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Saliste en defensa de tus hermanas
robándole el alma a Dios
Saliste en defensa de ellas
valiéndote de un fino sable
Tajo y otro tajo, tajaste
dejándolo marcado
Y tu cabello naranja
y tu nuevo uniforme blanquinegro
y tu nueva mirada
se conjugaron para pelear la calamitosa batalla
Saliste en defensa de tus hermanas
sin importarte la penuria, tu propia tristeza
tu propia silla, tu propio yo