El viaje a Huancayo, ha permitido observar parte del valle del Mantaro, así como la respuesta de las comunidades a la decisión del Alcalde, sin haber convencido a la población, de la construcción de una planta de procesamiento de la basura de la ciudad. La respuesta fue violenta, de una población cuyo suelo iba a recibir la basura de la ciudad de Huancayo, aunque la planta, lo pensó el alcalde, iba a solucionar la contaminación de los botaderos acampo abierto. Lastay arde, titularon los diarios en Huancayo.
Me preguntaba ¿Por qué la población no responde en tal magnitud cuando se quema combustibles fósiles, y se ensucia las aguas de las quebradas, riachuelos que van formando el gran río Mantaro? En la concepción andina de las comunidades de la costa, el ande y la selva, que el hombre está enraizado al medio (suelo, subsuelo, agua y aire), la Tierra se conceptúa como un ser vivo. Pensaba, se puede ensuciar la sangre (las aguas), los pulmones (el aire), incluso la piel (el suelo), pero, romper el suelo junto a las viviendas de la comunidad para instalar una planta que recibirá la basura de toda una ciudad, es una herida letal. Es una reacción ante un peligro mortal, aunque esa planta, precisamente sirva para evitar más contaminación.
El viaje durante el día, el domingo 16 de noviembre, observando por la ventana del bus, se aprecia que las comunidades andinas ubicadas, a lo largo de la carretera central desde el Ticlio (Morococha, La Oroya, …) como la minería y metalurgia “orgullo del Perú” ensucia las aguas de manantiales, quebradas, riachuelos que van confluyendo al río Mantaro. Las tierras se muestran estériles y abandonadas, seguramente como consecuencia del riego con las aguas sucias. Por la presencia de las lluvias, se ven parcelas aradas por yuntas para sembríos que crecerán con el agua de la lluvia, pues las comunidades no utilizan el agua sucia para regadío. Sino, es hasta Jauja desde donde se aprecia cultivos de alfalfa y papa principalmente, pero, que muestran un crecimiento raquítico, intercalado de cultivos de alcachofa robustos. Pienso, que esta alcachofa, tan promocionada recientemente como cultivo de exportación, no es capaz de absorber los ácidos y metales pesados que arrastra el agua, o puede ser al contrario, que los absorbe y les permite un desarrollo robusto, pero no los fija en las cabezas de la alcachofa.
Mención resaltante de esta observación, ocurre al paso por la Oroya. Las enormes chimeneas de los hornos y molinos que arrojan nubes de polvo y gases continuamente durante día y noche, cubriendo de polvo los pajonales y pastos de los alrededores. Mi ocasional acompañante, una señora de Jauja, mayor de 60 años pero que presentaba una apariencia como si tuviera 90 años, me comentaba: “no se puede criarrrr, pasa la mano sobre el pasto, sale polvo, polvoooo, animales mueren” con su acento andino cantarino al hablar. Las casas, exhiben capas negras de hollín y óxidos. Las plantas pequeñas y los árboles en los jardines de las calles, solo los retoños y las hojas tiernas son verdes, el resto son de color negro. Son los habitantes, los animales y las plantas quienes respiran el coctel letal de gases que arrojan las chimeneas, tan altas, seguramente con la idea que los gases se vayan a la estratósfera y no regresen más. Los Centros de Salud, locales de Institutos Tecnológicos e Instituciones Educativas, están cubiertos con los gases que arrojan las chimeneas.
Pero, entre tanta suciedad del medio, se observa un campo de césped rodeado de plantas de jardín en flor, que son regadas por aspersión, un hermoso oasis verde y colorido sin polvo y un cartel que indica “Cuidamos el ambiente”. Claro, se pueden lavar las hojas de las plantas y regarlas con agua sucia (hay plantas de jardín que son mas hermosas cuando se riegan con aguas servidas, como las del campus en la PUCP), pero, eso no significa que cuidan el ambiente, porque el agua sigue sucia. El aire continúa envenenado y no se aprecia que los habitantes utilicen máscaras filtrantes para que se respire aire limpio.
