NACER EL DÍA DEL BICENTENARIO

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Este 28 de julio no solo celebremos el Bicentenario de la Independencia Patria. Es una fecha propicia para recordar nuestra condición de civilización milenaria. Y aunque la historia no registra una fecha precisa, cabe hablar de nuestro Pentamilenio.

Ninguna civilización tiene un destino anticipado, eso lo construye el tiempo y eso lo va haciendo, retazo a retazo, cada generación. Visto así el destino nacional, las coyunturas políticas aparecen como precarios nanodestellos, prestos a desaparecer apenas brillan. Si miramos la política peruana desde la paciencia de las líneas de tiempo históricas, lo que nos pasa hoy es un breve latido de ojo.

¿Decir eso es un guiño a la indiferencia? En absoluto. Mirarnos desde una perspectiva histórica, y eso permiten las efemérides, más bien nos da la confianza (desde la razón y no desde la decepción o el resentimiento), que las cosas pueden ir por derroteros propicios para los peruanos. Si los construimos, claro.

Sólo una derecha recalcitrante y ciega como la que tenemos puede negarse a la extraordinaria importancia de intentar transitar por el camino que siempre evitaron los que han cortado el jamón desde 1532: reencontrarnos con lo más profundo de nuestra peruanidad y al mismo tiempo ser una expresión nacional de la universalidad humana.

Y sólo una izquierda sectaria y anquilosada -como la que tenemos- puede negarse a aceptar lo que ya somos: un país de todas las sangres. Sí, porque “todas las sangres” implica no sólo lo andino: nos nutrimos de los europeos como de africanos, japoneses, chinos, etc. Por tanto, significa también libertad, ciudadanía, mestizaje y universalidad, no únicamente raza originaria.

De modo que ni lo andino es propiedad de la izquierda ni la modernidad es propiedad de la derecha. Es tiempo de construir desde las mayorías nacionales -que estoy convencido lo desean- un camino propio de cambios profundos con libertad y democracia.

No es casual que el gobierno de Castillo le genere (según IEP) esperanza y confianza a un 50% de ciudadanos, sentimientos que al sur llegan al 61% y en oriente al 59%. Como tampoco es casual que el 76% de ciudadanos desee mantener el modelo económico tal cual está o con cambios (éste último con 61%). Días antes de la de IEP, la encuesta de Datum arrojaba que un 72% de peruanos esperaba que el nuevo Presidente siguiera un programa de libre mercado.

Dos datos más para cerrar la idea: sólo el 23% desea el cambio completo de Constitución, el 18% se inclina por no hacer cambio alguno, pero un abrumador 58% quiere algunos cambios a la misma. Segundo: el 85% está en desacuerdo que Vladimir Cerrón participe en el gobierno de Castillo.

Lamentablemente, la lucidez de la población no se traslada a la política: las fuerzas de derecha siguen masticando su afán golpista y Cerrón, con su congreso partidario, pretende demostrar ante el gobierno una fortaleza política de la que carece en la sociedad.

Por ello, en el día de nuestro Bicentenario -y de nuestro Pentamilenio-, renacen tanto el espíritu republicano de nuestros próceres como el espíritu civilizatorio de nuestras culturas ancestrales, el espíritu democrático y modernizador de nuestros jóvenes, y ahora hay que añadir un nuevo fenómeno: el espíritu de hacer política desde fuera de la política, desde la misma sociedad. En resumen, el espíritu de una nueva ciudadanía libre, democrática y constituyente nace este 28 de julio en nuestro querido Perú.

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Vicente Sánchez Vásquez

Presidente del Instituto de Neurociencias para el Liderazgo. Abogado y Magister en Gerencia Pública.

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