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Nuestros días pasaron por nuestros cuerpos, nuestras canas, nuestro lecho.
Los sueños fueron eso,
sueños.
Y mi alma fue solo una nostalgia divina,
el hálito de un Señor omnisciente, omnipotente y omnímodo.
Mi vida fue simplemente cuerpo, cana, lecho.
Lovón Cueva, Marco. Cuerpo, cana, lecho. Lima: 21 enero 2011.