Los inversionistas corruptivos, seguramente, no viven en estos lugares, solamente van a supervisar sus negocios, pero, echan arena a los ojos de la gente para que así vean la “limpieza” de la tecnología que emplean, mostrando su “oasis verde y florido”. Varios hombres ilustres del gobierno, que seguramente no ven más allá que de la punta de su nariz, se creen tamaña falacia.
Leía el mapa minero de la región la Libertad, cuya autoría es del Colegio de Ingenieros del Perú. Resalto las consignas en letra grande: “Pasado: Mochica-Chimú, con grandes logros en la metalurgia del oro, plata, cobre y arcillas”. En esta primera consigna, que hace henchir el pecho por el glorioso pasado, se debió agregar: “NO ENSUCIABAN EL AGUA DE RIOS, NI EL AIRE QUEMANDO COMBUSTIBLES FÓSILES Y CUIDABAN EL SUELO FÉRTIL”. En la siguiente consigna se lee: “Presente: Muy positivo en la geología, minería y metalurgia del oro, plata, cobre, plomo, zinc, arcillas y calizas en aportes al canon minero”. Aquí no dicen la verdad completa porque debieron decir: “ENSUCIAMOS LOS RIOS, LOS SUELOS ESTÁN ESTÉRILES Y EL AIRE QUE RESPIRAMOS CONTIENE GASES TÓXICOS”. Y en una tercera consigna agrega: “Futuro: Desafíos para la juventud y los sucesivos gobiernos”. Debieron agregar: “EL DESAFIO ES CLAUSURAR EN FORMA INMEDIATA ESTA TECNOLOGIA SUCIA, E IMPLEMENTAR TECNOLOGÍA DE CERO AGUAS SUCIAS Y CERO EMISION DE GASES TÓXICOS”. Los 112 millones y pico de soles que otorgaron por canon en el año 2007, para La Libertad, que se lee en la tabla, nunca por nunca servirán para curar los daños al medio ocasionados por la actividad minera en los andes en la Libertad, así como ningún canon minero, servirá para limpiar los andes del centro y sur del Perú. Sólo cerrando la tecnología sucia, que emplean las empresas formales e informales, en algunos años, se volverá a ver ríos de aguas limpias llenos de peces, los pastizales crecerán sanos y los animales oriundos de aire y tierra; junto a las gentes de las comunidades recuperarán su vida saludable que tuvieron antes.
Algunas mentes de las comunidades, que han llegado a los gobiernos, han sido ensuciadas con las ideas de los inversionistas corruptivos (no importa ensuciar y matar con tal de obtener beneficios, divisas y canon) cuya mentalidad es violar la ley natural de la cosmovisión andina de vivir en armonía con la Tierra. La minería andina de las culturas preincas e incas que conceptúa al hombre unido a la Tierra y el Sol, no ensucia el agua de los ríos, lagunas y manantiales: Conserva la tierra fértil, formada en miles de años, para el cultivo de plantas. Su legado son los restos de sus templos, palacios y viviendas construidas sobre peñascos, pedregales o zona áridas. El impacto de las culturas corruptivas, desde los españoles, hasta los inversionistas de hoy (el hombre enfrentado a la naturaleza para dominarla) ensució los ríos, construyó y cubrió de cemento y asfalto las tierras fértiles y ensució el aire con la quema de combustibles fósiles.
Al regresar de Huancayo, en el centro de Lima, en la Av. Grau un enorme cartel reza “Estamos recuperando el centro histórico de Lima” ¡Que falacia! Construyendo puentes, ductos subterráneos de fierro y cemento para que más vehículos que queman combustibles fósiles ingresen al centro histórico, se contamina y mata aún más el centro histórico. Recuperar se entiende, es volver a un estado anterior de vida saludable, en el cual la gente utilizaba carretas y animales de tiro y no contaminaban el aire.