– Eso no importa ahora -le acercó una taza con café-. Tómate este café rápido que en cualquier momento llega. Si te ve en este estado podría…
– Perdóname. En serio, perdóname por haberte dado ese padre -la nariz se le sonrojó. Lloró-. Pero no lo odies, él te quiere.
No hubo respuesta.
– Prométeme que no lo vas a odiar -le rogó-. No le tengas rencor hijito.
– Toma tu cafecito ¿sí? -le devolvió la súplica- Por favor.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Comment
Nombre *
Correo electrónico *
Web
Deja un comentario