Pues la verdad, todo se debe a los sueños. Prefiero soñar dormido que despierto.
En mis sueños no existo. No aparezco físicamente.
Soy el director musical. El espectador que ansía ver una obra de arte finalizada. El consumidor que vive las emociones y pasiones de una telenovela. Aquel que juega con finales felices y trágicos para luego despertar.
Y sentir una realidad diferente, en la que el omnisciente es un idiota para los demás. Un estorbo… no, un vacío.
El soñar alimenta mi andar [oponiéndose a la inercia] diario. Palpitar es pensar que voy a volver a soñar otra noche u otro día. Quizás con los mismos elementos. Quizás con las mismas caras. Quizás con las mismas emociones.
Un pasado ideado, un presente o un futuro surreal. Un ‘que hubiera pasado si…’, un ‘mañana…’, un teatrín.
¿Recordar mis sueños? ¿Tú qué crees?
Dormir es pretexto para soñar y no al revés por si acaso, tenlo claro.
La noche se volvió insoportable en un pestañear.
Las lágrimas, centinelas a cualquier sonido, huyen si es necesario.
Solo. Estoy solo a esta altura ‘Solo naciste, solo morirás’, es mejor así, ya me acostumbré.
¿Debe repetirse todo para aprender algo?
Necesito un verdadero hombro amigo. No un consejo. Sentirme seguro.
Ni sé que escribo esta vez. Tú tampoco lo sabrás seguramente… ya me conozco esa.