Month: julio 2007

El gran dictador

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Charles Chaplin y su sonoro mundo.

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Tributo al pasado Día del Amigo

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Todos reunidos en la salón con una televisión al frente mientras Michael muestra una cinta de video a los niños que han venido al trabajo.

– Todos, por favor, se pueden callar para que no se lo pierdan ¿por favor? -de pronto señala entusiasmado a un niño con terno en el programa infantil ‘Fundle Bundle‘- ¡Ese soy yo, ese soy yo!

Calla ahora al bramido de los miembros de la oficina mientras se observa en la televisión. La completa atención en la pantalla dirigida a un pasado Michael.

– Siguiente –dice el títere de felpa llamado Edward R. Meow. La toma se dirige al próximo concursante- ¿Cómo te llamas?

– Michael –contesta el inocente niño.

– Hola Michael. Dime cuál es tu curso preferido en el colegio -pregunta Edward R. Moew con el micrófono en mano.

– Recreo –responde con postura natural.

El actual Michael sonrie a su respuesta.

– Re-creo… y dime ¿Qué es lo que quieres ser cuando crezcas? –es la nueva pregunta del zorro.

– Quiero estar casado y tener 100 hijos para que pueda tener 100 amigos y nadie pueda decir NO a ser mi amigo.

El muñeco queda con los ojos abiertos, el hocico lo imita. La cámara enfoca directamente su expresión inerte y sorprendida. Instantes de silencio.

En la sala algunos ojos apuntan al presente Michael absorto mientras otros a cualquier lado perdiéndose en malestar ajeno.

– Bien, uh, bien, uh, perfecto. Un gusto hablar contigo Michael. ¡Todo suyo, Miss Trudy!

– Puedo haber jurado que esto… –dice un avergonzado y esquivo Michael pero de pronto la ingenua lluvia de preguntas infantiles detienen su justificación.

En The Office de NBC escrito por Mindy Kaling, dirigido por Victor Nelli Jr.

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21/07 en la PUCP

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Las veredas mojadas. Barrenderos dispersos a lo largo de la puerta Principal. Piensa ‘La universidad se está maquillando’.

El jardín principal luce un montículo con su nombre. Se jacta de sus iniciales. Más adelante las banderas dan la bienvenida con sus zigzagueos poco duraderos.

Al lado derecho de la arteria principal del tontódromo sobresalen las columnas de lo que será la facultad de Gestión. Piensa ‘Costó la tala de algunos árboles, el camino de las rosas y el privarnos a un par de Bambis’.

A unos pasos la blanca pared de madera muestra fotografías gigantes de célebres personalidades universitarias. Piensa ‘Si ya he estado antes aquí… no estaría nada mal volver a hacerlo en un futuro… algún día’.

La Biblioteca Central vacía casi en su totalidad. Uniformes azules trabajarían hasta las 12.30 p.m., otorgando, recibiendo y ordenando libros. Piensa ‘Esto en parciales y finales es un caos. Qué rareza, ver a la Biblioteca sin alumnos’.

El cielo gris brillante. El frío susurrante se ofrece como compañía hacia la Salida Principal. Mañana le espera un examen de admisión por Evaluación de Talento. Piensa ‘Tiene motivos para ser ajena conmigo’.

Por afuera, las columnas de cemento muestran todo el orden de adentro. Un estacionamiento sin carros se exhibe limpio a los peatones.

CEPREPUC ha pintado su fachada y su nombre. Piensa ‘También está emocionadísima por el examen’.

Huaca vacía. Por allá el puente distante y ajeno. El fin de un recorrido llegó. Piensa ‘Quiero volver a ser cachimbo y perderme en mi universidad’.

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A esta altura…
 
 
 
 
 
me he propuesto a madurar. Leer más

Tiempo Santo

– Ya no nos ve -dice mirándole fijamente los ojos. Una sonrisa aparece mientras continúa-. Ya es tiempo santo. Él ya no nos ve.

– ¿Quién? -le pregunta Salvador frunciendo la mirada.

