Poesía y justicia social: Nuevas voces católicas

7:00 p m| 28 abr 17 (AMERICA/BV).- El primer aniversario de la muerte del jesuita Daniel Berrigan (30 de abril), poeta y activista por la paz, parece coincidir con una fuerte temporada de protestas ciudadanas en Estados Unidos. America Magazine publica un artículo que destaca la poesía social como expresión que ilumina problemas y llama a la acción, y reseña el trabajo de jóvenes poetas que pueden tomar la posta dejada por el mismo Berrigan, Adrienne Rich y Amiri Baraka.

El sacerdote jesuita trabajó apasionadamente por la paz y por causas antinucleares desde la época del conflicto con Vietnam en adelante, incluso fue arrestado por irrumpir en instalaciones armamentísticas y sabotear material bélico. Su poesía, la mayoría de las veces en verso libre, refleja su fe católica, pero también cuestiona la injusticia y hace llamados para combatirla.

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Los poetas, con su arte, siguen abordando preguntas difíciles: ¿Cómo vivimos y actuamos en solidaridad con nuestro prójimo? ¿Cómo acogemos al extraño? ¿Cómo debe el gobierno y la sociedad tratar a los individuos, especialmente aquellos que viven en la pobreza o que son vulnerables? ¿Cómo podemos reformar las instituciones corruptas?

Una organización, llamada Split This Rock, organiza talleres y un festival bienal de “poetas socialmente comprometidos”, y gestiona una base de datos de poemas en línea. Su misión es alentar a “los poetas a desempeñar un rol más protagónico en la vida pública”, y muchos han respondido a su llamado.

Algunos poetas preocupados en temas sociales, se han viralizado en redes sociales, como A Small Needful Fact de Ross Gay, que en 15 líneas compactas, perfila una imagen conmovedora de Eric Garner, quien murió después que un policía de Nueva York le hiciera una llave al cuello hasta asfixiarlo, al resistirse al arresto por vender cigarrillos ilegalmente:

Is that Eric Garner worked
for some time for the Parks and Rec.
Horticultural Department, which means,
perhaps, that with his very large hands,
perhaps, in all likelihood,
he put gently into the earth
some plants which, most likely,
some of them, in all likelihood,
continue to grow, continue
to do what such plants do, like house
and feed small and necessary creatures,
like being pleasant to touch and smell,
like converting sunlight
into food, like making it easier
for us to breathe.

El poema fluye lentamente, contenido con palabras como “quizás” y “probablemente”. Se sabe la historia de Garner, pero Gay nos dice algo nuevo: que Garner trabajó para un departamento de horticultura. Gay aumenta el sentido de la tragedia en la imagen final, “las plantas que hacen que para nosotros sea más fácil respirar”, que evoca la súplica de Garner en medio de la intervención policial, capturada en video: “No puedo respirar”. El poema no predica una llamada a la acción explícita, sino que anima a los lectores a ver a Garner como un ser humano digno de respirar.

Según un estudio del 2014, la lectura de la poesía activa partes del cerebro relacionadas con la memoria y la introspección, estimulando las emociones de la misma manera que la música. Poemas como el de Gay u otra “poesía testimonial” -como se la llama a veces- pueden recordar a los lectores las desigualdades y los prejuicios e inspirarlos a trabajar por la justicia.

A primera vista, la tradición católica de activismo de justicia social no es tan evidente en la poesía contemporánea como en la época de Berrigan. Las preocupaciones de estos poetas a menudo coinciden con la enseñanza social católica, pero no siempre. En este ambiente, pocos poetas se llaman a sí mismos “poetas católicos”, incluso si de otro modo se identifican como católicos.

Natalie Díaz podría ser un buen modelo de “poeta católico” alternativo que encaja en esta época. Autora de un muy elogiado libro de poesía, When My Brother Was an Aztec, Díaz ha ganado numerosos premios. Como miembro de la comunidad indígena de Gila River, trabaja para preservar el idioma Mojave y se ha manifestado sobre la necesidad de justicia ambiental para las comunidades de Standing Rock Sioux y Colorado River.

En un poema del 2015, escribe: “My river was once unseparated. Was Colorado. Red-/fast flood. Able to take// anything it could wet—in a wild rush—// all the way to Mexico.// Now it is shattered by fifteen dams/ over one-thousand four-hundred and fifty miles,// pipes and pumps filling/ swimming pools and sprinklers// in Los Angeles and Las Vegas”.

Sus poemas también describen ir a misa y usa imágenes de rosarios, estatuas de la Virgen María y agua bendita. En Reservation Mary, Díaz crea un personaje nativo americano, Mary Lambert, cuya historia de vida tiene rasgos de la Virgen: embarazada y soltera, luego queriendo transformar el agua en vino. Algunos de los poemas más poderosos de Díaz describen una tensa relación con un hermano drogadicto. “My parents crossed fingers// so he’d never come back, lit novena candles/ so he would”, escribe en el poema que lleva el título de su libro.

La poesía de Díaz no se identifica con declaraciones devocionales o dogmáticas (de hecho, algunos católicos pueden objetar el tratar parte de su obra, como el retrato del cuerpo de su amante femenino, en términos religiosos). En cambio, muestra la sacramentalidad de la vida cotidiana y los desafíos -incluyendo la pobreza y la adicción a las drogas- que los marginados encaran constantemente. Su obra tipifica una vibrante y variada cultura literaria interesada en la manera en que las diferencias importan e incluso enriquecen nuestra experiencia.

