Cuando se intenta responder a la interrogante del objeto de estudio de la ciencia económica se hace necesario estudiar los diversos problemas económicos que se plantean dentro de un marco histórico y social. Es allí donde aparecen dos tipos de definiciones: aquellas que plantean la existencia de una Economía Política y las más modernas y difundidas por los manuales de estudio que hablan sobre la Economía, a secas.
En el presente texto se adoptan definiciones operativas tanto para la Economía Política como para la Economía, definiciones que no son cerradas y que requieren de precisiones sobre los conceptos que la componen y de cómo los mismos se interrelacionan. Así, la Economía Política es la ciencia de las leyes sociales que rigen la producción y distribución de los medios materiales para satisfacer necesidades humanas.
Desde esta definición, de Economía Política, una ciencia se construye a partir de un conjunto de conocimientos y de investigaciones que surgen de relaciones objetivas que se descubren gradualmente, sobre las que se examinan los elementos que se consideran esenciales, a fin de formular leyes y teorías que se verifican posteriormente en un contexto histórico y en una sociedad determinada.
En esta definición de ciencia es importante considerar las relaciones objetivas, es decir aquellas relaciones que van más allá de los denominados “juicios de valor” así como también del carácter históricamente provisorio del conocimiento científico. Cuando se habla de leyes sociales se piensa en aquellas acciones humanas que se repiten en forma definida, con cierta regularidad, en un contexto histórico y en una sociedad determinada.
Suele afirmarse que las actividades que se realizan en una sociedad apuntan al objetivo de la satisfacción de las necesidades humanas. Al respecto cabe distinguir las necesidades primarias (aquellas que hacen a la conservación de la vida) de las necesidades secundarias (aquellas que tienden a aumentar el bienestar individual).
La satisfacción de las necesidades humanas se realiza mediante el consumo de distintos tipos de elementos. Estos elementos, cuando constituyen objetos materiales, se denominan bienes mientras que las prestaciones que, no implican la existencia de objetos tangibles, son denominadas servicios.
Resulta evidente que el consumo de bienes y servicios se ha ido extendiendo y ampliando en el transcurso de la historia, inclusive el concepto de “necesidades primarias”. Salvo escasas excepciones, los bienes no se encuentran disponibles en forma directa por la naturaleza. Se hace necesario el trabajo humano para la transformación de los recursos naturales.
Así se arriba al concepto de producción, entendido como un proceso que consiste en aplicar trabajo humano a los recursos naturales, con el auxilio de instrumentos de trabajo, para obtener bienes y servicios. La producción no se realiza aisladamente, sino que los hombres se relacionan en una sociedad a fin de generar bienes para el intercambio, es decir mercancías.
Para evitar confusiones las mercancías son bienes que se generan para el intercambio, pero esto no implica afirmar que todos los bienes sean mercancías.
Las relaciones que se generan entre los hombres pueden ser de cooperación o división del trabajo. Para el primer caso se supone la utilización de aptitudes físicas y mentales similares, mientras que en el segundo caso aparece una separación entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Suele afirmarse que, en la cooperación, los hombres unos trabajan con otros mientras que, en la división del trabajo, unos trabajan para otros.
El mecanismo que establece cómo se reparten los bienes y servicios producidos social e históricamente entre los consumidores recibe el nombre de distribución. El mecanismo de distribución más difundido es el mercado, definido desde los manuales, como un lugar físico y geográfico donde hay intercambio de bienes y servicios entre los oferentes y los demandantes.
La transacción puede constituir un simple intercambio de mercancías (trueque) o puede ser el intercambio de una mercancía por dinero. El dinero cumple la función de ser un medio general de cambio socialmente aceptado o también puede ser definido como aquella mercancía que actúa como un equivalente general del valor, facilitando el intercambio de mercancías.
Una vez hechas estas precisiones, al volver a examinar la definición de Economía Política, surge la interrogante sobre cuál es el contenido de esta definición: La Economía Política se ocupa de las leyes sociales que rigen la producción, la distribución y el consumo. Esta afirmación hace pensar que, para que exista una ciencia denominada “Economía Política” en algún período histórico, los problemas de producción, distribución y consumo adquirieron una complejidad tal que provocó el surgimiento de estudios permanentes sobre los mismos.
En toda sociedad, la producción, la distribución y el consumo han sido tareas a desarrollar por el hombre, que permitieron su supervivencia y su posterior progreso. En la Grecia antigua, en los escritos de Platón y Aristóteles, ya existían razonamientos acerca de los problemas económicos, pero los mismos estaban vinculados con cuestiones éticas y morales. En la Edad Media, en la obra de Santo Tomás de Aquino, también pueden encontrarse aportes a la historia del pensamiento económico.
Sin embargo, la ciencia económica surge con la aparición del mercado mundial, a partir del siglo XVI, cuando los problemas económicos plantearon la necesidad de preguntarse el porqué y el qué hacer con ellos.
Fuente: Fucci, Pablo O. (2004). Economía y Economía Política. 1ra. Ed. Buenos Aires: Ediciones Cooperativas, p. 12-14
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