Thomas Leoncini: “A los jóvenes se los entiende ahora o será demasiado tarde”
5:00 p m| 5 oct 18 (RD/VI).- Tras haber publicado el libro entrevista “Dios es joven” (2018) junto al papa Francisco, el periodista italiano Thomas Leoncini participa este año como auditor en la Asamblea del Sínodo de obispos dedicado a la juventud, que inició el 3 de octubre. Con ese marco, en una entrevista con Religión Digital, plantea sus expectativas ante la Asamblea, valora la preocupación del Papa por la juventud y explora lo que implica el desafío de escuchar a los jóvenes: “una sociedad que descarta a los jóvenes descarta a Dios. Los jóvenes serán los adultos y los viejos que gobernarán la sociedad dentro de pocos años, pero parece que son pocos los que reflexionan sobre esto”. Compartimos también algunas reseñas sobre los primeros días de la Asamblea del Sínodo sobre los jóvenes.
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-¿Qué significa para Usted esta convocatoria del papa Francisco a un Sínodo sobre el tema de la juventud?
Significa continuar confimando un concepto clave, que emerge en nuestro libro “Dios es joven”. Utilizo las palabras del Papa: “los jóvenes están hechos de la misma pasta que Dios”. Lo que para mí significa que una sociedad que descarta a los jóvenes descarta a Dios. Los jóvenes serán los adultos y los viejos que gobernarán la sociedad dentro de pocos años, pero parece que son pocos los que reflexionan sobre esto, y los jóvenes se descartan como si fueran a permanecer inmaduros para siempre. Y todo eso es ridículo, pero también peligroso. Y Francisco entendió la gravedad de la situación de los jóvenes en el mundo y dedicó un Sínodo especial para este tema. Para analizar, discutir y hacer las cosas correctamente. ¿Cuántos otros líderes del mundo están haciendo algo por los jóvenes?
-En el Sínodo se verán cara a cara jóvenes de todo el mundo. Cada uno con su propia problemática, si bien la globalización ha hecho globales tantos problemas locales, y viceversa. ¿Cuáles pueden ser los puntos comunes entre ellos?
Los puntos en común entre los jóvenes del mundo son muchos, muchos más que las diferencias. Si sólo existiese la voluntad de crear puentes entre los jóvenes a nivel internacional nos daríamos cuenta de cómo el mundo es siempre un gran país. Y el Sínodo es un gran puente, y esto es una bendición en tiempos de muros. El Sínodo también será útil para hacer entender a todos la gran actualidad de la globalización de los problemas, de las tragedias, de las incoherencias y de las incertezas de los jóvenes de todo el mundo. Hacen falta respuestas concretas para salvar a los jóvenes de la espiral de rabia y frustación por la que están absorbidos.
-¿Por qué cree que el Papa es tan popular entre estos jóvenes que llegan cada semana al Vaticano de diversos puntos del mundo?
Porque el papa Francisco no juzga, no hace proselitismo: les habla al corazón y al alma, incluso antes que a la cabeza. ¿Y sabés por qué es creíble en todo esto? Porque él es el primero en testimoniar lo que profesa, dice lo que piensa y piensa lo que dice. Y si hace falta ensuciarse las manos va y lo hace. En agosto se reunió con 70 mil jóvenes en el Circo Massimo de Roma, y le hicieron preguntas y ecucharon sus respuestas. Había tantos jóvenes ateos que ven en él una verdadera guía moral y espiritual. Hablé con algunos de ellos, y me dijeron: “es nuestro líder, el único que nos entiende profundamente, que nos da esperanza”. Y todo es una auténtica bendición para la propia Iglesia.
-De la falta de trabajo al ciberbullying y los descartados… el papa habla a menudo de los problemas de los jóvenes. ¿Crees que ahora es necesario un documento pontificio que escriba estos temas de forma clara?
Creo que sería muy útil porque nuestra época líquida requiere aggiornamientos constantes. Hoy la eternidad dura cico años… y a los jóvenes se los entiende ahora o será demasiado tarde.
-¿Piensa que el tema de los abusos tendrá un lugar predominante en las discusiones de los padres sinodales luego de estos meses en que se dieron a conocer tantos casos en el mundo?
Es un tema que requiere mucha atención y debe involucrar a todos, no es un problema solo de la Iglesia. Creo que la pedofilia es una inmensa vergüenza de la humanidad: abusando de un niño no se mata solo aquel niño, sino al adulto que crecerá, probablemente también la familia que tendrá y la cadena puede alargarse. Sobre este tema me ha hecho reflexionar un artículo reciente escrito para la revista “Vida Nueva” por el embajador español Francisco Vázquez, titulado “Asumiendo los riesgos”, y aconsejo a todos su lectura. El papa Francisco está haciendo muchos esfuerzos para luchar contra la pedofilia, y obviamente esto puede traer enemigos.
-¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia para qué Dios no pierda esa juventud que da título a su libro?
No puedo hablar a nombre de la Iglesia. Puedo decir sí que el papa Francisco es el más grande revolucionario de nuestro tiempo, y que su revolución y sus provocaciones hacen mucho bien dentro y fuera de la Iglesia. Despierta las conciencias de todos.
-En el pre Sínodo los jóvenes pidieron una Iglesia más transparente, auténtica y abierta. ¿Piensa que esta es la última oportunidad de la Iglesia para hablarle a los jóvenes del mundo?
