Dando contexto a las declaraciones de Francisco: “Iglesia debe pedir perdón a los homosexuales”

7:00 p m| 1 jul 16 (AMERICA/RNS/BV).- En la conferencia de prensa durante el viaje desde Armenia hacia Roma, el Papa comentó en una de sus respuestas que los cristianos debemos pedir perdón a los homosexuales, que con maltratos hemos ofendido. Como era de esperarse, las palabras de Francisco han generado debates y diversas opiniones, situación que inspiró al jesuita James Martin a desarrollar en varios puntos el contexto (desde el motivo de la pregunta hasta el impacto de la respuesta), y que sirva de apoyo para referirse a lo dicho por el Papa. Por su parte, John Gering en Religion News Service, expresó su deseo de que ese mensaje no sea solo motivo de reflexión, sino que se traduzca en acciones positivas de parte de las diócesis católicas.

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Para mantener en contexto el comentario del Papa Francisco a la comunidad L.G.B.T.

Puesto que las palabras del Papa sobre las disculpas que debería pedir la Iglesia a la comunidad L.G.B.T. se han comentado mucho, pensé que sería bueno ofrecer un poco de contexto.

En primer lugar, lo dicho por Francisco respondió una pregunta que hacía referencia a un comentario del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia episcopal alemana, quien declaró hace unos días que sentía que la Iglesia debe ofrecer una disculpa, ya que había marginado la mencionada comunidad.

“La historia de los homosexuales en nuestras sociedades es muy mala porque hemos hecho mucho para marginarlos”, dijo Marx, según informa The Irish Times. Tanto la Iglesia como la sociedad en general “habían sido muy negativas” con los homosexuales hasta hace “muy poco”, afirmó, una realidad que calificó de “escándalo” y “terrible”.

En segundo lugar, voy a citar la respuesta del Papa a la pregunta de Cindy Wooden de Catholic News Service, en el vuelo de Armenia a Roma: “Creo que la Iglesia no sólo debe pedir perdón a los homosexuales que ha ofendido, sino que también debe pedir perdón a los pobres, a las mujeres y a los niños explotados en el trabajo”.

Luego pasó a explicar: “cuando digo ‘Iglesia’ quiero decir los cristianos. La Iglesia es santa, ¡los pecadores somos nosotros! Los cristianos debemos pedir excusas por no haberlos acompañado, en tantas decisiones, tantas familias”. De hecho, “como cristianos debemos pedir disculpas… no solo eso… ¡Tenemos que pedir perdón, no sólo disculpas!” y también pedir el perdón de Dios. “Perdón… es una palabra que se nos olvida mucho hoy”.

En tercer lugar, no es algo nuevo que la Iglesia pida perdón a determinadas comunidades o incluso individuos. En el año jubilar del 2000, Juan Pablo II publicó enfáticas disculpas a los judíos, pueblos indígenas, refugiados, mujeres y otros. Y el perdón, por supuesto, es una parte esencial de la vida cristiana.

En cuarto lugar viene lo innovador. No importa cuántas personas digan que no es novedad, porque sí lo es. Ningún Papa ha hablado así con respecto a la comunidad L.G.B.T. Si nos ubicamos unos pocos años atrás, decir que la Iglesia debe “pedir disculpas” a los gays y lesbianas, probablemente habría provocado alguna censura o sanción. ¿Por qué? Porque algunos años atrás cualquier llamado a una “disculpa” habría sido visto como una crítica a la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad. Pero para Francisco está claro que la comunidad L.G.B.T. se ha sentido marginada por la Iglesia.

Quinto. Está en lo correcto. Ningún grupo se siente tan marginado como la comunidad L.G.B.T. ¿Por qué? Son muchas razones. Aquí algunas: i) el lenguaje utilizado en torno a su experiencia. Su inclinación es “objetivamente desordenada”, según el catecismo. Ahora bien, éste no es el espacio adecuado para entablar una larga discusión sobre esa frase, pero para la mayoría de gente  L.G.B.T. es profundamente ofensivo. (Imagínese que le digan que una parte profunda de usted, con la que siente amor, tiene un desorden).

