Cuenta regresiva para el Sínodo que afrontará los retos de la familia
11.00 p m| 16 set 14 (VIDA NUEVA/CRUX/BV).- La III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos ya ha entrado en sus carriles. Abordará, entre el 5 y el 19 de octubre, el tema “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” y será seguida, en octubre de 2015, por una segunda Asamblea General Ordinaria, ya con una mayor representación del episcopado mundial.
De hecho ya se nota en los medios la cercanía de este importante evento, con mensajes y análisis que alimentan el debate: La revista Vida Nueva revisó la lista de los participantes y los delegados que guiarán el sínodo; por otro lado, días atrás el obispo de Amberes, Johan Bonny, publicó un amplio mensaje instando a los participantes a tener el coraje de pensar las enseñanzas morales de la Iglesia más en línea con la experiencia vivida por los laicos; y John Allen Jr. editor asociado de Crux, analiza antecedentes y factores que probablemente influyan en el desarrollo del Sínodo.
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Sobre los participantes
El martes 9 de septiembre, la Sala de Prensa de la Santa Sede hizo público el elenco de los participantes en la Asamblea Extraordinaria. Estas son las cifras generales de su composición: 114 presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, 13 representantes de las Iglesias orientales, 25 jefes de los dicasterios de la Curia romana y nueve miembros del Consejo Ordinario del Sínodo. La Unión de Superiores Generales (USG) ha designado a tres representantes y el Santo Padre, por su parte, ha nombrado a 26 miembros.
Han sido igualmente invitados 16 expertos, 38 auditores y ocho representantes de otras confesiones cristianas. En total serán 253 personas las que tomarán parte en esta convocatoria, cuyo objetivo será “evaluar y profundizar los datos, testimonios y las sugerencias de las Iglesias particulares” sobre el tema indicado. De ellas, 192 tendrán derecho de voto.
Los presidentes delegados de la Asamblea son los cardenales André Vingt-Trois, arzobispo de París; el filipino Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila; y el presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB) y arzobispo de Aparecida, Raymundo Damasceno. Como relator general ejercerá el cardenal Peter Erdö, arzobispo de Esztergom-Budapest, que será secundado por el secretario especial, el teólogo italiano Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto.
Es interesante que se haya encargado de la decisiva comisión que redactará el mensaje final del Sínodo al cardenal Gianfranco Ravasi, quien dirige el Pontificio Consejo de la Cultura, y contará con la ayuda del rector de la Pontificia Universidad Católica argentina, el arzobispo Víctor Manuel Fernández, teólogo de confianza de Bergoglio.
Tratándose de debatir sobre los problemas de la familia actual, entre los 38 auditores convocados se encuentran 13 parejas de esposos, provenientes de países tan distantes entre sí como Brasil, Irak, la República Democrática del Congo, Filipinas, Chile, Ruanda, los Estados Unidos, Líbano, Australia, Francia e Italia, país al que pertenece también el matrimonio Miano-De Simone, colaboradores del secretario especial.
Entre los cardenales designados personalmente por el Pontífice argentino, no podía faltar Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que tuvo la famosa intervención en el consistorio cardenalicio de febrero sobre Biblia, eros y familia, tan alabada entonces por Bergoglio, que la definió como ejemplo de una “teología hecha de rodillas”.
Pero también figuran en la lista algunos de los purpurados que se opusieron más firmemente a las tesis de su colega alemán, como el cardenal Gerhard-Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, o el arzobispo de Bolonia, Carlo Caffarra.
Finalmente es importante destacar que entre los llamados “delegados fraternos” se lee el nombre de Su Eminencia Hilarión, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, y que uno de los expertos es el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica.
Mensaje de Johan Bonny: las expectativas de un obispo diocesano
El mensaje del cardenal Walter Kasper, de ofrecer misericordia para influir en la política de la Iglesia hacia los divorciados y vueltos a casar, ya ha sido ampliamente discutido. Pero el obispo Johan Bonny -un excapellán L’Arche quien hace frecuentes visitas pastorales a las familias de su diócesis que sufren esa exclusión- ha aprovechado la ocasión del próximo Sínodo para hacer una declaración más audaz que Kasper.
Esta semana, dio a conocer un mensaje recapitulando la oposición histórica de la conferencia episcopal belga a la Humanae Vitae y la consiguiente disminución de la colegialidad papal-episcopal; en palabras del propio obispo: ”una discordia que no puede continuar”.
Bonny recuerda que el Consejo Vaticano II subrayó la importancia de la conciencia personal, pero desde el 1968 la encíclica Humanae Vitae -prohibiendo el control artificial de la natalidad- la ha marginado, dice la carta. El sínodo debe “restablecer la conciencia a su lugar legítimo en la enseñanza de la Iglesia”.
