Los cambios en la Iglesia sí son posibles, renuncia del Papa Ratzinger lo demuestra
10.00 a m| 19 feb 13 (DEL DIOS DESCONOCIDO/BV).- Artículo del sacerdote peruano Víctor Hugo Miranda SJ, quien analiza particularmente la renuncia de Benedicto XVI desde las dificultades que encontró en su Pontificado hasta los cambios positivos que logró implementar. El autor afirma que ese paso al costado dado por el Papa es una muestra de absoluta coherencia con sus ideas de reforma de una Iglesia que necesita hoy de un nuevo líder que la conduzca en este mundo contemporáneo y muy complejo. Publicado en el diario “El Comercio” en la edición del día lunes 18 de febrero.
La renuncia de Benedicto XVI al ejercicio del Pontificado ha sido considerada por algunos como un verdadero cataclismo eclesial. De pronto, sin que mucha gente se lo esperara, en latín y ante la sorpresa del mundo entero, el Papa alemán anunció que “no tiene más fuerzas” para continuar con la labor para la cual fue elegido hace aproximadamente ocho años. Desde entonces las portadas de los diarios de papel y los virtuales no han dejado de publicar reseñas, opiniones y análisis diversos sobre las razones de la renuncia, lo que se viene hasta la elección de su sucesor, así como los posibles candidatos a nuevo Papa. Los “memes” en las redes sociales no se han dejado esperar. De pronto en un mundo que se denomina a sí mismo como post-cristiano, todos hablan del Jefe de la Iglesia Católica. Pero más allá de cualquier “teoría de la conspiración”, que las hay muchas alrededor de este tema, Benedicto XVI ha tenido la suficiente humildad y libertad para decir que no puede más, que la barca de la Iglesia debe ser conducida por alguien más joven, con más fuerzas y energías, para responder a un mundo que avanza a otras velocidades.
Y no tendríamos que escandalizarnos, ni asustarnos, solo nos queda entender que es lo mismo que cualquiera de nosotros le recomendaría a nuestro abuelito de 86 años: que no trabaje más, que descanse porque se lo merece, que ya trabajó mucho, y que ahora otro tome la posta. Ahora nos toca preguntarnos, ¿Qué significa para la Iglesia el gesto de Benedicto XVI? Porque no podemos ser ingenuos, la Iglesia no será la misma. En algún momento de la historia convivirán dos Papas y no estamos en la época de los Papas de Avignon, en las que había dos o tres al mismo tiempo. Si el Papa, máxima autoridad en la Iglesia, es capaz de renunciar, ¿qué significa eso para todos los demás miembros de la Iglesia? Como sin darse cuenta Benedicto XVI plantea con su renuncia una reforma al interior de la Iglesia. Una respuesta contemporánea para tiempos contemporáneos.
No podemos olvidar que Joseph Ratzinger ha sido a lo largo de su vida sobre todo un teólogo. La publicación de su serie de libros sobre Jesús es una muestra de ello. Siendo aún muy joven asistió al Concilio Vaticano II. En la época Ratzinger era considerado un teólogo de avanzada, con ideas novedosas. El, junto con Karl Rahner y otros teólogos alemanes, se la pasó escribiendo propuestas, analizando documentos y formando teológicamente a los obispos. Entonces Ratzinger creía en un cambio en la Iglesia. Y no ha dejado de hacerlo. Hay quienes lo tildan de ultra conservador, sin embargo siendo él la máxima figura en la Congregación para la Doctrina de la Fe, es que Gustavo Gutiérrez fue llamado a Roma más de una vez para dialogar y aclarar algunos puntos claves de su propuesta teológica. Y pese a lo que muchos opinan erróneamente, la Iglesia nunca condenó a Gutiérrez. Por el contrario, según la Congregación para la Doctrina de la Fe, ente rector de la ortodoxia de la teología católica, liderada por Ratzinger antes de ser Papa, la teología de la liberación de Gustavo Gutiérrez es fiel a la doctrina de la Iglesia Católica.
Y pese a los años que lleva en la curia romana, al parecer Ratzinger nunca se ha sentido del todo cómodo en el gobierno. Desde su llegada a la Cátedra de Pedro, Benedicto XVI ha iniciado una serie de reformas. La más importante de ellas concierne a un capítulo oscuro en la historia de la Iglesia católica contemporánea, el escándalo de los abusos sexuales por parte de sacerdotes y obispos. Ratzinger no ha negado esta situación ni ha dado excusas risibles. Ha asumido la responsabilidad del tema y ha establecido protocolos que aseguren por un lado que ningún caso de abuso sexual quede sin ser investigado y por otro lado que se remita a los inculpados al fuero civil. Además ha insistido que lo más importante es acompañar y ayudar a curar el dolor de las víctimas. Y él mismo ha pedido perdón como ningún otro Papa lo ha hecho con respecto a estos temas, que son tan dolorosos para todos los miembros de la Iglesia.
Hay aún otras reformas por realizar, que ya le tocará a quien le suceda en el cargo. El Papa Ratzinger ha emprendido cambios y su renuncia es toda una reforma dentro de la Iglesia, fiel al derecho canónico que le permite esta posibilidad y que él ha ejercido con toda libertad. Pero también es cierto que estamos hablando de un hombre formado en otra época. Hay quienes le piden cambios que ni siquiera muchos católicos más jóvenes y modernos están dispuestos a tolerar. ¿Hay temas pendientes? Claro que sí. Teólogos del mundo entero discuten sobre temas doctrinales y pastorales. La Iglesia es una institución que lleva dos mil años de existencia, y como toda institución tan antigua establece cambios paulatinos que toman su tiempo. Hoy los católicos no vivimos exactamente como vivieron las primeras comunidades cristianas. Aunque compartimos lo esencial de la fe con nuestros primeros padres, ha habido un desarrollo constante de la teología, y ello no tiene por qué parar. El mismo Ratzinger ha participado activamente en este desarrollo. Su propuesta de leer la Biblia a partir de Jesucristo como centro, como clave de lectura no es nueva y al mismo tiempo propone nuevas formas de acercarse. El mismo recurre a varios filósofos de la hermenéutica para argumentar sus propuestas teológicas.
Si salimos de los clichés de conservadores y progresistas, de derechas e izquierdas, podremos comprender por qué un hombre de 86 años, teólogo de formación, ha marcado la historia de la Iglesia al dar un paso al costado, al reconocer que es posible realizar cambios que él ya no puede hacer, que alguien más joven debe continuar este diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo, algo en lo que él cree firmemente y que apoyó cuando colaboró en la discusión del documento pastoral Gaudium et Spes, Alegría y Esperanza, del Concilio Vaticano II, y que él mismo tanto se ha empeñado en seguir haciendo presente en medio de la Iglesia. Parece ser entonces que los cambios sí son posibles en la Iglesia. El mismo Papa así lo ha demostrado.
Texto publicado en el blog “Del Dios desconocido”. Puede descargar aquí la versión publicada en el diario “El Comercio”.
Me parece bueno el comentario y muy pertinente sin embargo creo que es importante que nuestra iglesia tiene temas pendientes centrales para su futuro como son el sacerdocio de las mujeres,como lo hacen los hermanos presbiterianos, el sacerdocio de hombres casados, como lo tienen las iglesias orientales, creo que esto ayudaria en parte a solucionara que sigan habiendo sacerdotes con hijos en muchas mujeres, pedofilos y otras desviaciones tristes, hijos abandonados, etc. Gracias por la opotunidad