Una OLa descalcificada ha venido hacia mí en plena madrugada cristiana
y en medio del dolor esta se queja del ausente Poseidón
de una falta sal y… del extinto aire caluroso que rozaba su manto en el aguar
En esta madrugada, la olA recuerda también la barca de un jesucristo caminante, recuerda aquellos pescados multiplicados, y… a los navegantes incrédulos… ¡Qué incrédulos!
Esta tenue OlA rememora a la vez la vieja guerra, la segunda y la fría
(qué buques, qué portaviones, qué submarinos no la han perpetuado)
-se sigue descalcificando la ola-
Está más triste ahora la ola, más que una baba o una garúa sudamericana (tísica) o un suspiro acuático del antiguo Nilo, triste como la suerte de desgracia humana despellejada
Lovón Cueva, Marco Antonio. La ola. Lima: 8 octubre 2013.