Los 90 de Benedicto XVI en diez escenas

11:00 p m| 12 may 17 (VN/BV).- El Papa emérito cumplió 90 años el 16 de abril, fecha que coincidió con la Pascua de resurrección. El Papa Francisco se acercó días antes al monasterio Mater Ecclesiae para saludarlo personalmente y al lunes siguiente, después de la Pascua, se celebró su onomástico con una fiesta bávara -según deseo del mismo Benedicto XVI- en los Jardines Vaticanos. En medio de la reunión aprovechó para ofrecer un mensaje de agradecimiento.

Además, recogemos una entrevista de la revista Vida Nueva al P. Federico Lombardi SJ, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede de 2006 a 2016 y, desde entonces, presidente de la fundación “Joseph Ratzinger”, quien reflexiona en 10 preguntas sobre el legado de Ratzinger como teólogo, cardenal, Obispo de Roma y Papa emérito a momentos que han marcado su vida y la de la Iglesia. Y por último, un video del Vatican Insider, “Los 90 años de Benedicto XVI en 90 segundos”.

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Entrevista al P. Federico Lombardi SJ. (extracto de revista Vida Nueva)

1) Un alemán al mando de Doctrina de la fe
¿Cómo recuerda el período de Ratzinger como prefecto?

A decir verdad, no tenía prácticamente ninguna relación directa con el cardenal Ratzinger cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), por tanto no tengo experiencias que contar. Pero desde 1991, como director de los programas de Radio Vaticano, naturalmente seguía con atención sus actividades. Siempre he tenido una grandísima estima hacia él, desde que yo era estudiante de teología en Alemania (1969-1973) y él era un brillante profesor.

La lectura de Introducción al cristianismo me impresionó profundamente, digamos que hasta me entusiasmó. Me ha parecido siempre un teólogo que reflexionaba sobre una fe vivida y manifestaba una espiritualidad profunda y sincera. Admiraba su claridad y me pareció siempre muy equilibrado en sus juicios y posiciones.

2) El cónclave de su elección
¿Creía que Ratzinger pudiese convertirse en el sucesor de Juan Pablo II? ¿Cuándo y cómo le pidieron a usted que se convirtiera en el director de la Sala de Prensa vaticana?

Recuerdo bien aquel cónclave de 2005. Aunque no era todavía director de la Sala de Prensa, sí que era director de Radio Vaticano y del Centro Televisivo Vaticano (CTV). La muerte de Juan Pablo II fue un evento mundial y extremadamente apasionante. En aquel mes inolvidable, el papel del cardenal Ratzinger se manifestó como extremamente relevante, porque era el cardenal decano del Colegio cardenalicio. Tenía por tanto que guiar las Congregaciones de cardenales preparatorias del cónclave, presidir la gran Misa de Exequias y la de Pro eligendo Romano Pontifice, inmediatamente precedente al cónclave, y lo hizo con gran autoridad y sereno dominio de la situación, pronunciando homilías inolvidables.

Se manifestó una personalidad que no era solo la del gran teólogo de una inteligencia superior, sino también la de un guía sabio y experimentado, que se movía a un nivel superior. Si se añade la confianza que se había granjeado por parte de Juan Pablo II, su vasta experiencia en la Iglesia universal y el conocimiento de la Curia, confieso que su elección no me sorprendió, es más, me habría sorprendido que eligieran a otro.

3) Rezar en Auschwitz
¿Qué significó para el Santo Padre, como alemán que vivió la Segunda Guerra Mundial y el período nazi, la visita a mayo de 2006?

El de Polonia en realidad es el único viaje al extranjero de Benedicto XVI que no hice, porque no era aún director de la Sala de Prensa. Los dirigentes de Radio Vaticano teníamos la costumbre de alternarnos en los viajes entre el director general y el director de programas. Entonces el director de programas era polaco, el P. Koprowski, y por tanto le dejé con gusto la posibilidad de participar en el viaje. No obstante, naturalmente recuerdo bien aquel viaje. Recuerdo la expectación y la emoción por la visita al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau por parte del Papa alemán, un hombre que había vivido, aunque era muy joven, el tiempo del nazismo, y la profunda meditación que allí pronunció.