En una entrevista en el 2012, Díaz describió su experiencia de crecer al mismo tiempo con las tradiciones de nativos americanos y católicas españolas: “En mi casa, hay suficiente espacio para todas esas culturas, para todas nuestras creencias religiosas, para todos nuestros diferentes tipos de expresiones de fe, y para mí así es exactamente la forma en que escribo. Puedo mezclar imágenes de de ambas expresiones, con palabras en español, con palabras en mi idioma mojave y otras influencias”.

Además comenta, en una reciente entrevista con Kenyon Review, que ella es “escéptica de lo testimonial en la poesía”, en parte porque se muestra recelosa con la empatía, a la que llama “egoísta”. “No se puede sentir empatía por la gente a la que lanzamos bombas porque nosotros no tenemos miedo que esas bombas caigan sobre nosotros”, dice.

En otras palabras, la poesía de la justicia social puede fracasar si las personas privilegiadas y a salvo sienten que solo porque han leído un poema sobre la guerra, han experimentado los sentimientos de aquellos que están aterrorizados por la violencia. Tal empatía es voyeurista y vacía si los lectores no toman ninguna acción adicional.

Ir más allá de la “falsa empatía” está en la mente de otro artista que sirve de modelo para el nuevo poeta católico, Philip Metres, el primer ganador del premio George W. Hunt, S.J. a la Excelencia en Periodismo, Artes y Letras, premio anual otorgado por América Media a escritores menores de 50 años que “emplean imaginación católica en sus escritos”.

El influyente libro de poesía de Metres, Sand Opera (2015), surgió de una lectura, en época de devoción cuaresmal, sobre las historias de los que fueron encarcelados en la conocida prisión de Abu Ghraib en Iraq. Como dijo a Radio Vaticano: “Pensé en ello como un proyecto cuaresmal porque… la tortura misma me evoca la mayor historia de la Cuaresma y Semana Santa, la pasión y muerte de Jesús”.

En el poema final de Sand Opera, “Compline”, Metres compone imágenes de la guerra de Irak de 2003 mientras se tiene la esperanza que “Every improvised explosive, Talon & Hornet, Molotov / & rubber-coated bullet, every unexploded cluster bomblet,// Every Kevlar & suicide vest & unpiloted drone raining fire/ On wedding parties will be burned as fuel in the dark season”.

El poema concluye: “My God, my God, open the spine binding our sight”. Este es el instinto de la poesía social de hoy: abrir los ojos de sus lectores, servir como testigo del sufrimiento y la injusticia.

Podemos incluir aquí otros poetas cristianos que han expresado el llamado de Dios a la justicia en su poesía. Maria Melendez Kelson, por ejemplo, autora de dos libros, ha aparecido en el festival de Split This Rock. Su soneto Love Song for a War God muestra la naturaleza complicada de la poesía que responde a cuestiones de injusticia o guerra: “We have learned that all men’s tears/ are not created equal”, dice el poema. “We were wrong/ to offer flames to quell your fires. Still,/ I must dismember you inside this song”.

Kelson habla directamente al dios de la guerra, reconociendo que el conflicto violento tiene efectos desproporcionados e intenta “desarticular” la guerra en el acto de escribir el poema. Sin embargo, el hablante es cómplice de alguna manera, como parte del “nosotros” que libraba la guerra.

Muchos de los poemas de Kelson se encuentran dentro del género conocido como ecopoética (poesía relacionada con temas ambientales) e ilustran elementos de la cultura católica latina. En Oda a Doña Lancha, describe a una mujer que lleva una estatua de Juan el Bautista a un arroyo donde ella “baptizes The Baptizer, bathes/ her San Juanito in that little creek to increase/ the likelihood of downpours/ in these months of drought”.

El agua es también una preocupación en la Llorona’s Guide to Baptism, de su primer libro: “As for the water: any creek/ with fish storing enough mercury/ to damage a human fetus/ will do”. En estos poemas, Kelson señala que el instrumento más asociado con el bautismo, el agua, ha sido dañado por los vertidos industriales o se ha secado en determinadas regiones debido al cambio climático.

Así como la enseñanza social católica nos llama a cooperar con creyentes de diferentes credos, también podemos considerar a poetas como Kelson hablando a los católicos sobre asuntos que compartimos en común. En uno de sus poemas más poderosos, Good Friday, nos muestra lo que es ser humano, creado en el pecado original y liberado solo por el sufrimiento de otra persona: “Jesus I want my sins back”, dice el orador. “If you take away my inordinate cravings,/ what the hell’s left?…?/ I want them all back if they’re/ so To Die For. Else shred my palms,/ wash my face with spit, let the whip/ unlace my flesh and free the naked blood,/ let me be tumbled to immortality…”. Es imposible separarnos de nuestros pecados a menos que reconozcamos nuestra comunión en el sufrimiento de Cristo.

En el 2012, menos del 7% de los adultos reportaron leer poesía durante el año anterior. Sin embargo, existe una vibrante subcultura literaria para aquellos interesados ​​en temas de justicia social y con hambre de sentir un renovado sentido de activismo.


Fuente:

Traducción de “Finding the Catholic Voices in Social Justice Poetry”. Publicado en America Magazine.

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Buena Voz

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