Rodeada del cosquillante aire, la cortina se topa con tres dóndes y tres cuándos
Rodeada diariamente de interrogantes y de mucha espera por tanto tantos la cortina desbaila
Ya se mueve poco ya se muere mucho –por ahí un ave descarga su miserable discordia–.
A dónde vienen los tres dóndes y a qué hora se asoman los tres cuándos
–pregunta la esperadora cortina–
cuando una luz arrasadora la quema
o cuando un rayo de la luna desde arriba del domo la fulmina .
La cortina que era hermosamente novia hoy es una sinamayera crema
–algún hollín la maquilla sin permiso invitándola a dormir en la vieja cripta–
y como una amiga sin querer se junta con su otra compañera
quien no piensa en los dóndes ni en los cuándos.
Qué tierna compañera que aparece a estas horas –susurran los curiosos rieles–
en estas horas de prolongada angustia
de cuartos tristes –blancos por la noche y negros por el día–
para reanimar el corazón dolido de la cortina preguntona.