Estando sentado en el regazo de Dios cuento 1000 camélidos por dónde la pirámide de barro destruye las uñas
Y en el aire un pedo oscurece el pantano dictatorial de los esqueletos bípedos
‘Renacuajo’ gritaba el megáfono de la locura que se desvanecía en el cuadro medieval
Cogitabundo se acurrucaba el felino aracnidal en una malla de barranco agreste
y en el fondo del teatro aparecía la pierna de una virgen desmontada del caballo de tres patas
‘immersión’ gritó, y una culebra avanzaba hacia la playa para fecundar la mar con su malicia
y así los hombres brotaban como algodones con espinas para recrear más hipocresía
envuelta de arena subsahariana mortífera y plañidera
Desde sus piernas veía todo y quería poseerlo todo hasta hacerlo uno con todos
y enseñarle el cariño y las virtudes mundanas en las que el ojo lee atentamente el placer
en las que la oreja penetra los sonidos de los chasquidos caninos en plena luz del sol
en los que los dos somos dioses jugando con la arena, la Virgen y la uña rota