Ciertamente estaba en el centro de las miradas, no siempre favorablemente dispuestas hacia él. Es una persona, en cualquier caso, con una conciencia pura y serena, y aun siendo un poco tímido pero valiente, supo afrontar sin miedo las situaciones más difíciles (…) además se sabe que se había esforzado siempre hasta el fondo en sus estudios para cultivar relaciones positivas y correctas con el mundo judío. Esto se verá también en los últimos años en diversos puntos importantes y delicados de su libro sobre Jesús de Nazaret.

4) Ratisbona y el diálogo interreligioso
¿Cómo vivió el Papa las crisis políticas y diplomáticas nacidas tras su intervención en la universidad alemana el 12 de septiembre de 2006?

De esto se ha hablado ya casi hasta la saciedad y él mismo se expresó sobre ello en los dos libros-entrevista con Peter Seewald –Luz del mundo y Últimas conversaciones–, explicando que había pensado en una lección académica sin darse cuenta de la lectura parcial y “política” que podría haberse hecho. Pero la gestión de la situación en los días sucesivos, en mi opinión, fue buena y oportuna, con una serie de declaraciones y de explicaciones por parte del Vaticano a niveles más altos, y hasta las realizadas por él mismo con mucha sencillez y claridad.

Siempre he pensado y sigo repitiendo que aquel asunto en realidad se concluyó de modo definitivo dos meses y medio después, con la histórica visita del Papa a la Mezquita Azul de Estambul con plena serenidad, una ocasión y una imagen con la que quedó clara a todo el mundo su actitud respecto al islam. Es más, siempre he pensado que aquella crisis fue una ocasión para poner sobre la mesa con mayor claridad temas cruciales sobre los que se evitaba hablar, como la relación entre la religión y la violencia.

5) Tolerancia cero con la pedofilia
En 2009 se publicaron los datos recogidos por la comisión irlandesa encargada de investigar los abusos a niños. ¿Había resistencias internas para implementar las medidas lanzadas por el Papa en este campo?

Ese asunto ha sido ciertamente uno de los aspectos más dolorosos del pontificado de Benedicto XVI. Hay que observar no obstante que no le encontró desprevenido, porque ya como prefecto de la CDF se ocupó de estos hechos horribles, que habían comenzado a salir a la luz, y tuvo un papel importante para definir las medidas a adoptar desde el punto de vista de la disciplina de la Iglesia.

La famosa y durísima expresión sobre la “suciedad en la Iglesia”, escrita por Ratzinger en el texto del último Vía Crucis en el Coliseo del pontificado de Juan Pablo II, se refería ciertamente también a estos crímenes, que causaron en él horror, sorpresa y profundísimo dolor. Pero en su pontificado la crisis se amplió a otros países, como Irlanda y Alemania, y se retomó con fuerza en EE. UU. Estalló además la cuestión del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.

El Papa lo afrontó con una mirada profunda y amplia y con determinación, no solo bajo el aspecto disciplinar, sino de la necesidad de un verdadero proceso de purificación y de renovación pastoral en la Iglesia, con la escucha a las víctimas y el compromiso de curar sus heridas, las indicaciones para un serio compromiso de prevención en la elección y formación del clero, y la difusión de una cultura de la protección de menores (…) Nos enseñó a movernos con determinación, paciencia y constancia en este dédalo de problemas, que no se resuelven nunca para siempre.

6) La traición del Vatileaks
¿Cómo vivió el Papa este período?

La difusión de documentos reservados no es un método nuevo que se haya inventado en el Vaticano. Es un método bastante común en el mundo para influir sobre la opinión pública con ciertos intereses (…) No es difícil encontrar periodistas o las vías para hacer estas operaciones. Como sabemos, por desgracia puede suceder también en el Vaticano, sobre todo cuando hay situaciones o períodos de tensiones, como sucedió con el llamado Vatileaks, en un contexto de discusiones sobre todo sobre cuestiones de reformas que habían sido iniciadas.