No sé si será la última, pero sí estoy seguro que el papa Francisco es una oportunidad única, porque él quiere verdaderamente ayudarlos a emerger, a salir de su rol de descartados de la sociedad. Él se enfoca sobre los jóvenes sin prejuicios. Has citado el pre-Sínodo: ¿recuerdas cuando el papa habló de los tatuajes? Dijo que no hay que juzgar a los jóvenes por los tatuajes y sobretodo no tener miedo de la diversidad. Este es el camino fecundo para el diálogo, para construir. Y la construcción que dura es siempre compartida.
-¿Cuáles son los riesgos para la Iglesia si no escucha a los jóvenes?
La Iglesia del papa Francisco es la Iglesia de la escucha y el camino. Como se suele decir, “en salida”. Escucha a todos los jóvenes, ninguno está excluido. Y el consejo que le doy a los jóvenes es el de expresarse sin miedo. El papa entiende los problemas de las personas y no los juzga.
-Ha dicho que el papa no tiene miedo de ensuciarse las manos. ¿Piensa que hay muchos en la Iglesia a nivel mundial que aún tienen este miedo?
Pienso que en la Iglesia, como en el mundo del trabajo o en la sociedad en general, existe a menudo la tendencia de tenerle al distinto a “nosotros”. Los jóvenes representan una discontinuidad respeto a los adultos y por lo tanto suelen ser vistos como “extraños” que tienen dificultades para integrarse y a bajar a comprometerse. El acto de maduridad de los adultos debe ser percibir y valorizar esta discontinuidad porque en realidad es una riqueza, no un defecto. Estoy convencido de que la verdadera belleza de la humanidad está en la diversidad de sus miembros y no en la homogeneidad. Más diversos somos, más humanos y democráticos somos. Más iguales somos, y en cambio seremos más iguales a las máquinas al servicio del pensamiento único. Y no hay mal peor que ese.
Primeros días de la Asamblea del Sínodo sobre los jóvenes
-Francisco: “Hablen con valentía: las críticas, si honestas, ayudan; las inferencias, no”
El Papa inaugura los trabajos del Sínodo: “salir de prejuicios y estereotipos”; el clericalismo es “raíz de tantos males de los que debemos pedir perdón”. Cada cinco intervenciones habrá 3 minutos de silencio: se necesita discernimiento, “no es una moda de este Pontificado”.
El objetivo no es hacer que salga un documento que “generalmente es leído por pocos y criticado por muchos”, sino “propósitos pastorales concretos”, capaces de “estimular la confianza, vendar las heridas, entablar relaciones” y, sobre todo, inspirar a los jóvenes, “a todos los jóvenes”, pero también a los adultos, a una visión positiva del futuro. Ayudar, pues a que intenten “frecuentar el futuro”.
Por ello el papa Francisco indica los tiempos, las maneras y las actitudes precisas que servirán en los trabajos del Sínodo sobre los jóvenes, que comienza hoy y que concluirá el próximo 28 de octubre. Esta gran asamblea, de esta manera, deberá ser realmente una ocasión de reflexión y de cambio para una Iglesia que parece “llena de fatigas, de problemas, de pesos”, sobre todo después del resurgimiento de los escándalos de los abusos sexuales durante el último año.
Explicó el Pontífice, en su saludo durante la primera congregación general en el Aula del Sínodo del Vaticano, que se necesita franqueza al hablar y humildad al escuchar. También es bueno criticar, lo que importa es que la crítica sea “honesta y transparente”, porque así es “constructiva y ayuda, mientras que la charla inútil, los rumores, las inferencias o los prejuicios”, no.
También se necesita salir de los “estereotipos” y de los “prejuicios”, como el de los jóvenes hacia los adultos (demasiado aburridos y rebasados) y de los adultos hacia los jóvenes (demasiado inexpertos y superficiales). Hay que evitar el peligro del clericalismo, “perversión y raíz de tantos males de la Iglesia”, y exponer el “virus de la auto-suficiencia y de las conclusiones apresuradas de muchos jóvenes”.
“La apertura en el hablar y la apertura en la escucha son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento”, dijo el Sucesor de Pedro, asegurando que el discernimiento “no es un eslogan publicitario, no es una técnica organizativa, ni una moda de este pontificado, sino una actitud interior enraizada en un acto de fe”. Por ello, el Papa dispuso “que durante los trabajos, en asamblea plenaria y en los grupos, cada cinco intervenciones se observe un momento de silencio (unos 3 minutos) para permitir que cada uno preste atención a las resonancias que las cosas escuchadas susciten en su corazón, para ir al fondo y descubrir lo que más sorprende”.
Como durante los dos Sínodos anteriores sobre la familia, acompañados por las turbulencias que siguieron a la publicación de la exhortación “Amoris laetitia”, el papa Bergoglio pide, es más pretende, que los 267 participantes del Sínodo trabajen con la más absoluta “parresia”, “integrando libertad, verdad y caridad”. Y también valentía, tanto al tomar la palabra, como al convertirse en la voz de “tantos jóvenes del mundo que no están presentes”.
El Sínodo debe ser “un ejercicio de diálogo, sobre todo entre los que en él participan”, afirmó Francisco. “Y el primer fruto de este diálogo es que cada uno se abra a la novedad, a modificar la propia opinión gracias a lo que ha escuchado de los demás”. Por ello, aunque casi todos los padres sinodales hayan preparado su intervención antes de llegar a Roma, el Papa los invitó a sentirse “libres de considerar lo que han preparado como un borrador provisional abierto a las eventuales integraciones y cambios que el camino sinodal podría sugerirle a cada uno”. “Sintámonos libres –afirmó el Papa– de acoger y comprender a los demás y, por lo tanto, de cambiar nuestras convicciones y posturas: es signo de gran madurez humana y espiritual”.
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Fuentes:
Entrevista de Hernan Reyes Alcaide, publicada en el portal Religión Digital / Vatican Insider