Las claves de la visita del Papa Benedicto XVI al Líbano (14 al 16 de setiembre)
El momento de su llegada coincide con el desarrollo de un conflicto armado que involucra a Siria, Israel y parte de territorio libanés, sin embargo sus líderes políticos y religiosos confían en que su presencia servirá para reforzar un sentimiento que desean compartir: “el Líbano es un país que se caracteriza por su diversidad y respeto de todas las religiones”.
El Líbano gozó de prosperidad económica y comercial en la década del setenta, lo que lo llevó a ser considerado “La Suiza de Oriente Próximo”, sin embargo dos grandes conflictos armados destruyeron aquel estatus y un futuro promisorio.
Además de los conflictos internos por una amplia y ferviente diversidad religiosa, también le resulta perjudicial ubicarse geográficamente entre Siria e Israel, como ha resultado en estas últimas semanas, en que se ha visto involucrado cada vez más en un conflicto que resulta más ajeno que propio.
En el Líbano, Benedicto XVI pronunciará, al menos, siete discursos y visitará las ciudades de Beirut, Harissa, Baabda, Bzommar, Bkerké y Charfet. “Os doy mi paz”, frase del evangelio de San Juan, es el lema del viaje. La máxima concentración de fieles se prevé, estimada en un cuarto de millón de personas, para la misa del domingo 16 de setiembre, a las diez horas, en el Beirut City Center Waterfront y con la posterior entrega la exhortación apostólica postsinodal para Oriente Medio.
Puntos claves de la visita del Papa al Líbano:
1.- El Papa es consciente de las dificultades del viaje por la grave situación en que vive la región: Sus palabras tras el rezo del Ángelus del domingo 9 de setiembre hablan por sí solas del realismo del Papa, sus objetivos y expectativas.
Estas fueron sus palabras textuales:
“Queridos peregrinos aquí presentes, o que participan en el Ángelus a través de la radio o la televisión, en los próximos días, voy a realizar un viaje apostólico al Líbano para firmar la exhortación apostólica postsinodal, fruto de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, celebrado en octubre de 2010. Tendré la feliz oportunidad de encontrar al pueblo libanés y a sus autoridades, así como a los cristianos de ese amado país y de los países vecinos.
No ignoro la situación, a menudo dramática que viven los habitantes de esa región, desgarrada desde hace tiempo por conflictos incesantes. Comprendo la angustia de los numerosos habitantes de Oriente Medio cotidianamente inmersos en sufrimientos de todo tipo, que afligen tristemente, y algunas veces mortalmente, su vida personal y familiar.
Mi preocupado pensamiento se dirige a los que, en búsqueda de un lugar de paz, abandonan su vida familiar y profesional y experimentan la precariedad de los exiliados. Aunque parezca difícil encontrar soluciones a los diversos problemas que afectan a la región, no podemos resignarnos a la violencia y a la exacerbación de las tensiones. El compromiso para impulsar el diálogo y la reconciliación tiene que ser una prioridad para todas las partes implicadas y debe ser sostenido por la comunidad internacional, cada vez más consciente de la importancia que tiene para el mundo entero, una paz estable y duradera en toda la región. Mi viaje apostólico a Líbano, y por extensión a Oriente Medio en su conjunto, se coloca bajo el signo de la paz, en referencia a las palabras de Cristo: “Os doy mi paz” (Juan 14:27) ¡Que Dios bendiga a Líbano y Oriente Medio! ¡Que Dios os bendiga a todos!”
2.- La ocasión, el motivo principal de la visita apostólica al Líbano, en el corazón siempre convulso de Oriente Medio (ahora más todavía con la bélica situación que se vive en la vecina Siria) es la firma y publicación de la exhortación apostólica post-sinodal de la asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2010. “La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma (Hch 4, 32)” fue el lema de aquella asamblea sinodal, cuyo instrumentum laboris entregó el Santo Padre a las Iglesia de la región en su visita apostólica a Chipre de los días 4 a 6 de junio de 2010.
