Rememoras el miedo en las cuatro paredes de aquel claustro
en la que se sintoniza el yo-anterior y el yo-de-ahora
y recuerdas el miedo que produce la amistad
y recuerdas los más viejos tiempos, los de ayer
Y en aquel sofá sientes de nuevo ese miedo
la brisa de amor que te acosaba
hasta los sonidos de los tacos con los que llegaban juntos tus cuatro hermanos
y en aquella ventana ves el pasado crucificado
vigilando cada nuevo movimiento para restregarte el tiempo perdido, el tiempo de si-hubieras-sido-otro
Desde el sofá el techo te oprime contra el suelo
convirtiendo tu yo-de-ahora en un sintético corpúsculo
o un leve sonido de tecla de piano fúnebre
sin que puedas convocar a este espectáculo a los amigos que un día perdiste
Si no tuvieses miedo, si no hubiera sofá, si no fueras el yo-de-ahora, si alguno de ellos te hubiera llevado a su cumpleaños, y si no hubiera más y más techo, jugarías junto a todos otra vez a la pelota
Lovón Cueva, Marco Antonio. A los amigos que un día perdiste. Lima: 28 diciembre 2014.