El “momento Kane” de Jesucristo
7:00 p m| 19 jul 18 (TA).- La obra maestra de Orson Wells, Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), puede ayudarnos a comprender un poco más a Jesucristo. El teólogo Jordano Hernández SJ, propone encontrar alguna semejanza entre la vida de Jesús y la del personaje principal de la película que inaugura el cine moderno. Ambos experimentan un mismo desafío: el llegar a ser conocidos por los demás. Es verdad que la misión de Jesús es dar conocer al Padre, pero, como explicita el evangelio de Juan, quien conoce a Cristo, por consiguiente, conoce al Padre (Jn 14,9). La tarea de Kane, más que ser conocido, es ser comprendido por el espectador. Labor en que ambos comparten similitudes y diferencias.
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Ciudadano Kane relata la vida del ficticio magnate de la prensa Charles Foster Kane (supuestamente basado en el verídico magnate estadounidense William R. Hearst). La vida del personaje comienza con una niñez miserable, razón que lo conduce a alejarse de la convivencia familiar. Más tarde, su juventud se presenta como una etapa llena de idealismo por el bien social, en la que Kane empieza una carrera en la industria editorial.
El realizador de la película invita al espectador a acompañar la conversión gradual del personaje en un hombre de aspecto frío, dominador y sediento de poder. Su final es triste y solitario. Llama la atención que en el momento que antecede a su muerte, Kane profiere la palabra Rosebud. La película aborda la investigación del periodista Thompson, que busca entender el significado de la enigmática expresión.
Entre las cualidades de esta obra se cuenta su innovación en la estructura narrativa, principalmente por medio del recurso narrativo del racconto, en que la temporalidad del relato hace recurrentes vueltas al pasado, mezclando la trama del “hoy” con escenas de lo que sucedió tiempo atrás.
Precisamente sobre este aspecto es que propongo reflexionar. El relato de Ciudadano Kane es insólito: se construye por medio de fragmentos y testimonios diversos. ¿Quién conoce a Kane? No hay un narrador, sino diversos narradores que cuentan la historia y que, con sus puntos de vista, suman aspectos subjetivos a la trama. El periodista Thompson, en su tarea de saber más sobre la personalidad del magnate contacta personas que tuvieron algún vínculo con el investigado: el secretario Bernstein, su gran amigo Leland, su segunda esposa Susan Alexander, el mayordomo de su casa, e, incluso, el libro con las memorias del banquero, Walter Thatcher, que fue tutor de Kane.
A cada entrevista le sigue un racconto, con una mirada interna de cada personaje-narrador que añade una cualidad a la personalidad de Kane: un amigo jactancioso, un esposo arrogante, un jefe entusiasta, entre otros. Se trata de un relato fragmentado que permite tejer una biografía no conclusiva sobre el protagonista. La trama es una paradoja en que los personajes-narradores que conocieron a Kane a lo largo de su vida, lo desconocen. Se puede decir que ninguno de ellos conoce realmente su persona y no saben explicar qué significa Rosebud.
Identifico en los Evangelios Sinópticos algo que Jesús vive en su labor anunciatoria, y que llamo su “momento Kane”. Lo encontramos en Mc 8, 27-38; Mt 16, 13-20 y Lc 9, 18-22. Jesús pregunta a los discípulos qué dicen las personas acerca de quién es él. A pesar de la particularidad de cada evangelista, la estructura es la misma: en Marcos y Mateo Jesús pregunta a los discípulos sobre qué comentan los hombres sobre quién es él. En Lucas la pregunta es sobre qué comentan las multitudes, y, después, Jesús retoma la pregunta, esta vez, a sus compañeros. Sabemos, por el relato, que las respuestas por parte del pueblo son las más variadas: dicen que puede ser Juan el Bautista; otros que quizá sea Elías; uno de los profetas (o de los antiguos que fue resucitado, según el relato lucano); y Mateo agrega que algunos pensaban que podría ser Jeremías.
Llamo “momento Kane” a estos pasajes sobre la vida de Jesús porque, así como en la película de Wells, lo que tenemos son fragmentos de la percepción de cómo los hombres (o multitudes) van mirando y recibiendo la acción de Jesús, para luego concluir quién puede ser. Estos relatos van componiendo la trama, sumándose, pero no permiten hacer una conclusión definitiva, pues son relatos subjetivos.
Sin embargo, los Sinópticos dejan claro que el pueblo ve a Jesús como un hombre de Dios. Pero Jesús no se contenta con la respuesta del pueblo. Es el momento de confrontar a sus seguidores, aquellos que conviven más de cerca con él, que deben dar una respuesta más contundente. Pedro, el vocero del grupo, según los Evangelios, hace un reconocimiento del mesianismo de Jesús: es el Cristo. El ungido, pero no cualquier ungido, sino el ungido de Dios según Lucas, y, para Mateo, el Hijo de Dios vivo.
Tanto en la película como en el Evangelio, el espectador/lector acompaña la trama, amplía su entendimiento del protagonista, y es invitado a dejarse afectar por sus respectivas personalidades con el fin de conocerlos. No obstante, en Ciudadano Kane nada es dado apriorísticamente, el espectador es libre de decidir con qué opinión se queda. A diferencia de los personajes-narradores de la película que conocen parte de la persona de Kane, el espectador, que accede a todo el conjunto de la trama, puede también tener una opinión subjetiva sobre él. Pues sólo el realizador y el espectador saben que Rosebud es su juguete, y que a pesar de todo el imperio que Kane poseía, ese era su objeto más querido. Sólo cuando lo vemos lanzándolo al fuego, reconocemos al humano en Kane, lo comprendemos mejor, como si fuera una remisión.
Por qué esa película puede ayudarnos a comprender más a Jesús. A diferencia de Kane, en que al final de la historia el espectador libremente termina con una percepción sobre quién es el personaje, con Jesús no sucede lo mismo. Precisamente el relato mateano posee una particularidad con relación a los otros dos sinópticos. Cuando Pedro comenta que Jesús es el Cristo, el texto agrega una observación hecha por el Hijo de Dios: Pedro es considerado como “dichoso” porque su respuesta no arranca de un mérito propio -pues no se trata de una conclusión solamente humana- sino de una afirmación que fue revelada por el propio Padre.
El verbo utilizado en el evangelio es apokalipto -formado por la preposición apo (desde/fuera de) + el verbo kalipto (cubrir/velar)- es decir, la connotación del verbo apokalipto es descubrir, dar a conocer, revelar. Entonces, no se trata de algo que parte del sujeto, que le fuera preconocido o una reminiscencia, sino que de una cuestión que está fuera y ahora le es presentado. Justamente por eso es que Pedro es feliz, pues el Padre ha actuado por medio de él.
A diferencia de lo que sucede en Ciudadano Kane, conocer a Jesús no es algo subjetivo, sino una gracia dada por el Padre a todos los que se hacen discípulos suyos. Lo que San Ignacio expresó de modo muy sapiencial en el número 104 de los EE.EE.: “Demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga”.
PD: A los amantes del cine que les gustan hechos curiosos de las películas, agrego uno sobre la obra maestra de Wells. Como se ha dicho, la historia tiene como motor la investigación del periodista acerca del significado de Rosebud, palabra dicha por Kane antes de morir. Sin embargo, Kane muere solo, y en seguida la enfermera entra en su habitación y constata su muerte. De ese modo, nadie puede haber oído su última palabra. Un pequeño equívoco de continuidad que no aminora en nada la grandiosidad de la obra.
Fuente:
Territorio Abierto