El árbol de la vida. Película

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10.00 a m| LIMA 17 may 12 (BV/AGENCIAS).- Decía el beato John Henry Newman que, “para los cristianos, hay poesía en todas las cosas”, precisamente porque en ellas saben descubrir los rostros amables de Dios. Parece como si Terrence Malick, hubiera adoptado esa frase como lema de su quinto largometraje, “El árbol de la vida”, con el que ha ganado, la Palma de Oro en Cannes 2011 y el Premio 2011 de la Crítica Internacional.
En este filme exprime casi todas las posibilidades narrativas, poéticas, discursivas e incluso místicas del cine como lenguaje, hasta lograr una impresionante plegaria fílmica a Dios, absolutamente inclasificable e inolvidable.

El árbol de la vida no es una película argumental, ni narrativamente lineal -casi todo es un flashback de los recuerdos de Jack O´Brien-, pero tiene una sencilla trama nuclear: en los años cincuenta, a una familia católica americana, los O´Brien, se le muere un hijo, el primogénito. El dolor ante tal pérdida se transforma en una pregunta frontalmente dirigida a Dios: “Señor, ¿dónde estabas cuando murió mi hijo?” Dios responde a través del libro de Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?”, frase con la que Malick abre la película. Todo el film es un intento de ilustrar este diálogo dramático entre Dios y el hombre herido por el mal y el dolor. Este tema ya ha sido tratado cinematográficamente por directores como Bergman, Wenders o Dreyer, pero casi siempre desde una perspectiva existencialista, en ocasiones amarga o desesperanzada. Malick sin embargo da un salto mortal y trata de mostrarnos el punto de vista de Dios en ese dramático diálogo. La respuesta de Dios a la pregunta del hombre. Pero además contado desde la perspectiva divina. Es una de las pocas veces que el cine ha intentado representar explícitamente -filmar- el Misterio, que aquí toma la forma de una especie de llama o sustancia luminosa que abre la película y con la que nos encontramos en varios momentos. Dios despliega el Ser y la Creación como un desbordamiento de Amor que llega a cada hombre, a su nacimiento y a su muerte, formando parte ambos del mismo designio amoroso. La película muestra todo esto con un recorrido visual por la creación, y apoyado por las voces en off que expresan el alma de los personajes. El hombre pregunta y Dios responde con hechos. Es muy hermoso el primer plano del film en el que una muchacha abre una ventana y se asombra feliz ante el espectáculo del Ser.

La protagonista -la señora O´Brien- nos explica al principio de la película que hay dos caminos para el hombre, el de la naturaleza -que tiende a la autosatisfacción- y el de la Gracia (mal traducido en la versión española por “lo divino”), un camino que no hace ascos a la incomprensión y al sacrificio. Ante la muerte de su hijo ella va a recorrer el arco que va de la naturaleza a la gracia, para poder acabar afirmando: “Yo te lo entrego”. Todo el pecado, el mal y el dolor que muestra el film desemboca en un “más allá” que todo lo asume y lo sana. De esa manera el final del film se emparenta con el final de las novelas de Bernanos, en las que todo el río del mal desemboca en el océano de la Gracia: “Todo es ya Gracia”. Al acabar la película, uno se lleva una clara impresión: Dios es el verdadero protagonista de la historia, el protagonista discreto de la vida concreta y personal de cada individuo.

Otro gran tema de El árbol de la vida es el de la paternidad. El señor O´Brien quiere que su hijo mayor, Steve, llegue a ser un hombre de provecho, y para ello le somete a una disciplina excesiva y a un marcaje tremendo. Aunque es desproporcionado, lo hace por amor. Su hijo no lo percibe así, y con el tiempo le llega a odiar. Se puede pensar que el padre ha optado por el antedicho camino de la naturaleza, mientras la señora O´Brien ha elegido sin duda la senda de la Gracia. Pero también se puede ver como una metáfora o analogía imperfecta, creatural, de la paternidad divina: el mal o el dolor que no entendemos y que nos lleva a la rebelión contra Dios, es sin embargo parte de su designio amoroso sobre nosotros. En cualquier caso, la película de Malick incluye el perdón y el arrepentimiento como categorías necesarias y son dos de los elementos que impiden que se pueda clasificar el film como New Age, como afirman ciertos críticos de cine.

Sin duda, estamos ante una importante película llena de sentido religioso, y por tanto universal, pero se trata de un sentido religioso leído ya desde una mirada cristiana sobre la realidad. Una película contemplativa, conmovedora, que exige del espectador una implicación profunda si es que quiere realmente llegar a escuchar lo que Malick le quiere decir.

Imagen: “El arbol de la vida”, Afiche oficial para latinoamerica

Puntuación: 5.00 / Votos: 2

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