‘Catolicismo de cafetería’
La semana pasada, las reacciones sobre el nuevo mandato de anticoncepción en el gobierno de Obama incluyeron los típicos reproches estridentes de los conservadores, especialmente de los potenciales opositores del presidente, que incluyen dos católicos, Rick Santorum y Newt Gingrich. Si bien los temas de libertad religiosa juegan un papel importante en sus propuestas, en esta oportunidad, ambos candidatos no han ocultado su voluntad de promover un papel más amplio de la religión en la política norteamericana.
El problema es que cuando se trata de otras enseñanzas católicas, Santorum, Gingrich y otros conservadores católicos ignoran por completo a la Iglesia. Entre otros, Juan Cole, ha compilado una excelente lista llamada “Top Ten de las enseñanzas católicas que Santorum rechaza mientras se obsesiona en el control de la natalidad”
Los católicos conservadores se apresuran a señalar que los “Top Ten” de Cole son tan centrales como el control de la natalidad, porque lo sustenta la encíclica papal Humanae Vitae, emitida en 1968 por el Papa Pablo VI. Sin embargo, incluso un estudio superficial de las encíclicas papales encuentra numerosas afirmaciones en las que Santorum, Gingrich y otros católicos conservadores están en desacuerdo.
Sobre la pena de muerte, la “Evangelium Vitae” de Juan Pablo II (1995):
La naturaleza y el alcance de la pena deben ser evaluadas y decididas cuidadosamente, y no se debe llegar al extremo de ejecutar al reo salvo en casos de absoluta necesidad: es decir, cuando no exista otra manera de defender a la sociedad. Hoy, sin embargo, como resultado de mejoras constantes en la organización del sistema penal, estos casos son muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.
En cualquier caso, el principio establecido en el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica sigue siendo válido: “Si los medios incruentos bastan para defender las vidas humanas contra un agresor y para proteger el orden público y la seguridad de las personas, la autoridad pública debe limitarse a ellos, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes a la dignidad de la persona humana.”
Sobre el salario digno, en “Mater et Magistra” (1961) de Juan XXIII:
Por lo tanto, consideramos nuestro deber de reafirmar que la remuneración del trabajo no es algo que se puede dejar a las leyes del mercado, ni debe ser una decisión librada a la voluntad de los más poderosos. Se debe determinar de acuerdo con la justicia y la equidad, lo que significa que los trabajadores deben recibir un salario que les permite vivir una vida verdaderamente humana y cumplir con sus obligaciones familiares de una manera digna.
Sobre los sindicatos, en “Laborem exercens” (1981) de Juan Pablo II:
Todos estos derechos, junto con la necesidad de que los mismos trabajadores se protejan, dan lugar a un nuevo derecho: el derecho de asociación, que es la de formar asociaciones con el fin de defender los intereses vitales de los empleados en las diversas profesiones. Estas asociaciones llevan el nombre de sindicatos.
Sobre la redistribución de la riqueza, en “Caritas in Veritatae” (2009) de Benedicto XVI:
La actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales a través de la simple aplicación de la lógica comercial. Esta tiene que ser orientada a la consecución del bien común, para lo cual la comunidad política en particular, debe también asumir responsabilidad. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que se producen graves desequilibrios cuando la acción económica, concebida sólo como un motor para la creación de riqueza, se separa de la acción política, concebida como un medio para conseguir la justicia mediante la redistribución.
Y sobre el cuidado de la salud y la “red de seguridad”, en “Pacem in Terris” (1963) de Juan XXIII:
Primero tenemos que hablar de los derechos del hombre. El hombre tiene el derecho a vivir. Él tiene el derecho a la integridad física y los medios necesarios para el correcto desarrollo de la vida, sobre todo alimentos, ropa, refugio, atención médica, descanso, y, por último, los servicios sociales necesarios. En consecuencia, tiene el derecho a ser atendido en caso de enfermedad, discapacidad derivada de su trabajo; viudez, vejez, desempleo forzoso, o cuando por causas ajenas a la suya se le priva de los medios de subsistencia.
Como muestra la lista de Cole, los obispos católicos estadounidenses han demandado durante mucho tiempo públicamente las leyes que reflejen estos valores. Sin embargo, Santorum y Gingrich no han sido impugnados muy a menudo respecto de su “catolicismo de cafetería”, que escoge y selecciona solamente las enseñanzas con las que están de acuerdo. Cuando un miembro del público preguntó a Santorum por qué no está de acuerdo con la Iglesia sobre la atención de salud universal, Santorum dio una respuesta incoherente.
Sin embargo, los miembros del público en los eventos de campaña no son suficientes, también los electores nacionales deben escuchar estas preguntas. En los tres debates, los moderadores deben confrontar a Santorum y Gingrich con estas enseñanzas de la Iglesia, y que si no lo están, expliquen por qué. Muchos estuvieron de acuerdo que una de las mejores preguntas del debate se produjo cuando John King de CNN citó las palabras de George Romney, sobre la transparencia y el impuesto a Mitt Romney. (Romney se enredó y dio una mala respuesta y fue abucheado por el público.) Hacer preguntas con similar exigencia a Gingrich y Santorum sobre el catolicismo y las posiciones a menudo liberales de los católicos norteamericanos no sólo permitiría corregir en cierta medida la imagen popular de lo que la Iglesia Católica defiende, sino también exponer la inconsistencia de los pronunciamientos morales de estos dos candidatos.
Imagen: Captura de CNN (izquierda: Rick Santorum derecha: Newt Gingrich)