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Hace mucho que no escribo porque el pulmón me fue extirpado
Hace mucho que la letra no camina porque el dedo se enllagó
El apéndice, qué decir, fue laparascopiado tras su devenir
supuroso, defectuoso, como cuando los conceptos se me quiebran
Los robles lecturosos ya no han vuelto porque no hay anteojo para un ojo miopioso
Hace mucho que no escribo “alegre” porque la vida se me fue dos veces
Hace mucho que la letra no camina “triste” porque ni para sufrir hay alma
El corazón, qué decir, fue baipaseado después de su ausente circulación
sin sangre, sin defensas, sin leucocito matutino, como cuando la idea se va
Hace mucho que los hace mucho son banales cogitabundos
Y los cogitabundos de los hace mucho son hace mucho banales