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Hoy fui a buscarte a tu álgida puerta,
infiel, hereje;
la que alguna vez corrompió voluntariamente
cada rincón ortodoxo de mi ser.
Llamé y no estabas,
grité como un niño cuando hace su deber
al ser destetado.
En esta hora de torturas, en que te desencuentro,
la cana se desvive, se mortifica,
acecha…
rebusca entre la bisagra
un retrato pasional, alguna lascivia tempestuosa
o un muro de papel.
Te deshallo furiosamente
en este infierno sudoroso
sin ningún rosario ni Viernes Santo
que me aíslen de este grave desconsuelo.
En esta hora tétrica y pecaminosa, ¿puedo yo orar?
Lovón Cueva, Marco. Tortura en la puerta. Lima: 6 marzo 2012. http://bit.ly/zy3Apx