– Dios. Está muerto. No puede vernos -Madeinusa dice acercándosele sonriente aún-. Está muerto. Está muerto hasta el domingo.

– De verdad no te entiendo, lo siento -Salvador dice cogiendo luego el mentón de Madeinusa al verla cabizbaja: su sonrisa se había ocultado.

– En tiempo santo no hay pecados -explica Madeinusa- ¿No sabías?

– ¿Eso creen… Dios muere no hay pecados? -una naciente carcajada se dibuja en los labios de Salvador.

– De verdad -asiente Madeinusa.

En Madeinusa, dirigida por Claudia Llosa. Leer más

Boop-Oop-A-Doop

Ver más allá del personaje con el cuerpo de mujer perfecta y desproporcionada cabeza es mi propuesta.

Hoy el canal biográfico del cable dedicó un episodio de su programa “Divine” a Betty Boop, creación de Max Fleischer, resumiendo todos sus logros.

En su crecimiento, se resaltó la evolución de su humana figura así como los mensajes de cada uno de los cortometrajes en los que participaba.

El brusco cambio de una simple caracterización femenina al protagonismo absoluto (incluso, como ejemplo laboral), en una sociedad no acostumbrada a ello, merece un éxito social en la década estadounidense de los 30.

Los métodos gráficos usados por Fleischer también significaron una importante innovación de aquella década. Sin duda, la sensación tridimensional producto de la stereoptical camera se complementa con encantos únicos que colman de vida a sus personajes animados. Recordemos que el cortometraje animado Poor Cinderella (1934), cuya estrella principal es Boop, fue el primero en utilizar esta técnica en los fondos de sus escenarios.

Poor Cinderella (1934)

Más adelante, el Estudio Fleischer haría conocer el rotograph process al siempre valiente Popeye el marino en el cortometraje Popeye the Sailor Meets Sindbad the Sailor (1936).


Betty Boop. Más que un símbolo sexual de los 30

La imagen superior está inspirada en El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli: En el centro se encuentra ella, como un fruto de la presencia de sus compañeros; a los lados, Bimbo y Koko el payaso representando los previos éxitos de Fleischer y que gracias a Boop no pudieron perderse en el olvido. Algo adicional, como siempre, la lucha entre lo recatado y la exhibición de piel. Típicas reacciones en contra y a favor de la polémica Betty Boop.

Max Fleischer, eres un capo. Leer más

Mutis

Entra a tu dormitorio. Asegura la perilla de la puerta. Siéntate en el medio de la habitación. Cierra los ojos. Mantente callado.
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¿Escuchas? Presta demasiada atención al ambiente. ¿Lo oyes ahora?
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Lo sientes. Está ahí, aunque tu televisor esté apagado, te habla. Sigue escuchándolo.
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Sonido mudo. Se comunica por el aire, siempre precavido. ¡No! También te habla la computadora. También te habla tu reloj despertador. También te habla la radio. Todo, ¿no te das cuenta?
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¿Te cansa? ¿Te incomoda? Es perturbador y no deja de ser insoportable aunque pases más tiempo buscándole sentido. Deténlos, deténlos.
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Abre los ojos. No es truco. Ellos te hablan siempre: no existe el silencio absoluto en tu realidad.
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¿Qué estás haciendo? ¿Vas a tratar de silenciarlos? Nunca entendiste ¡Nunca! Leer más

Centro de Lima

Ayer te visité, histórico Centro de Lima. Me permití observarte a lo máximo mientras me dirigía a buscar algunos títulos de libros aquellas ferias del conocidísimo Jr. Quilca.

Desde hace poco tiempo no te visito. La última vez vine fui con un pata iniciando mis exámenes finales. Pero antes de esto, desde hace 2 años ya que no llego tu corazón.

Para comenzar, me permití crear tres divisiones en tus calles a partir de lo común en tus periferias:

▪ La primera división es la inferior, en la que pasan persona que transitan rápidamente de una calle a otro por veredas llenas de papeles y envolturas pasajeras. Los perros hambrientos y sin hogares no mejoran tu panorama.

