Hajimaru

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Un pedazo de sonido vacío se traga las esquinas hexagonales de tu vientre

y un grito vacuo, Oboro, aulla dentro del ojo lloroso de la carne que envejece.

 

Otori. Un señuelo atrae a los Estertores, que buscan fácilmente una presa triste.

Otori. Se lanza una pena que hará llorar a los ojos, a los anteojos, y al ajo, en la cocina.

Otori. La pena destruye los huesos de la mesa arbórea, de frondosa a pasita.

Otori. La carnada arruga la madera y unas zampoñas velan su noche falcónida.

Otori. Tengo miedo, tengo lágrimas, tengo la virtud quebrada, coja, muerta.

 

Suena el viento venenoso y los números desfilan sin forma como si no fueran ellos.

Se diluye la letra, el ombligo, la febrícula, la uña del pie gordo, la carnicera.

 

Hajimaru: Mañana vendrá otro día y el comienzo del arco amarillo eguriano.

Hajimaru: Será la hora tardía de una sonata simbólica y masa.

Hajimaru: Da inicio a tu mañana.

 

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