06/12/10: El trabajo doméstico: la moderna esclavitud

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Millones de trabajadoras domésticas sufren abusos, discriminación y sobre explotación laboral. La ley no las protege, pese a que su trabajo es fundamental para el funcionamiento de la economía.
El trabajo doméstico es uno de los oficios más antiguos y una de las ocupaciones más importantes para las mujeres a nivel mundial. Aunque sigue siendo parte de la economía informal, es indispensable para el funcionamiento de la economía fuera de la esfera doméstica.

Los trabajadores domésticos se ocupan de labores de limpieza y preparación de alimentos, cuidado de niños y de ancianos, trabajos de jardinería, de choferes y personal de compañía en los hogares más diversos.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) unos 100 millones de personas trabajan en este sector, la gran mayoría mujeres, y pese a su importancia a nivel global, no hay cifras confiables debido a que sigue siendo parte de la economía informal.

Pocos países tienen legislaciones que protegan los derechos de las trabajadoras domésticas y donde hay leyes lo común es que no se respeten. “Los patrones prefieren no darse cuenta de que las trabajadoras del hogar tienen derechos y cuando alguna los reclama o es víctima de intimidaciones o es despedida injustificadamente. Es muy difícil cambiar esta cultura”, afirma Marcelina Bautista Bautista, en conversación con Deutsche Welle.

Discriminación y abuso
Bautista, nacida en 1966 en Tierra Colorada, en el Estado de Oaxaca, comenzó a trabajar como empleada doméstica a los catorce años, cuando llegó a la ciudad de México, y ha vivido en carne propia la discriminación, abuso y explotación que sufre la gran mayoría de estas mujeres.
Con otras trabajadoras domésticas de diversos países latinoamericanos fundó en 1988 la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar, organización que proclamó el día 30 de marzo como el Día Internacional de Trabajadoras del Hogar a nivel continental. “Bolivia y Perú lograron que el 30 de marzo fuera un día nacional de las trabajadoras del hogar y además festivo”.

“En México el proceso ha sido bastante lento, tenemos una iniciativa de ley desde hace 12 años y aún no ha sido aprobada, pese a que ya nos apoyan otras instituciones y organizaciones como la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF)”, señala.

La activista, que fue distinguida en Berlín con el premio de Derechos Humanos de la fundación Friedrich Ebert por su compromiso en la lucha contra las condiciones laborales injustas, señala que las trabajadoras del hogar sufren muchas formas de discriminación en el trabajo. Bautista lidera desde el 2000 el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH).

“Hay mujeres que llevan hasta 30 años trabajando en una casa y no han tenido vacaciones. Hay mucho desconocimiento por parte de las trabajadoras y por eso no reclaman sus derechos”, dice. “No tienen seguridad social, ni se respeta un horario de trabajo que debiera ser de ocho horas diarias, tampoco reciben vacaciones ni aguinaldo”, añade.
Bautista señala que muchas mujeres prefieren trabajar “de entrada por salida”, y no de planta porque resulta muy esclavizante, no tienen tiempo para estudiar ni para ver a la familia. CACEH promueve un salario mínimo de 250 pesos diarios por ocho horas de trabajo. También pide que se regule las horas extras, que no se emplee a niñas menores de 14 años y que se les permita seguir estudiando.

Violencia y desprotección
“Las trabajadoras sufren abusos sexuales, a veces tienen hijos de los patrones y son ellas quienes los crían, otras veces se mueren y nadie se entera. Esta situación de violencia que sufren las trabajadoras sigue estando oculto, trabajan solas, sin protección, la ley no permite que haya una inspección en los hogares porque es un lugar privado, pero nuestros derechos pueden morir ahí”, lamenta.

“Cuando recién empezamos, las patronas nos decían que éramos las guerrillas. Porque enseñábamos y capacitábamos a otras mujeres. En un taller que organizamos y en el que abordamos el acoso sexual, nos dimos cuenta de que todas las presentes, unas 35 mujeres, habían sufrido abusos”.

Los avances en la conquista de sus derechos han sido lentos. En el 2006 hubo un encuentro internacional sobre el trabajo
doméstico que reunió en Amsterdam, Holanda, a numerosos grupos de Asia, África, América Latina y el Caribe. Ahí surgió la propuesta de formular un Convenio para las trabajadoras del hogar que fuera respaldado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Se espera que este convenio sea aprobado en la conferencia de la OIT en 2011.

Según cifras de la OIT en América Latina 14 millones de personas se dedican al trabajo doméstico. Bautista señala que en Brasil el avance legislativo es bastante fuerte, en Chile la seguridad social es posible, así como en Paraguay y Argentina. Uruguay es ejemplar por la legislación que tiene. Perú, Bolivia y Costa Rica recientemente aprobaron leyes que las protegen. Pese a las leyes es muy difícil ponerlas en práctica, las mujeres siguen ganando sueldos ínfimos, se discrimina a las mujeres indígenas como se ve en los casos de México y Guatemala. “Tenemos mucho que hacer todavía, si no somos nosotras las que nos levantamos a luchar nadie lo va a hacer por nosotras”, concluye.

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