios” (ibíd., 146).
El Papa insistió en la importancia de valorar a las comunidades indígenas: Estas comunidades vulnerables tienen mucho que enseñarnos” … “Para ellos, de hecho, la tierra no es un bien económico, sino un regalo de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el que necesitan interactuar para nutrir su identidad y sus valores. Sin embargo, en diferentes partes del mundo, se les presiona para que abandonen sus tierras y las dejen libres para proyectos extractivos, agrícolas o de cría, que no presten atención a la degradación de la naturaleza y la cultura”.
En segundo lugar, “la minería debe servir a la persona humana y no al revés”. Citando a Benedicto XVI, el Papa insiste: “En las intervenciones para el desarrollo debe mantenerse el principio de la centralidad de la persona humana, que es el sujeto que debe asumir en primer lugar el deber del desarrollo”. Toda persona es preciosa ante los ojos de Dios y sus derechos humanos fundamentales son sagrados e inalienables”.
El Papa cuestionó la responsabilidad social empresarial: “por sí sola no es suficiente. Debemos asegurar que las actividades mineras conduzcan al desarrollo humano integral de todas y cada una de las personas y de toda la comunidad”.
-Desarrollar economía circular
En tercer lugar, el Papa llamó a fomentar el desarrollo de una economía circular en el ámbito de la minería para romper con el circuito consumista, con el modelo extractivista, es decir, romper con “la tendencia desenfrenada del sistema económico a transformar los bienes de la naturaleza en capital”.
En este contexto, el Papa llama a “denunciar y evitar esta cultura del despilfarro. El sistema industrial, al final del ciclo de producción y consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y escorias”. Por eso propone una economía circular con un enfoque basado en la sobriedad: “reducir, reutilizar, reciclar” también están muy en línea con los Modelos de Consumo y Producción Sostenibles promovidos en el 12º Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU. Además, las tradiciones religiosas siempre han presentado la sobriedad como un componente clave de un estilo de vida ético y responsable. La sobriedad también es vital para salvar nuestro hogar común. “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5,5).
El Papa llamó a los asistentes a trabajar juntos “para sanar y reconstruir nuestro hogar común. Todos estamos llamados a “colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno con su propia cultura y experiencia, iniciativas y capacidades” (LS 14).
También invitó, recordando a los obispos latinoamericanos, a preguntarnos sobre la pertinencia “de las actividades mineras en los territorios y, por lo tanto, proponer, planificar, actuar para transformar nuestro modo de vida, influir en las políticas energéticas mineras de los Estados y gobiernos, así como en las políticas y estrategias de las empresas dedicadas a la minería, con el fin de lograr el bien común y el auténtico desarrollo humano, sostenible e integral”.
Finalmente, invitó a los asistentes a “darnos cuenta de que lo que está en juego es la dignidad de nosotros mismos. Somos los primeros en estar interesados en heredar un planeta habitable para la humanidad que vendrá después de nosotros. Es un drama para nosotros mismos, porque cuestiona el sentido de nuestro paso por esta tierra” (Enc. Laudato si’, 160). Que nunca se pierda de vista ese gran horizonte.
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Fuentes:
Signis ALC / Vatican News