El aspecto particularmente doloroso para el Papa es que la fuente principal de la fuga de documentos estaba muy cercana a él y era una persona hacia la que sentía familiaridad y confianza. Efectivamente, el corazón del hombre es a menudo misterioso. El Papa quiso que la “justicia humana” del Tribunal vaticano siguiese su curso y pronunciase una justa condena al mayordomo por lo que había hecho; pero luego quiso cerrar definitivamente el asunto con un acto de gracia y de misericordia, manifestado también en un encuentro personal.

Benedicto XVI dijo claramente que su renuncia no hay que leerla absolutamente como una consecuencia de estos acontecimientos, sino a la luz de las valoraciones frente a Dios acerca de si sus fuerzas eran todavía adecuadas o no para llevar el peso de los compromisos que exige la responsabilidad del gobierno de la Iglesia universal.

7) Tres encíclicas en ocho años
Benedicto XVI ha escrito Deus Caritas est, Spe salvi y Caritas in veritate. ¿Cuál piensa que es la mayor contribución de cada uno de estos textos a los católicos y al mundo en general?

Deus Caritas est es probablemente la más “personal” de las tres encíclicas, sobre todo en la primera parte, que es maravillosa y me parece preciosa para hacer entender el lazo íntimo y en ambos sentidos entre el amor de Dios y el amor humano, también entre el hombre y la mujer. El amor misericordioso de Dios es el tema principal tanto para Juan Pablo II como para Francisco, y evidentemente también lo era para Benedicto XVI. ¿Y cómo podía no serlo, siendo el corazón del anuncio cristiano?

Spe Salvi captura en profundidad la necesidad de esperanza que está muy difundida, pero a la que le cuesta salir a la luz y a la conciencia común; afronta sinceramente el problema del mal en el mundo como desafío a nuestra fe, y propone una vez más, y de forma clara, la cuestión de la vida eterna, de la esperanza después de la muerte, de la que Ratzinger ha hablado durante toda su vida, también antes del pontificado.

Caritas in veritate es una gran encíclica, que se coloca en la línea del magisterio social de la Iglesia y de la que se sentía necesidad en el contexto de la gran crisis económica de los años recientes, de la globalización y de la proliferación de la crisis ecológica. Es un anillo de conjunción importantísimo entre las encíclicas sociales de Juan Pablo II y la Laudato si de Francisco, de la que anticipa y prepara muchos aspectos.

8) Una renuncia para la historia
¿Pudo imaginar alguna vez que iba a vivir un hecho así?

Intenté vivir aquellos días en sintonía con él y hacer llegar a los periodistas y al público el espíritu de responsabilidad frente a Dios y a la Iglesia que había animado al Papa a tomar aquella decisión, como también del espíritu de fe con el que confiaba al Espíritu del Señor el acompañamiento de la Iglesia. Porque la Iglesia es del Señor y no del Papa y, por tanto, habría continuado con confianza y serenidad su camino.

Naturalmente, la situación era nueva, por lo que debía acompañar a los periodistas y al público en un camino en el que intentar buscar gradualmente las respuestas oportunas a las preguntas nuevas de todo tipo que se planteaban día a día: preguntas sobre las motivaciones del Papa, sobre cómo vivir espiritualmente la situación, sobre las normas canónicas o de otro tipo que había que observar, etc. (…) La fe y la espiritualidad de Benedicto XVI nos ayudaron de verdad a sentir que estábamos viviendo un pasaje histórico llevados de la mano del Señor.

9) Dos papas en la Ciudad eterna
¿Cómo vivió usted la convivencia entre el Papa Francisco y el Papa Benedicto?

La convivencia entre Francisco y el Papa emérito corresponde bien a lo que podía imaginarme. Estaba absolutamente seguro de que Benedicto XVI, con su discreción, no habría dado ningún problema a su sucesor y que su presencia reservada iba a ser sentida por Francisco como una riqueza, un recurso espiritual para la Iglesia y específicamente para su ministerio.

Lo que no podía saber antes es la gentil finura de los gestos de atención de Francisco hacia su predecesor, o la belleza de las imágenes de sus encuentros: los abrazos cordiales y los momentos de oración arrodillados el uno junto al otro delante del Señor. Percibo también con grandísima alegría el afecto con el que innumerables personas siguen esta última etapa de la vida de Benedicto XVI: se sienten unidas a él espiritualmente, admiran y gozan con el amor sincero entre Francisco y Benedicto XVI. ¡Todo esto es muy bonito!