▪ La segunda división la conforman las fachadas coloniales en los segundos pisos que se desmoronan a pedazos por la edad. Algunas personas la decoran y pintan alegremente para que cobren vida, pero se opacan por el polvo y el humo que se impregna por la contaminación.

▪ La tercera división es el cielo, nuestro gris claro y brillante cielo, que en esta parte de la capital es más gris que nunca.

❝En el Centro de Lima las personas son más ‘reales’. Ahora, ya no importa como estés vestido, nadie te juzga. Puedes encontrar desde mendigos pidiendo limosnas en el mismo Jirón de la Unión hasta ancianos con ternos, muy elegantes, tratando de pasar un especial fin de semana. Los más pálidos turistas contrastan con las mestizas caras de provincianos limeños; es muy fácil distinguirlos: mochilas enormes y una cámara digital a la mano. Los personajes envueltos en tatuajes y vendedoras son otras atracciones: repartiendo tarjetas y ofreciéndote ciertos productos de inglés. A ellos, nadie les gana❞

La selva de casas hibridas perdidas en el tiempo guardaban algunas construcciones religiosas llenas de ornamentos por donde se les vea. Pasé entonces por mi recordada Iglesia de Nuestra Señora de la Merced. ¡Demasiados recuerdos! Es el lugar que más conozco de ti. Unas turistas portuguesas hablaban en su idioma, con un plano en la mano, sobre mi iglesia. Para ellas, la fachada es lo más importante. Para mí, ser mercedario en ‘teoría’ va más allá que un simple conjunto de piedras superpuestas.

De pronto me abstraje un momento de la realidad, como siempre, e imaginé personas casi transparentes saliendo de la puerta junta a la entrada, llegué entonces a recordarme y recordarlos a ellos.

❝Siempre en los al rededores de las iglesias habrán esas señoras que venden velas gigantescas, escapularios y santos de yeso; y que gracias a su fe, montan el comercio de los famosísimos empalagantes turrones desde enero❞

Aunque tus calles no parecieron tan peligrosas, traté en todo momento de caminar lo más rápido posible. Aún no he sido asaltado en Lima y no creí conveniente que lo sea en aquel momento.

❝Cuando camines, siempre frunce el ceño. Trata de lucir molesto, así, no se te acercará nadie. Tienes que tener cuidado en algunas calles. Siempre anda por donde vaya más gente❞

Me di un momento para llegar a la monumental Plaza de Armas. ¡Cuánta gente! Más turistas y curiosos rondaban tomando fotos. Niños que limpian los zapatos se acercan ofreciendo sus servicios. Casi todo siempre anda en movimiento, casi pues hay ciertas cosas que nunca se mueven a tu alrededor: El Palacio de Gobierno, El Palacio Municipal y la Catedral de Lima.

❝La primera vez que llegué a la Plaza de Armas no me impresionó demasiado. Tenía más ganas de jugar en algún carrito mecánico de alguna tienda comercial. A comparación de Perú, en Caracas, Venezuela, el Centro estaba rodeado de edificios cristalinos que combinaban con el cielo celeste nubloso y cerros verdes en el fondo, intocables a simple vista. Acá, en un principio, todo fue más marrón: las construcciones, los cerros e incluso el cielo gris perdía su color❞

Salí de la Plaza de Armas para dirigirme finalmente al lugar indicado. Más adelante, en otras calles las pistas son las peligrosas. Las personas cruzan en grupos para no ser atropelladas. Muchísimos semáforos están detenidos en luz roja, el municipio limeño aún no los repara ¿Qué espera?

❝Suelo cruzar la pista mirando antes a ambos lados. Una tragedia me hace correr y a veces gritar cuando la cruzo, es un pánico enfermizo que espero lo elimine pronto. En el Centro de Lima, es muy común que los carros se amontonen en los paraderos, siempre, hay que tratar de ir detrás del carro estacionado y no delante pues éste puede arrancar en cualquier momento llegando a ser fatal❞

Luego de mi cometido, me dio ganas de seguir explorándote. Aún me faltaron muchos lugares que espero sean más atractivos que los ya visitados. Quiero ir más allá, llegar a esas zonas que nunca he pisado por temor o por ignorancia: volverme un turista primero y al día siguiente ser un peruano más.