Además, algunos obispos, particularmente de países en desarrollo, utilizan un lenguaje muy ofensivo cuando se habla -si es que hablan- sobre la comunidad L.G.B.T. Otros, en países donde los homosexuales son perseguidos de manera extrema, o bien ofrecen poca oposición a las políticas del gobierno, o, en algunos casos, incluso las aprueban tácitamente. Por último, mucha gente L.G.B.T. se siente incómoda en sus parroquias locales, donde algunos sacerdotes, ya sea desde el púlpito o en conversaciones privadas, crean un ambiente poco grato. Y si se tiene alguna duda sobre esto, solo pregunte a algún amigo de la comunidad L.G.B.T. Nosotros podemos decir que no deberían sentirse marginados, pero lo hacen.

Sexto, una aclaración. Federico Lombardi, SJ., el portavoz papal, señaló que el Papa usó la palabra “conditione”: “Si el problema es una persona que tiene esa condición, que tiene buena voluntad y que busca a Dios, ¿quiénes somos nosotros para juzgar?”. En italiano, “conditione” no es una condición médica, sino que es mejor traducido como “situación” (en este caso preferencia sexual).

Por último, si bien esto es innovador, es importante mantenerlo en su contexto. Francisco no dijo que la enseñanza de la Iglesia estaba cambiando. Además ubicó su respuesta en un contexto más amplio, que incluía muchos grupos que podrían haber sido ofendidos por la Iglesia. Aún así, el tono y la respuesta en sí son históricos. Es un paso adelante muy positivo para la comunidad L.G.B.T. y la iglesia. Y, por supuesto, la primera es parte de la segunda.

¿Qué se puede hacer en adelante? Por un lado, los obispos podrían ser alentados a escuchar con más atención -o simplemente empezar a escuchar- a la comunidad L.G.B.T. ¿Cuáles son sus experiencias? ¿Cuáles son sus experiencias con Dios? ¿Con la Iglesia? Eso sería un buen comienzo.


Lo que Francisco puede enseñar a los obispos sobre acoger a la comunidad L.G.B.T.

Las palabras de sana acogida del Papa no sólo deben promover una reflexión sobria, sino una acción tangible en las diócesis católicas de todo el país. Las palabras no son suficientes para curar las heridas que muchos católicos L.G.B.T. han sufrido debido a la indiferencia y la exclusión. Su honestidad ofrece una oportunidad única para que el clero católico vuelva a empezar.

Mientras que estudios demuestran que la mayoría de los católicos -en EE.UU.- apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo, la Iglesia no tiene que cambiar sus enseñanzas sobre el matrimonio para tomar medidas inmediatas que demuestren un compromiso con la construcción de puentes con la comunidad L.G.B.T. Algunas parroquias de San Francisco, Boston y Nueva York siempre han sido lugares que dan acogida a los homosexuales. No obstante, en muchas otras parroquias, se les tolera, pero no hay una acogida. Se les dejó hablar pero no se les escuchó.

El clero católico puede institucionalizar las palabras de solidaridad del Papa mediante la creación de oportunidades reales de lo que Francisco llama “acompañamiento” y “encuentro”.

Pastores en las 195 diócesis católicas de todo el país -EE.UU.- podrían dar un primer paso organizando sesiones de escucha con los católicos homosexuales y líderes de la comunidad L.G.B.T. Habría discusión y espacio para el debate civil, pero esta postura de humildad y respeto enviaría una poderosa señal de que la Iglesia más grande de la nación quiere aprender de las experiencias variadas de homosexuales, lesbianas y transexuales.

Una mano extendida se recibe mejor que un dedo que niega. Los líderes católicos también podrían hacer más si hacen constantes llamados contra la discriminación en otros ambientes, como en los lugares de trabajo por ejemplo.

Francisco no quiere arrancar de raíz las enseñanzas tradicionales de la Iglesia sobre el matrimonio o la sexualidad, pero sí quiere humanizar la conversación. Y él no tiene miedo de cambiar las cosas.


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Fuentes:

America Magazine / Religion News Service

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