La derrota del hijo de Marcos en las Filipinas y sus implicancias para el Perú
Las autoridades electorales filipinas acaban de anunciar los resultados finales de las elecciones presidenciales y vice-presidenciales en dicho país. Si bien la victoria de Rodrigo Duterte en la carrera presidencial ya estaba asegurada desde hace varias semanas, el resultado de la carrera vice-presidencial ha sido mucho más ajustado (en las Filipinas, los electores eligen a su presidente y vice-presidente por separado). El hijo de Ferdinand Marcos perdió al final por un margen de menos de 1 punto porcentual (263,473 votos) ante Leni Robredo. ¿Qué implicancias podría esto tener para el escenario peruano?
He comentado anteriormente respecto de los paralelos existentes entre las dictaduras de Marcos padre y Fujimori padre, tanto en este blog como en la prensa filipina. En líneas generales, tanto el hijo del aquel como la hija de este intentan representar los gobiernos de sus respectivos padres como eras doradas cuyos ‘logros’ fueron dilapidados por los débiles gobiernos democráticos que los sucedieron. Asimismo, minimizan los actos de violencia y de corrupción ocurridos bajo ambos regímenes (se estima que Marcos malversó unos 10 mil millones de dólares, mientras que Fujimori habría malversado unos 6 mil millones). Pese a todo, a poco más de una semana de las elecciones generales, tanto Marcos como Fujimori contaban con encuestas en las que parecían estar ganando.
Pero como hemos ya anotado, el resultado final no le fue favorable a Marcos. ¿Habrá sido el pronunciamiento de los historiadores filipinos el que ayudó a convencer a ese 0.6% a no votar por Marcos? De ser ese caso, el que los historiadores peruanos se hayan pronunciado también sería razón para tener alguna esperanza. Pero más allá de las -muy difíciles de precisar- causas específicas de este ajustado resultado, hay algunas implicancias de las cuales tomar nota para el caso peruano.
Primero, que el retorno al poder de un clan familiar corrupto y autoritario no es un resultado predestinado. Marcos Jr. lo tuvo todo a su favor: fondos de campaña prácticamente inacabables, un cuerpo de seguidores incondicionales de su padre, parientes en altos puestos de poder, una región incondicional (el ‘sólido norte’ de la región de Ilocos), y -especialmente- la corta memoria histórica de los electores filipinos más jóvenes. Y pese a todo ello, fue posible evitar su llegada a la vice-presidencia. No hay razón que ello no sea posible en el Perú.
Segundo, en caso perdiera Fujimori la elección presidencial como ocurrió con Marcos y la vice-presidencia, podríamos usar las reacciones de Marcos como plantilla para especular con lo que ocurriría acá. Para empezar, las encuestas de boca de urna dieron por ganador a Marcos por más de 2 puntos porcentuales (nuevamente razón para tener mucho cuidado con dichos resultados), mas cuando empezaron a salir los resultados del conteo rápido y fue rebasado por Robredo, aquel empezó a denunciar un fraude. Llegó a lanzar amenazas veladas de que si los resultados finales no correspondieran a los de la boca de urna podría haber problemas. Actualmente se están preparando para sus siguientes acciones, una de las cuales podría ser protestar oficialmente las elecciones.
Tercero, ninguno de los clanes desaparecerá. Marcos Jr. volverá a postular en campañas futuras y seguirá movilizando a los seguidores de su padre para intentar retomar el poder. En caso ello ocurriera con Fujimori Jr., podríamos esperar lo mismo. Es en esa medida que tanto en las Filipinas como en el Perú la tarea de los historiadores de educar a la próxima generación de electores será clave. En las Filipinas, el actual presidente Aquino se lamentó de que el esfuerzo por educar a los ‘millenials’ sobre lo que significó el régimen de ley marcial bajo Marcos llegó muy tarde. Hacer otro tanto es una tarea clave para los historiadores peruanos.