El árbol de la vida. Película
En este filme exprime casi todas las posibilidades narrativas, poéticas, discursivas e incluso místicas del cine como lenguaje, hasta lograr una impresionante plegaria fílmica a Dios, absolutamente inclasificable e inolvidable.
La protagonista -la señora O´Brien- nos explica al principio de la película que hay dos caminos para el hombre, el de la naturaleza -que tiende a la autosatisfacción- y el de la Gracia (mal traducido en la versión española por “lo divino”), un camino que no hace ascos a la incomprensión y al sacrificio. Ante la muerte de su hijo ella va a recorrer el arco que va de la naturaleza a la gracia, para poder acabar afirmando: “Yo te lo entrego”. Todo el pecado, el mal y el dolor que muestra el film desemboca en un “más allá” que todo lo asume y lo sana. De esa manera el final del film se emparenta con el final de las novelas de Bernanos, en las que todo el río del mal desemboca en el océano de la Gracia: “Todo es ya Gracia”. Al acabar la película, uno se lleva una clara impresión: Dios es el verdadero protagonista de la historia, el protagonista discreto de la vida concreta y personal de cada individuo.
Otro gran tema de El árbol de la vida es el de la paternidad. El señor O´Brien quiere que su hijo mayor, Steve, llegue a ser un hombre de provecho, y para ello le somete a una disciplina excesiva y a un marcaje tremendo. Aunque es desproporcionado, lo hace por amor. Su hijo no lo percibe así, y con el tiempo le llega a odiar. Se puede pensar que el padre ha optado por el antedicho camino de la naturaleza, mientras la señora O´Brien ha elegido sin duda la senda de la Gracia. Pero también se puede ver como una metáfora o analogía imperfecta, creatural, de la paternidad divina: el mal o el dolor que no entendemos y que nos lleva a la rebelión contra Dios, es sin embargo parte de su designio amoroso sobre nosotros. En cualquier caso, la película de Malick incluye el perdón y el arrepentimiento como categorías necesarias y son dos de los elementos que impiden que se pueda clasificar el film como New Age, como afirman ciertos críticos de cine.
Sin duda, estamos ante una importante película llena de sentido religioso, y por tanto universal, pero se trata de un sentido religioso leído ya desde una mirada cristiana sobre la realidad. Una película contemplativa, conmovedora, que exige del espectador una implicación profunda si es que quiere realmente llegar a escuchar lo que Malick le quiere decir.
Imagen: “El arbol de la vida”, Afiche oficial para latinoamerica