En estas Fiestas Patrias, los olores de los picarones y el arroz con leche invitan a cualquier limeño a disfrutar de ti.

Regresaré pronto Centro de Lima, espérame.


Foto de Jukus©Faldrengirl en www.deviantart.com Leer más

Rigidez

En la clase de Historia todos los alumnos se dedicaron a escribir sus apuntes mientras las exposiciones de la profesora Muñoz buscaban la mayor claridad posible.

De pronto sucedió. Matías no se lo esperaba, no en ese preciso momento. Detuvo el zigzagueo de su lapicero lentamente. Llevó la mirada a su pantalón y luego la levantó a la clase: todo seguía normal, felizmente nadie lo había notado.

Faltaban aproximadamente diez minutos para el recreo, tenía que bajarlo de alguna manera pues si se ponía en pie, las chicas del salón lo notarían, se intimidarían y sería el hazmerreír del resto.

Decidió pedir permiso para ir al baño y tratar de apaciguar la calentura: alzó la mano desde su asiento y detuvo a la profesora con su intervención.

– ¿Profesora, puedo ir a los servicios higiénicos?

– ¿Es urgente? Falta poquísimo para el recreo; ¿no puede esperar?

– Por favor -insistió-. Sí, es urgente.

Calló, se concentró en percatar que nadie mirara bajo su carpeta y a su vez, no sonar tan angustiado pues llamaría demasiado la atención.

– Está bien alumno Rivera -accedió algo decepcionada por el motivo de la interrupción-. Por esta vez, vaya.

– Gracias.

Cayó en un problema más ¿Cómo saldría sin llamar la atención? ¿Hubiera sido mejor quedarse sentado y pensar en algo que no lo excite?

Esperó un minuto antes de abandonar el salón para que sus demás compañeros perdieran el interés por la conversación con la profesora. Ocultando la erección con el libro más próximo salió rápida y silenciosamente del salón dejando a la profesora, el dictado y el resto tomando apuntes.

Lo logró, ya estaba afuera del aula. Se dirigió al baño. Aún mantenía esa firmeza en la entrepierna. Se rió ¿Qué la había causado? ¿La voz de la profesora? ¿Su descuidada silueta deformada por la vejez? Rió aún más por dentro.

A pocos pasos de la entrada del baño de varones se dio una sorpresa al toparse cara a cara con Mariana. Inmediatamente bajó el libro que continuó con la complicidad.

– ¡Hola Matis!

– Hola Mari -contestó él inmediatamente.

Ella le miró a los ojos primero, pero algo capturó su interés y bajó la mirada luego.

– ¿A dónde vas con el libro de Historia si aún no es recreo? La fotocopiadora está cerrada.

– Ah es que… voy al baño.

Inevitable, se encontró atrapado por una chica. En todo caso, ¿qué daño podía causarle?

– Qué tienes ahí ¿ah?

Matías retiró el libro de su cremallera.

– Se te ha parado. Tienes una erección. Jajajajaja -Mariana explotó en carcajadas.

El muchacho se ruborizó, pero no sintió vergüenza. También una rebuscada risa suya acompañó a la de ella.

– Bueno, voy a ver que hago. Me quito al baño. Ya nos vemos en el recreo, pero… no le digas a nadie porfa’.

– No te preocupes, nadie sabrá de esto.

– Gracias Mari. Te debo una.

Ella no dejaba de mirar la prominencia en el pantalón de Matías. A Matías eso lo excitaba más ¿Acaso a ella también le gustaba aquel estado? Se dispusieron a continuar por sus caminos luego de unos segundos de silencio.

A unos pasos Mariana volvió a él corriendo y con una mirada sugerente dijo:

– Espera… voy a entrar al baño contigo.

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Dibujo

❝Ni la copia más perfecta es tan cercana al primer dibujo❞ Leer más

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