3.- Diálogo interreligioso, ecumenismo, comunión, misión: No cabe duda de que el viaje pastoral del Santo Padre busca también el diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes, el ecumenismo entre las distintas Iglesias cristianas del país y de la zona, el servicio a la paz y la reconciliación y, por supuesto, el fortalecimiento de la unidad, comunión y misión de la Iglesia católica en el Líbano y en todo Oriente Medio, amén de la reivindicación de la libertad religiosa y de la presencia, en libertad, paz y seguridad, de los cristianos en estas tierras, cuna del cristianismo y de su expansión primera.
4.- Paz, reconciliación, libertad religiosa: “La visita que el Papa Benedicto XVI realiza a Libano representa una gran esperanza para el país, un mensaje de paz para Siria y una invitación a la libertad religiosa para todo el Oriente Medio”, afirmó en una entrevista con la Agencia Fides el padre Paul Karam, director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Líbano.
“El Papa -dice el padre Paul Karam- como lo hizo hace más de quince años el Papa Juan Pablo II, trae un mensaje profético de rechazo de la guerra y la violencia, de propuesta de los valores fundamentales, tales como la libertad religiosa y los derechos humanos”.
Un mes antes del viaje papal, los patriarcas de las siete Iglesias católicas de Oriente Medio (Maronita, Cilicia de los Armenios, Latina de Jerusalén, Caldea, Melquita, Copta, Siro-Católica) enviaron sus respectivos mensajes de bienvenida a Benedicto XVI.
5.- La cuestión de los refugiados en el Líbano: En concreto, la situación de emergencia en la que ahora están trabajando los voluntarios de Cáritas Líbano es la del flujo desesperado de refugiados que huyen de Siria. “Los datos oficiales de las Naciones Unidas hablan de 55 mil refugiados. En realidad – señala el padre Faddoul, presidente de Cáritas Líbano- el número real podría estar entorno a los 150.000, ya que la mayoría de las nuevas llegadas no se registran”.
Se trata en su mayoría de sunitas, con porcentajes más pequeños de cristianos y alauitas. Encuentran refugio en las escuelas, en edificios abandonados o en campamentos improvisados. Pero hasta el momento no se han creado campamentos organizados y dotados de servicios. La única ayuda es la que proporcionan las organizaciones de la ONU para los refugiados y las ONG musulmanas y cristianas, incluida la Cáritas.
Exactamente treinta años después de las masacres en los campos de refugiados de Sabra y Shatila, el padre Faddoul espera y confía que la visita del Papa también pueda atraer, como efecto secundario, la atención de la opinión pública internacional sobre esta última crisis humanitaria que hasta el momento permanece en la sombra.
6.- La buena acogida al Papa por parte de las autoridades libanesas: El primer ministro del Líbano, Nayib Mikati, ha declarado festivo el 15 de septiembre, sábado, con motivo de la visita del papa Benedicto XVI al país. Las instituciones y administraciones públicas, los colegios y las universidades estarán cerrados ese día, en el que Benedicto XVI tiene previsto reunirse con el presidente libanés, Michel Suleiman, y otras autoridades políticas y religiosas del país.
7.- Datos estadísticos de la Iglesia católica en el Líbano: Líbano cuenta con una superficie de 10.400 km2, donde viven 4.039.000 habitantes, de los que 2.148.000 son católicos (el 53,18% de la población). Hay 24 circunscripciones eclesiásticas, 1.126 parroquias y 39 centros pastorales. Realizan las tareas de apostolado 53 obispos, 1.543 sacerdotes, 2.797 religiosos y religiosas, 2 miembros de institutos seculares, 2.301 misioneros laicos y 483 catequistas.
Asimismo, la Iglesia católica tiene en el Líbano 907 centros educativos de todos los niveles en los que estudian 427.180 alumnos, además de 28 centros de educación especial. Existen también 350 centros asistenciales de propiedad de la Iglesia o dirigidos por eclesiásticos: 30 hospitales, 168 ambulatorios, 39 casas para ancianos y minusválidos, 63 orfanatos y guarderías, 22 consultorios familiares y centros para la protección de la vida, y 28 instituciones de otro tipo.
Por Jesús de las Heras Muela. Extracto del artículo publicado en Revista Ecclesia.