‘No se trata de refundar la Iglesia, sino de darle un rostro creíble para los hombres de nuestro tiempo’
Una crítica que basa en distintas convicciones: “Lo primero, Dios”, Lo segundo, “no sin los otros. Que mi visión de las cosas dialogue con la que otros ofrecen de su realidad”. Y es que “Dios nos está hablando todos los días” y la clave está, entonces, en “escuchar precisamente hoy”. Sin rendir absoluta pleitesía a las mediaciones ni caer en el error de considerar que las propias “tienen el monopolio exclusivo de la verdad”.
“Hay que relativizar la idea de encerrar a Dios en un conjunto de doctrinas y de verdades”, recalcó Martín Velasco, quien insistió en que “nuestra fe es sólo fe en Dios, aunque profundamente eclesial. No se trata de refundar la Igleia, ni de crear una Iglesia paralela, sino darle un rostro creíble para los hombres de nuestro tiempo. Una Iglesia intelectualmente habitable, compañera del sufrimiento de la Humanidad”.
Tras haber constatado el «malestar religioso de nuestra cultura», Juan Martín Velasco ha consagrado no pocos esfuerzos a la interpretación de la increencia y a la búsqueda de caminos para la evangelización. La situación de ausencia, lejanía o silencio de Dios que parece invadir nuestro tiempo –afirma– tiene su origen en nosotros, incapaces en algunas ocasiones de descubrir su presencia enteramente original. Una presencia, la propia del Misterio santo, que nos precede, nos envuelve y nos atrae hacia sí, pero que precisamente por eso nunca puede dejar de ser elusiva, aunque por eso mismo inconfundible, para nosotros. El «silencio de Dios» no significa que Dios deje de hablarnos. Se debe más bien a nuestra incapacidad para escuchar su voz, que, por ser la voz del Misterio santo, siempre está envuelta en silencio para nuestros sentidos y para nuestra mente.
Para José Luis Segovia, Martín Velasco “apuesta decididamente por lo cristiano como estilo de vida, y por la Iglesia del Concilio Vaticano II, alejándose de cualquier restauracionismo o giro copernicano”, y defendiendo “un ministerio abierto al diálogo con el mundo y capaz de vivir en la horizontalidad y la fraternidad”.
Imagen:Juan Martín Velasco