10) Un legado vivo
¿Cuál es para usted la mayor contribución de Ratzinger como teólogo? ¿Y como Pontífice?

La obra del Ratzinger teólogo es vastísima, me parece difícil sintetizarla en pocas palabras. Tal vez valga la pena insistir en su modo de ser teólogo. La reflexión seria, sincera y rigurosa en la fe y sobre la fe, sin evitar y buscando responder a las preguntas más cruciales de las personas y de la cultura de nuestro tiempo (…) Me parece que su principal legado como teólogo es su testimonio sobre lo que es el servicio del teólogo creyente, una teología nutrida de fe y profundamente entretejida de espiritualidad.

Su servicio como Papa está en continuidad con esto. Recordar a la Iglesia el primado de Dios y de la fe, naturalmente una fe vivida en este mundo y en este tiempo, capaz de estar en relación con la experiencia y con la cultura contemporánea. Pienso que su compromiso al realizar su gran obra sobre Jesús de Nazaret durante todo su pontificado y antes de la renuncia es un mensaje para nosotros. Es el testimonio de que la relación viva con la persona de Jesús ha sido el centro y el alma de su vida.

Leer aquí la entrevista completa.


Fiesta de cumpleaños bávara por los 90 años de Benedicto XVI

Una fiesta bávara, con tarros de cerveza, cestas de dulces regionales y con los Schuetzen, que, con trajes típicos, interpretaban canciones tradicionales de su “land”. Fue así, como lo deseaba él mismo, la fiestecita en los Jardines Vaticanos para celebrar los 90 años de Joseph Ratzinger. El día de Pascua (domingo, 16 de abril) fue el día de su cumpleaños, pero la fiesta fue celebrada el lunes 17, como anunció su secretario particular, Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia.

“Les agradezco mucho por haber traído aquí a Baviera”, dijo el Papa emérito a la delegación que llegó desde su tierra natal, “abierta al mundo, vivaz y feliz”. Eran unas 50 personas, con a la cabeza el primer ministro Horst Seehofer, líaer del partido CSU, que brindó con Ratzinger con un tarro de cerveza, como demuestran las fotos que divulgó L’Osservatore Romano.

“Mi corazón -prosiguió Ratzinger- está lleno de gratitud por los 90 años que el buen Dios me ha dado. Ha habido pruebas y tiempos difíciles, pero Él siempre me ha guiado y me ha sacado adelante, para que pudiera continuar con mi camino, y estoy lleno de gratitud, sobre todo porque me ha dado una patria tan bella que ahora ustedes (los Gebirgsschützen, artilleros de las montañas bávaras, ndr. ) traen hasta aquí. Baviera es bella desde su Creación. Es bella por sus campanarios, sus casas con balcones llenos de flores, las personas, que son buenas. Es bello, en Baviera, porque se conoce a Dios y se sabe que Él creó el mundo, y que es bueno cuando construimos con Él”.

El Pontífice emérito también se dijo “contento” porque “hemos podido reunirnos bajo este hermoso cielo azul romano, que con sus nubes blancas recuerda la bandera albi-celeste de Baviera. Les deseo la bendición de Dios Lleven mis saludos a casa, mi agradecimiento para ustedes y con cuánto placer, en mi corazón, sigo paseando y viviendo en nuestros paisajes. Y espero que todo permanezca así”. A todos, empezando por el gobernador, Ratzinger les deseó un Vergelt’s Gott.

La fiestecita fue en la explanada que está frente al monasterio Mater Ecclesiae, el lugar que eligió Benedicto como residencia en el Vaticano, después de su históricaica renuncia al ministerio petrino de hace cuatro años. Estaban presentes las personas que más quiere el Papa emérito: su hermano mayor, Georg (de 93 años), monseñor Gänswein y las cuatro “memores domini”, las laicas consagradas que lo ayudaban durante los años del Pontificado y que siguen estando a su lado.

El pasado 12 de abril, Miércoles Santo, hubo una pequeña anticipación de esta fiesta, pues Papa Francisco visitó brevemente a su predecesor para felicitarlo tanto por la Pascua como por su cumpleaños.

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Fuente:

Revista Vida Nueva

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