“Black Mirror”: Ciencia ficción con serias preocupaciones morales

10:00 a m| 17 ago 18 (AM).- La serie de antología sobre ciencia ficción en Netflix, “Black Mirror”, se ha hecho un nombre imaginando las distopías del futuro cercano. Sin embargo, su impacto no ha sido tanto por presentar unas pesadillas proféticas sobre las implicaciones de la tecnología actual, sino más bien por sus percepciones sobre los temores y aspiraciones de nuestra humanidad.

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Ya sea contando la historia de un mundo en el que los ratings de las redes sociales determinan la aceptación de clase, o el de un intento de una viuda afligida de usar todos los rastros de su difunto esposo en Internet para recrearlo, las mejores historias de “Black Mirror” se basan en cuestionamientos o problemáticas humanas muy concretas: ¿Puedo proteger a mi hijo? ¿Puedo confiar en mi pareja? ¿Alguna vez encontraré “el indicado”? Y si lo hago, ¿el mundo nos permitirá ser felices? Estas historias tipo “La Dimensión Desconocida” podrán referirse a un futuro muy cercano de la vida humana, pero siempre se refieren fundamentalmente a la vida humana.

O eso uno espera. Viendo la temporada más nueva de “Black Mirror”, que se estrenó en los últimos días del año pasado, el enfoque no siempre es tan claro. Algunos de los seis episodios, como el que trata sobre un dispositivo incorporado (chip) de vigilancia permanente para hijos, “Arkangel”, y otro sobre una aplicación de citas con un alcance extremo, “Hang the DJ”, encajan muy bien en el “Mirrorverse”, sembrando las pesadillas más terribles de la innovación en lo más profundo de nuestros anhelos humanos. (Si solo verá un episodio este año, que sea “Hang the DJ”, tanto las actuaciones como la historia de dos personas que se anhelan mutuamente frente a los algoritmos que determinan las relaciones de su sociedad, resultan tan dulces como convincentes).

“Crocodile” también va por ahí, proponiendo la idea de la recolección de la memoria, a través de un dispositivo que se les encarga a gestores de reclamos de seguros, para crear un fantástico episodio inspirado en Hitchcock. La moralidad se expone sobre las consecuencias aparentemente interminables de una terrible decisión.

Los otros episodios de la temporada, sin embargo, parecen dejar de lado cualquier exploración real de la humanidad y se enfocan más bien en grandes temas. Charlie Brooker, el creador de la serie, se ha mostrado fascinado por las posibilidades de la “descarga” de la personalidad o de la memoria humana. Y fuertemente vinculado con preocupaciones profundamente humanas como el dolor, el miedo o el amor, este interés ha creado algunos de los momentos más poderosos de la serie. (“The Entire History of You”, “Be Right Back” y “San Junipero” son episodios, de otras temporadas, obligatorios de ver).

Pero en la nueva temporada vemos la “descarga” de personas reales en un mundo virtual, que estoy bastante seguro que ni siquiera fue novedoso cuando Disney lo hizo en 1982 en “Tron”. Otros episodios proponen digitalizar a una persona en un holograma, descargarlas en un peluche o, lo que es más absurdo, en el espacio de tu cerebro no utilizado (Como señala Willa Paskin en “Slate”, uno de los mayores problemas con “Black Mirror” es que sus personajes tienen muy poco escepticismo sobre las tecnologías más invasivas).

El episodio “USS Callister”, sobre un tímido genio programador que roba el ADN de sus compañeros de trabajo y crea copias digitales de ellos en una recreación virtual de una serie tipo “Star Trek”, donde los atormenta, es la mayor decepción de la temporada. Las actuaciones son geniales, pero el episodio se vuelve profundamente inquietante cuando comienza a demonizar al programador. Después de que agrega una copia de un nuevo miembro del personal, Nanette (Cristin Milioti), -que mostró interés en él antes de que sus compañeros de trabajo lo pintaran patéticamente- a su extravagante colección de ciencia ficción de la década de 1960, lo que era un estándar de parábola sobre la “venganza de la víctima de bullying”, se transforma en una historia de gente común que encuentra la manera de luchar contra los perdedores del mundo de Gamergate.

Aparte de Nanette, nadie en “USS Callister” es inocente. Pintar las cosas de otra manera, como lo hace Brooker, es permitir que los victimarios del programador se excusen de cualquier responsabilidad. En un momento en que la sociedad estadounidense finalmente muestra una voluntad de escuchar y enfrentar las historias de hombres que se comportan atrozmente, tal elección es satisfactoria, pero una gran simplificación.

Dado el mundo cambiante en el que vivimos, y los acertijos morales perennes de nuestras vidas, el material interesante para que sea considerado en “Black Mirror” parece no tener fin. Y la serie sigue siendo uno de los pocos espacios donde se puede encontrar una exploración real de las cuestiones morales y sociales de nuestros días.

Desafortunadamente, gran parte de la cuarta temporada se muestra menos como una inmersión profunda en la condición humana en la era moderna que otra actualización innecesaria del iPhone. Nos queda la esperanza por la OS 5 (quinta temporada).

 

Fuente:

Traducción libre del artículo “Black Mirror: a sci-fi TV show with serious moral concerns” publicado en America Magazine.

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