El amplio texto del obispo belga, que rebosa sensibilidad pastoral y experiencia humana con una sobria conciencia histórica, aboga por una relación más estrecha “entre la teología y la realidad pastoral”; la restauración de la conciencia personal a “su lugar legítimo en sana reflexión moral-teológica”; y el deshacerse del pensamiento “bipolar”, que clasifica las situaciones relacionales de las personas, ya sea como “regular” o “irregular”.
Hay una brecha entre “las enseñanzas morales de la Iglesia y las ideas morales de los fieles”, dice la carta, que se debió en parte a la falta de desarrollo de la colegialidad entre los obispos.
Bonny también dijo que la Iglesia debe preguntarse si la prohibición de la comunión a los divorciados y vueltos a casar refleja correctamente lo que Jesús pretende con la Eucaristía. “Tenemos que tener en cuenta que muchos publicanos y pecadores se sentaban a la mesa con Jesús”, escribió.
La carta fue elogiada en Bélgica como un acto de valentía, sobre todo por el discurso teológico y pastoral que respalda sus argumentos. “Mucha gente piensa como Bonny. Sólo que es difícil ser el primero en decir esas cosas en público”, dijo Rik Torfs, rector de la Universidad Católica KU Leuven. “Es importante cuando alguien oficial de la Iglesia establece claramente su opinión sobre la forma en que la Iglesia trata con ciertos asuntos,” dijo Josian Caproens, jefe del Consejo Pastoral Interdiocesano.
Aquí puede leer el mensaje completo (en Inglés)
John Allen Jr: El factor Francisco en el Sínodo y algunos antecedentes
Para John Allen Jr. en el National Catholic Reporter, el debate que se ha dado en estos meses previos al Sínodo no son exclusivos de esta ocasión. Desarrolla algunas referencias: en el Sínodo de Obispos Europeos de 1999, convocado por Juan Pablo II, se hicieron escuchar las voces de cardenales como Carlo Maria Martini y Godfried Danneels, quienes abogaron por reabrir el debate en torno a la cuestión de los divorciados vueltos a casar, que en años anteriores, en medio del pontificado de Juan Pablo II, la Santa Sede lo había declarado tema cerrado.
Luego se refiere al año 1993, cuando tres obispos alemanes difundieron una carta pastoral dirigida a los católicos que se divorcian y se vuelven a casar sin obtener una anulación oficial del Vaticano. Los obispos dijeron que si esos católicos decidan en conciencia que su primer matrimonio no era válido, con el acompañamiento de un sacerdote, podían recibir la comunión.
La respuesta de la Santa Sede no se hizo esperar, llegó a través de un documento del entonces cardenal Joseph Ratzinger, en el que se señaló el rechazo a la iniciativa diciendo que la prohibición de la comunión es un asunto de revelación divina y no puede ser revertida por decisión de unos obispos.
En el Sínodo de 1999, los obispos que buscaron un cambio trataron de que se revise ese veredicto. Danneels instó a que el catolicismo observe a los ortodoxos, para quienes los sacramentos son vistos como “medicina para el alma”, más que un privilegio ganado por seguir las reglas. Sin embargo, al final, Ratzinger y otros defensores de la tradición lograron mantener todo como estaba.
Sin embargo para Allen Jr. esta vez existe un factor diferente a aquellas otras ocasiones, y que puede marcar una gran diferencia: el Papa Francisco. Además menciona circunstancias que se arrastran de debates en los años anteriores: primero, que los obispos y cardenales están lejos de estar de acuerdo en los temas relativos a la familia, y además lo han mostrado de manera pública. Por ejemplo los intercambios entre los cardenales Kasper y Müller.
Segundo, es un hecho que los temas relativos a la vida de familia son de mucha importancia para todos los católicos. Solo en EE.UU. casi 5 millones de católicos se han vuelto a casar sin una anulación oficial -y los pedidos de anulaciones son cada vez menos-.
Tercero, los argumentos de este tiempo son básicamente los mismos que en el pasado, en parte debido a que son las mismas personas los que los hacen. Para la izquierda, que es un tema de misericordia, junto con el beneficio ecuménico de acercar el catolicismo con la práctica ortodoxa. Para la derecha, se trata de fidelidad a la tradición, con la ventaja política de no mostrar debilidad en un momento en que creen que el matrimonio tradicional está bajo asalto secular.
Finalmente Allen Jr. resalta un segundo nuevo factor además del Papa Francisco, y es que ahora existe más incertidumbre que cualquiera de las veces anteriores. Tiene claro que el Sínodo puede tener resultados inesperados.
Fuentes:
– The old debate on divorce and Communion has a new wildcard: Francis (John Allen Jr. en Crux)
– Belgian bishop urges real dialogue at Synod (Tom Heneghan en The Tablet)
– The “Francis effect” goes beyond the laypeople in the pews (Nicholas Collura en National Catholic Reporter)
– Perfilado el Sínodo que afrontará los retos de la familia (Antonio Pelayo en Revista Vida Nueva)