Magreb: católicos en el norte de áfrica
Prohibido evangelizar
Argelia, igual que su compañero de frontera, garantiza la libertad religiosa en su Constitución. El islam es la religión del Estado y se toleran la Iglesia Católica y las comunidades protestantes. Aquí tampoco se contempla la conversión.
En 2006, entró en vigor una ley que castiga cualquier tipo de evangelización, ya sea mediante la difusión de textos religiosos o cualquier iniciativa que “pudiera perturbar la fe de un musulmán”. Los católicos no pueden poner nombres cristianos a sus hijos porque, normalmente, en el registro se niegan a ello. Para los entierros, son idénticos a sus vecinos del oeste.
El arzobispo de Argel, Ghaleb Bader, ha manifestado que “Argelia es, probablemente, la nación árabe musulmana más respetuosa con los derechos de los argelinos que se acercan a Cristo”.
Sobre Libia, el ILR subraya que el Gobierno es tolerante con las religiones y que el clero católico opera en las principales ciudades, donde presta su servicio en hospitales, orfanatos y con colectivos desfavorecidos como ancianos o discapacitados.
En Túnez, el país donde la presión puede ser algo menos intensa, “algunos de los conversos han decidido dejar de ocultarse y se han empezado a organizar”, según AIN.
De una forma muy explícita, el islamólogo Justo Lacunza, misionero de África y rector emérito del Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islamistas (PISAI), subraya que “El islam es la referencia religiosa y cultural y, al mismo tiempo, la base de la legislación” de estos países.
Dificultades pastorales
“Nunca, nunca, nunca hablamos del Señor. En año y medio, no he hablado de Jesús a nadie”. La autora de esta afirmación es una misionera española que durante ese período ha trabajado en Argelia, y que prefiere que no se ponga rostro a sus palabras. Cualquier sacerdote, religioso o seglar que haya estado en uno de estos cuatro países habría respondido lo mismo. Sin embargo, la Iglesia sigue muy viva, como una minoría anclada en un pueblo acogedor, religioso y cercano.
Egipto: de la Plaza de Tharir a la libertad religiosa
En Egipto, la quinta nación norteafricana regada por el Mare Nostrum, los católicos sufren una presión que ha sido recogida por AIN en su último Informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo: “Los cristianos siguen siendo objeto de una discriminación oficiosa. Se les excluye de los puestos más altos de las fuerzas armadas, de la policía y de las universidades”.
Según este informe, en las últimas tres décadas “han sido asesinados unos 1.800 cristianos y se han perpetrado 200 actos de vandalismo contra propiedades de los cristianos, sin que nadie haya sido juzgado por ello, y mucho menos castigado”.
Sin embargo, aquí, en el país de la ya famosa Plaza de Tharir, a diferencia de sus vecinos norteafricanos, sí encontramos católicos que enarbolan con orgullo su credo. Egipto, católico antes que musulmán, es el hogar de unos 800.000 coptos católicos, apenas el 10% del total de cristianos que habitan en el país.
Las revueltas, focalizadas en el rais Mubarak y en el futuro político egipcio, trasladan el debate a las consecuencias sociales, políticas y económicas que tendrá este movimiento ciudadano y político. Sin embargo, en pocos foros alguien se pregunta cómo vivirán las comunidades creyentes en ese futuro por el que todo el mundo pregunta.
En este sentido, Justo Lacunza señala que “la religión no puede ser un elemento que trasmoche los derechos de la ciudadanía. Si esto sucede, es una aberración”.
Y hasta ahora sí ha sido un factor condicionante de la vida de los egipcios, de forma muy especial de aquellos que no han abrazado el islam, o aquellos que han querido abandonar las filas del credo musulmán. El escritor Michele Zanzucchi, en su libro Cristianos en tierras del Corán, recoge el testimonio de Mona, una joven copto-ortodoxa que señala que “las jóvenes formalmente convertidas al islam siguen siendo cristianas en su corazón, pero no pueden volver al cristianismo, so pena de caer en un ostracismo social.
Además, en las aldeas más pobres del sur, Arabia Saudí ofrece sustanciosas ayudas en dinero a los cristianos que se conviertan al islam. Sin embargo, la mayor parte de las veces son las presiones indirectas las que llevan a la conversión, como la marginación en el puesto de trabajo o la imposibilidad de desarrollar una carrera en la administración pública”.
Un sacerdote copto de la diócesis de Giza-Fayun-Beni Suef, reconoce que “no estamos bien. ¿Dónde estamos bien? ¿Podemos construir una capilla? ¿Tenemos libertad para rezar, hacer una procesión a la Virgen o al Santísimo Sacramento en la calle? ¿Podemos poner en la capilla o en una casa cristiana una cruz en el tejado? ¿Dónde trabajan los cristianos? Se despide a muchos cristianos de sus puestos de trabajo, tan sólo por ser cristianos. Mentiría si dijera que todo está bien”.
Imagen: Monasterio de Santa Catalina, de difícil acceso, se encuentra a los pies del Monte Sinaí, en Egipto. Está construido donde la tradición supone que Moisés vio la “zarza que ardía sin consumirse”. Se trata de uno de los monasterios más antiguos que continúan habitados, y uno de los pocos que existen al norte de áfrica