Dedicado a Ángel y Fabián Villena
Cuando llegaron aquellos niños, la casa se colmó en abundancia
las sillas se desplegaron, a la mesa le creció la nariz, el piso brilló como nunca antes
poco a poco llegaron las golosinas, aunque los chocolates fueron rechazados, los helados…
esos bandidos helados engalanaron, uno, primero, luego el otro
Ángel y Fabián, son como mis hijos, inseparables, y van creciendo peruanamente con los años
como hermanos cautelan los silencios y la bulla de los viejos
ríen cuando es necesario
juegan en cuanto nadie los vigila
son dos mellizos cuya agudeza asombra
ingeniosos, caballeros, el bello retrato familiar
Ángel es el más travieso
y Fabián es el más despierto
juntos no hacen sombra, sino mares de sol,
son un laptop de anécdotas
un zoológico ingenuo y vivaz
un Netflix de sabidurías
videojuegos unos días, y en otros, pues cartas y veo-veo
sus adivinanzas no son fáciles de desentrañar
ahí va su habilidad, estando siempre adelante
con una complicidad genuina, que solo pueden tener dos hermanos
Ángel es risueño
Fabián también lo es
llevando siempre la victoria, la paz,
el ejemplo de sus padres
el cocinar, el meditar, el despertar para seguir adelante
como jóvenes responsables en el mundo del azar
donde la casa se topó con ellos para darles las mejores bienvenidas
y donde los anteojos y los libros les sugieren también estudiar