Entra una mano hipopotámica media feroz por la antesala del teatro
entra la infancia con álgida bestia hacia el frente de la butaca
una cavidad arroja el miedo de pronto por las espumas de los telones
ustedes que han nacido como hermanas mías de las mismas fauces
se enchinan como hurones carocolísticos de verdadera amargura
arpía grita el lado blanco de la Luna y el vientre muerto de la Luna negra fallece
vienen las ofrendas unas a otras por la misma garganta que nos confronta
la Muerte se acerca cuan un insecto se yergue en la cruz del palosanto
y los riñones que nos inquietan en la orina calcinada se apretujan
lentamente se vuelven un puñal de tempestad cruel y pálido
así aparecen los detectores de mutantes que sombran su penumbra gorda
sombran su figura de esqueletos demoniacos hacia la muela más virginal
vieja blancura que se desvanece en el trono teatral de un soplo de Étel
con ello la boca asesina se aproxima con vuelo de pájaro carnívoro más
en un sereno negro y torpe navegando en los últimos suspiros de las rocas
en el que sobreviven en esta función de desierto ellas ellos y yo
en un altar turbado en la arena ártica ahorcado del llanto sangriento y castrado