Month: septiembre 2008

‘Ahora quiero ver más’

«Tomó el corrector Ginger para disimular las ojeras, intensificadas por la mala noche. Alguien la miraba, eso estaba claro. Alguien con una enfermedad mental quizá. Pero la miraba. Llevaba un buen tiempo sin sentirse mirada de verdad. No es lo mismo una mirada al paso que una mirada penetrante, deliberada, una mirada que no busca respuesta, que se solaza en su propio objeto mirado sin esperar nada a cambio. Una mirada gratuita. Se aplicó el brillo de rostro Seychelles.»

En Pudor de Santiago Roncagliolo. Leer más

Errar es divino


– Profesor ¿qué pasa si me equivoco?… digo, ¿lo oculto con nuevos trazos? ¿Es necesario borrar? ¿Tengo que empezar de cero hasta que me salga bien?

– Los errores no importan. En la imperfección está lo perfecto, así es el Arte.
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Rojiblanca

Hoy me impresionó ver las portadas de los periódicos vestidas con la rojiblanca.

Y no, el rojo no era por la sangre muerta de las carreteras Panamericanas. Ni el blanco era por la cocaína confiscada en los vuelos internacionales.

Era, sin bromas, algo más sensacional. Algo que no veía hace mucho en la prensa escrita. Un sentimiento nacional de apoyo a las selecciones deportivas peruanas… Leer más

Un año, dos semanas y tres días

– Dime, ¿qué estabas haciendo cuando ocurrió el terremoto?

Los cuatro niños le miraron. Sabían que les iban a preguntar sobre esto en algún momento, aquella noche. Uno de los más habladores contestó.

– Yo estaba en la fiesta de la Siomara. Ahí estábamos un montón de gente cuando comenzó. Salimos corriendo como locos. Felizmente la casita de la Siomara no se cayó, pero sí se rajó –movía las manos tratando de regalar imaginación-. Afuera no se veía nada, todo estaba oscuro y la gente seguía corriendo. Cuando regresé a mi casa, una pared había aplastado a mis patitos.

– Qué piña la Siomara –replicó una niña a su lado-. Justito en su cumpleaños pasa todo esto.

Entonces tomó la palabra Javiercito.

– Yo me había quedado dormido. Estaba viendo ‘La hora Warner’ y me quedé dormido –cuando el resto escuchó ‘La hora Warner’ empezó una tenue cortina de cuchicheos sobre los personajes favoritos-. No me había dado cuenta del comienzo del terremoto. Me desperté por el grito de mi mamá. Todo se movía y salí corriendo a oscuras, mi mamá ya estaba afuera de la casa. Bien feo ah, todo se movía feo, los árboles, el suelo. Afuera, mi mamá me gritó más y lloró porque se había caído una parte de la casa. La abuela nunca salió en el terremoto. Al final nos metimos para ver si estaba bien, sólo estaba dormida nomás. No le cayó nada.

– Una señora murió –dijo otro niño-. Una vecina. Ya había salido del terremoto. Cuando regresó para sacar sus cosas, ¡Plash! le cayó el techo en la cabeza.

– Qué feo ¿no? –volvió Javiercito-, y tú… ¿qué hacías?

Le tocaba el turno de compartir su experiencia.

– Yo estaba en la computadora esa noche. De la nada comenzó todo y ¡Pufff! salí volando instantáneamente a la puerta. Gritaba ¡Stocky!, llamaba a mi perro y me seguía. Cuando bajé al primer piso, el terremoto continuaba y mi ‘ no había bajado todavía. Mientras lo esperaba me había quedado boquiabierto por la vereda. Se movía así –hizo ondas tras ondas con sus brazos- y yo estaba inmóvil sorprendidísimo. Luego miraba alrededor. El poste más cercano se tambaleaba de un lado a otro y había gente a sus pies. Gritábamos ‘No sean locos; salgan de ahí ¡se puede caer!’. Luego una vecina empezó a correr de esquina a esquina rezando el ‘Padre nuestro’ en voz alta. Eso nos hizo sentir mal. Por ahí se escuchaba ‘Fin del mundo’… en verdad, sí lo parecía –una niña afirmó que la Sra Carmela también dijo lo mismo en su momento-. En el cielo se prendían y apagaban luces, parecían rayos lejanos. Pensé, ¿relámpagos en Lima?, esto anda mal, muy mal. Y al fin, el terremoto terminó.

Las caritas dibujaron interrogantes sobre el origen del fenómeno, las luces en el cielo. No halló una manera científica-didáctica de explicar el suceso. Prefirió continuar.

– Lo peor fue cuando terminó. No sabíamos dónde era el epicentro y temíamos a que se saliera el mar. A mi ‘ se le vinieron estas predicciones medias dudosas de Santa Rosa de Lima, decía que el mar saldría en cualquier momento e iba a inundar todo hasta el centro de Lima –prefirió no profundizar estas teorías-. Igual, era mejor prevenir que lamentar. Así que toda la noche [con nuestras maletas hechas] estuvimos pendientes del mar por la tele‘ para ir corriendo al centro de Lima en el primer taxi.

– En Pisco el mar se salió también –dijo Javiercito-. Mi tío me dijo que toda la plaza al lado del mar estaba llena de agua y las casas de por ahí inundadas.

– Cierto –aportó el mayor de edad-. Cuando fui por primera vez a Pisco encontré algas en las ventanas de las casas al costado del mar. Claro, el mar ya había cedido.

– ¿Sí? ¿era verdad entonces? -Javiercito y el asombro-. A su…

En silencio, cada niño recordó escenas de aquella noche. Los gritos de desesperación en las sombras. La primera vigilia.

– Ciertamente chicos, de un modo u otro, a todos nos ha sacudido horrible ese terremoto. Por eso estamos acá.

Luego de otro pequeño mutis, la infancia los hizo retornar a ‘La hora Warner’ para no darle más vueltas a la catástrofe. Ya otro día llegará el momento en el que vuelvan a tocar ese tema una vez más. Empezaron con pato Lucas.

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